lunes, 13 de enero de 2014

La Saliva...


"Nena, vení que te hago un pishama de saliva... te hago..."
Ninguna dudamos -ni ellos tampoco- de que el beso es como la llave que abre la
puerta, todas las puertas, para jugar en serio y placenteramente. Es un contacto muy personal y será por esto que las profesionales nunca besan en la boca a sus clientes (salvo excepciones).
No sé si se relaciona la cantidad de saliva con nuestras glándulas de Bartholín, que empiezan a secretar flujo cuando nos excitamos, pero estoy segura de que una relación existe entrambas funciones. ¿Por qué? Bueno, esto que decimos al ver un "bomboncito" o a nuestro hombre (el que toque ese día o a esa hora) desnudarse: "Se me hizo agua la boca", es cierto de toda certeza. Así como las referidas glándulas lubrican nuestro canal vaginal, la abundancia de saliva aparece para lograr un excelente intercambio.
La expresión "nos babeamos" también se relaciona con el momento indicado. O sea, cuando estamos excitadas y en el momento preciso para pasar a mayores, sea que nos penetren con los dedos o sus vergotas.
De modo que la saliva es algo así como un termómetro líquido de cómo estamos de calientes o no con el fulano que tenemos ahí cerquita. Del mismo modo que la abundancia de flujo en nuestras vaginas denota exactamente lo mismo.
Las dietas

No son aquellas de "empiezo el lunes". No. Pero sí alude (el subtítulo) a lo que comemos y bebemos. Un poco por aquello de que somos lo que comemos.
Se nota en el sabor. El de la saliva tanto como en nuestro flujo y del mismo modo en ellos, saliva y semen. Varía el sabor notablemente si hemos comido picantes, frituras y bebido alcohol a que si no lo hemos hecho y sí, fibras, zumos y agua.
El nuevo flujo
Hace añares una provecta anciana que en sus mocedades se dedicaba a alegrarle la vida sexual a muchos señores acongojados, me sugirió que unas 6 horas antes de mantener relaciones sexuales me preparara un té. ¿Un té común? No.
La receta fue: agua de rosas, una pizca de zumo de naranjas (natural) y otra pizca de menta. Funciona muy bien así que lo recomiendo.
Los humores con el humor
La cultura que nos torció las neuronas durante la niñez y que tanto nos cuesta sacudirnos de la mochila con la que nos cargaron, determinó arquetipos para todo. Así es que, según esa tabla invisible, hay olores buenos, lindos, agradables y otros que no lo son. Pero como las palabras, los olores son eso, olores, ni buenos ni malos; olores.
Más allá de disquisiciones científicas, no hay una real clasificación de los olores. Estos serán agradables o no según hayan sido culturalmente clasificados en cada sujeto humano desde su niñez. Y dejarán esa clasificación según hayamos logrado desembarazarnos de la mochila de heces que la cultura dependiente y sometida nos cargó. De este modo veremos mujeres que se horrorizan de sólo pensar en cercanías al glande con los labios de su boca, y otras que no tendremos ningún apuro por alejarnos, sin importar el aroma que interesante elemento masculino difunda.
Los humores humanos nos identifican
Nosotras sabemos bien esto de que no todos los perfumes son para todas las pieles. Podemos olerlos estupendos en otra y cuando los rociamos en nuestra piel resultan hasta desagradables por no lograr el efecto buscado y que copiamos. Esto se relaciona con muchos factores y uno es el Ph, igual que en nuestras vaginas.
Ahora lo que sí determina esta cuestión es que cada cual huele a su manera.
Además los olores, nuestros olores, incentivan la recepción de las feronomas y éstas disparan señales al cerebro donde vuelven transformadas (esas señales) en más calentura.
No digo que busquemos señores sucios ancestrales pero tampoco jugar a que estamos en un quirófano cuando cogemos.
Finalmente
Sé que esto que diré no es para la mayoría de nosotras que, imagino, tenemos alguna experiencia en las cosas del querer pero es bueno recordárnoslo.
Mantengamos sana nuestra dentadura aunque cueste una teta sentarnos en esa butaca de tortura que, para muchas, es el sillón del dentista. Mantener nuestra boca sana es garantía del primer paso.
A no ser que se trate de un pedido (que los hay de éste y otro tipo), si fumamos no lleguemos a la cita con baranda a tabaco. Hay infinidad de enjuagues bucales para menguar los efectos de los cilindros viciosos. Además, ese mismo enjuague es bueno llevarlo en la cartera para, también, menguar los resabios de una felación intensa, "al paso" y completa (aun sin deglución...).
Y... besemos, mucho y prolongadamente. Aún si no se trata de besos de pasión (je) besemos, abracemos, toquémonos entre humanos. Nadie se contagiará de otra cosa que no sea buena onda y muchas sonrisas.

Gracias por leer esta diletancia.
Que estén bien.

Soledad FAB

Anticipos: Próximamente otro relato de nuestra colega tacoaguja y, también, la secuencia de la fabricación de El Cepillo, esa creación de mannequin01 que tanto revuelo causo entre unas y otras (me incluyo)

"L'Equip"

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