viernes, 31 de enero de 2014

De preservativos y condones femeninos

Protección y comodidad
Mantener relaciones sexuales, coger propiamente dicho, es un gozo y un placer. A no ser, claro está, que alguna colega de sexo se tenga que acostar con alguien por la existencia de algún tipo de obligación, con lo que la libertad que se ejerce con el sexo desaparece por completo.


Para mantenernos en el plano del placer y del gozo será necesario, entonces, que extrememos las condiciones de seguridad con las que recibamos a nuestro invitado. Aludo al masculino y no al femenino invitada porque en este último caso no hay cuidado -aunque sí lo debiera de haber-.

Si nuestro hombre es el titular permanente y no ejerce la promiscuidad salvo en su imaginación que luego usufructuamos nosotras traducidas en energía sexual, cuidarnos con forros o condones femeninos sería absurdo. Salvo, claro está, que no utilicemos ningún sistema anticonceptivo y, a la vez, no querer quedar embarazadas (lo que sería una incongruencia total ¿verdad?). La variante en este caso es peligrosa: que acaben afuera, pero... ¿Quién controla?

Los dos elementos


No hay más que forros y condones femeninos. Lo demás pertenece a la creencia de cada cual y al sometimiento que a ella esté dispuest@. (Como algunas sectas que proponen la abstinencia como método de seguridad frente a las ETS y como anticonceptivo).
Todas, supongo, conocemos lo que es un preservativo masculino, forro o condón. Tampoco creo que sea necesario explicar cómo se lo ponemos al compañero sexual de turno, sea con las manos o con la boca y mano. Con que quede justo al tamaño, la bolsita de la punta sin aire, y calzado hasta la pélvis casi, no debería de haber problemas. Siempre que utilicemos gel acuoso y no vaselina, es decir, ningún derivado del petróleo porque estos atacan el látex, se rompe el condón y luego veremos qué nombre le pondremos...


Pero lo que me llamó la atención dias atrás en nuestra salita #sotano fue el desconocimiento que tenían varios de los hombres presentes respecto del condón femenino.

Existe, aunque usted no lo crea como rezaba el cartel de Ripley.

Es otro tubo, como el preservativo masculino, pero más ancho, de boca más amplia. El material con el que está hecho es más resistente a la abración de los derivados del petróleo por lo tanto es posible utilizar cualquier tipo de lubricante.

Colocarnos un condón femenino es un acto erótico frente a nuestro compoañero sexual, ya que si es vaginal, tendremos que introducirnos dos dedos para colocar la argolla que rodeará la cabeza del útero, y con las piernas bien separadas.


Si es anal, la argolla del útero se quita y queda nada más que la de afuera. En este caso podemos sugerirle a nuestro amante que sea él quien nos coloque el condón usando su pene como eficaz ariete.

Como sea, el condón femenino es un elemento muy seguro no sólo para evitar embarazos si es que no usamos ningún anticonceptivo mecánico o químico sino, y principalmente, para evitar contagios de ETS.

Se compran en farmacias de buen nivel y vienen en cajas de 3 unidades. Recomiendo para aquellas colegas que suelen salir por ahí a ver qué cazan, llevar una caja en la cartera para evitar discusiones cuando no debería de haber otra cosa que compenetraciones.

Gracias por visitar nuestro blog.


p/Soledad F.
"L'Equip"

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