jueves, 29 de mayo de 2014

De cómo la avalancha no fue detenida

por quien gritaba “¡que pare, que pare!”

 

El control era prácticamente imposible. Esto desesperaba al mentehueca principal al que adherían –con alabanzas y plácemes- una larga fila de alcahuetes hincados por vocación original. ¿Qué hacer? Porque –decían- no es posible dejar que algunas y algunos, aquellos y estas otras se reúnan en salas donde nos es imposible llegar y saber qué dicen, qué hablan, qué organizan… Además, los emisarios que enviaban con carácter de correveidiles “encubiertos” eran tan notorios como la salida del sol aún en un cielo nublado.

Es que la paranoia siempre está presente en los eunucos mentales que no pueden sortear un charco angosto sin mancharse el calzado. Como en cada uno de ellos anida el germen de la traición permanente y se desarrolla en terreno tan fértil, siempre pensarán que lo de César es una tonta puñalada ante lo que imaginan que podría sucederles si pierden “el control”.

Así idearon un nuevo espacio, de apariencia inocentón, casi como cualquier otro del estilo y función. Pero la novedad surgió apenas se tomó vista de tal pergeño.

La privacía de nadie fue respetada; ni los registros de cada cual ni nada. Alguien me comentó que estar allí en esas salas es como salir al patio de una prisión cuando los murmurantes de gris hacen salir a los presos para que caminen durante una hora cada día.

Dice el adagio que aquel se que quemó con leche ve la vaca y llora. Por mi corta experiencia en los medios de comunicación electrónicos de los cuales el chat de IRC es el más completo y perfecto, puedo esbozar una aproximación a esas conductas en tanto interpretar el nudo operante para que así sean: quien fue engañado, vilipendiado, corneado, traicionado, no puede relacionarse libremente con “el Otro”. Pensará –aún inconscientemente- que ese “Otro” es un potencial traidor, un “cagador” como define la calle con el rigor científico del argot ciudadano. Por ello no podrá mantener una relación sana, adulta, fuera de toda sospecha de vigilancias encubiertas o husmeos clandestinos.

Pero son ciclos. Claro que sí. Me refiero al transitorio desarmado de grupos de amig@s ya que, además de la existencia de otros espacios aptos hay, hoy día, una multiplicidad de posibilidades para la reorganización de lo cierto cuando algún eunuco mental pretendió desarmarlo.

De lo que estoy segura es de que esa gente no usa sombrero…


Que estén bien

 

Soledad F. / "L'Equip"

¡ Noche de fetiches !

Este resumen no está disponible. Haz clic aquí para ver la publicación.