martes, 24 de enero de 2017

Historias de Buenos Aires*

Historias de Buenos Aires*


Se conocieron en un bar de la costa. La coincidencia por la birra o la atención que les despertó el mismo culo los hicieron sonreír antes de lanzarse a los comentarios habituales sobre las distintas partes del cuerpo de una mujer que los susodichos parecían definir como forenses. Eran tres, los dos de una mesa y el solitario de la otra. Mario, Ramiro y Esteban, en ese orden. Aunque las edades no estaban dentro del mismo marco. Mario era el más chico, con 25; Ramiro alcanzaba los 30 y Esteban daba la vuelta en la mitad de los 36. De todas maneras, el culo de aquella desconocida que pasó frente a ellos dentro de un bikini rojo sirvió como lacre para sellar esa incipiente amistad que parecía "del verano" pero que trocó en una sociedad férrea y de intereses compartidos.
Si en algo coincidían los tres, además de su feraz inclinación por las féminas, era en que querían hacer mucha plata, contar dinero en billetes grandes, organizar "algo" que les reportara ingentes ganancias. Pero ¿Cómo hacer algo así sin tener que caminar por la frontera entre la sociedad honesta y el delito? Ninguno de ellos militaba en algún partido político, así que la variante "cargo electivo" quedaba descartada como una futura captación de fondos e influencias que permitiera el monto permanente de ingresos múltiples.
- Un boliche también tiene que dar -esbozó Ramiro en una de las tardes de café eterno en la esquina más porteña de Buenos Aires.
- Puede ser, si tiene éxito y lo laburás bien y... -cortó Esteban.
- No, pará, no tirés mala onda... Pensemos en un boliche y rodeémoslo de éxito, luces, buena onda... -siguió Ramiro mirando a la avenida que terminaba, mucho más allá, en el bajo.
- Pero está lleno de boliches y muy buenos -terció Mario que revolvía el café por enésima vez.
- Alto típico, para el turismo... -dijo Esteban como si fuera el reflejo de su pensamiento antes que un aporte directo.
- ¡Eso es! -exclamó Ramiro- Un boliche para turistas... -se exaltó, sonriente al tiempo que bebía la copita de caña dulce.
La aparente euforia devino silencio como si los tres rumiaran sus propios proyectos sobre cuál sería el perfil del boliche para turistas.
- Ya sé -cortó Mario- ¡Una tanguería! -definió haciendo un gesto como si bailara sentado en la silla.
Los otros dos lo miraron entre asombrados y sarcásticos. Aunque al rato de ese silencio, comenzaron a tejer la trama que daría por resultado la inauguración de "Tango de Buenos Aires".
Los tres, acordado el objetivo y diseñado el cómo sería, se abocaron a la tarea de buscar accionistas para asumir los gastos e inversiones necesarias para concretar el proyecto.
No digamos cómo consiguieron el dinero. Si los damnificados no se quejaron o no llegaron a ese estadio, no seremos nosotros los que deschavemos a estos tres emprendedores dignos del mayor aplauso. No obstante, algún bocalarga sugirió que si zafaron fue porque el padrino de Ramiro era un alto oficial de la policía bonaerense y tenía en su lista a varios políticos muy comprometidos con "la causa"... Aunque no nunca supimos cuál era la tal "causa".
Desde la noche de la inauguración tuvieron buen público local y representantes de varias agencias de turismo. Los tangueros hicieron su parte llenando las dos pistas con cortes, quebradas, sentadas y taconeos varios y las señoritas, a la usanza del 30/40, luciendo polleras cortas y con abertura lateral, medias de red y zapatos negros de tacón alto como para hacer entrar en clima, si no por el tango, por lo que mostraban en ráfagas de giros y contragiros.
El bar vendió muy por arriba de las expectativas y no hubo incidentes fuleros ni borrachos arrojados a la calle por los gorutas que custodiaban la paz y las buenas costumbres dentro del boliche.
La verdad que lo encararon bien. Hicieron publicidad en las redes sociales, a través de amigos en portales, promocionando un espacio de sensualidad con la música más representativa y el baile más audaz y cercano que se bailaba en Buenos Aires desde que saltó de los prostíbulos del margen al centro de Esmeralda y Corrientes. Imprimieron opúsculos con profusión de fotografías de época y textos de aquí y de allá, que no respetaba el copyright, y lo entregaban a las agencias para que a su vez llegara a manos de la clientela extranjera.
En cuando a los locales, fueron las minas las que llegaron en bandada casi. La ecuación tango + turismo + dólares le movía el esqueleto a más de una, aunque no hubiera sido su trabajo el de controlar las baldosas mientras yiraban por aquí y por allí.
Pero chicas jovencitas también, interesadas por el tango en estos tiempos donde los clásicos se cantan en otros ritmos -y quedan bien- y se ensalza (o se ensalzaba) la música nacional.
Completaron el espejaime con "Academia de Tango" y alguien agregó la frase "el que se bailaba de verdad en los prostíbulos del 900". ¿No será fino? ¿Que espantaría a las chicas? No señor, al contrario. Fue como el papel matamoscas.
Los tres amigos hubieron de aprender a bailar tango como El Cachafaz ya que no podían ser los capos del boliche y no dar pie con ritmo. Así, salían a la pista con las siempre renovadas jovencitas que, chochas por estar con uno de los capos, se contorneaba a sus anchas mientras los violines pasaban del stacatto al continuo en el deslizamiento de "Por una cabeza" pero el de la película "Perfume de mujer", no el original d El Morocho.
Todos los días, manejándose con los promedios de las agencias de viaje, había buen espectáculo en el boliche. Cantores noveles y viejas figuras que por dos mangos volvían a recibir la luz tornasolada de los spots en un escenario limitado pero válido.
Nadie decía nada cuando un cantor, el bandoneonísta de alguna orquesta o algunos otros, se mandaban sus viajes de polvo blanco porque como dicen que le dijera Pichuco a Gardel -"Vení pibe, sé feliz"-, cada cual tenía su sobre...
Una de las tantas noches de espectáculo, llegó ella, la flaca de formas firmes pero no exageradas, lindas piernas, lindo culo como le diría el intendente de entonces, es decir, una minola justa para darse dique y lucirla en la pista.
Los tres evaluaron la situación y como siempre, dejaron que la mina eligiera y aquel que obtuviera la cucarda, alejaría a los otros dos de la carrera.
Resultó Esteban, "el jovato" el que encendió el corazón de la morocha y se los vio, después de sus vueltas y giros en la pista para goce de los turistas, muy acaramelados entre bambalinas donde las manos se multiplicaban y los roces eran continuos.
Algunos que la vieron y que se habían convertido en habituales del boliche, no pueden precisar cuánto tiempo la vieron allí, en Tango de Buenos Aires. Pero un día no la vieron más. "Se cansó" comentó alguien y otro reafirmó "Y sí, mucho jovato... No era vida para una pendeja como ella". Y palabras más o menos, ahí bajó el telón y se olvidaron de la flaca, la morocha de piernas hermosas y lindo culo diría el intendente (ya lo dijimos pero es bueno recordarlo).
Sin embargo, una noche -creo que fue un sábado por la noche- con el boliche a tope de turistas y público, llegó la cana, los gorras, la yuta con cara de pocos amigos. Afuera, en la calle -que habían cortado y no pasaba un alma por ahí- dos camiones para transportar detenidos, patrulleros, una ambulancia y hasta una morguera, por las dudas.
Los dos que terminaron con las manos atrás, esposadas, fueron Mario y Esteban. Ramiro, esa noche justamente, había avisado que estaría en la quinta de unos amigos. Cosas del padrino, seguramente.
El caso fue que la flaca, la morocha de lindas piernas y lindo culo (ya saben quién lo dijo) era parte de una investigación que se había iniciado hacía meses atrás, por la denuncia de una tía-abuela de una de las niñas que fueron al boliche de tango y nunca más se supo. Ahí empezaron a hurgar los polis, disfrazados de lo que fuere. Hasta que le tocó el turno a la flaca que hizo lo suyo con no poco riesgo.
- La operatoria de estos hijos de puta era sencilla: engatuzaban a las minas, les hacían la caida, que fumar un fasito, que vení date un saque que se siente más, llegaba la otra droga, la que te apoliya, y chau picho: la cargaban y la llevaban al prosti clande al que se la habían vendido. Y ahí, ya la pobre perdía en serio. Si no hubiera sido por esta investigación, las 15 chicas que estaban obligadas a prostituirse en clandestinos de la provincia, no hubieran podido jamás zafar. Las tenían drogadas, poco alimentadas... Pero bueno, gracias a nuestra agente, la flaca de lindas piernas y lindo culo, reventamos esta red, ya que tenemos también a los compradores.

Los lindos culos de bikni roja siguen caminando frente al bar en la playa en los veranos, pero los tres alabadores de birra y sonrisas no están más. A pesar del padrino pata negra, también Ramiro terminó tocando el piano entintado y ahora cumplen una sentencia firme por trata, secuestro, privación ilegítima de la libertad, asociación ilícita y tantos otros delitos, así como multitud de infracciones municipales que acumularon sin hacerse cargo.
Hoy todavía se encuentra el portal de Tango de Buenos Aires on line y la ¿premonitoria? frase que se le ocurrió a alguien: "el que se bailaba de verdad en los prostíbulos del 900" continúa girando en torno al nombre del boliche. Un poco más abajo, el cartel "REGÍSTRESE" y en letra más chica: "Obtendrá descuentos y otros beneficios en Tango de Buenos Aires". Y por supuesto, el consabido "chicas gratis".
Heriberto Boccalandra

GLOSARIO

birra = cerveza
féminas = chicas, mujeres
boliche = bar
laburás = trabajás
deschavemos = descubramos
gorutas = custodios grandotes
yiraban = trotacalles, acto de
espejaime = expediente
El Cachafaz = famoso bailarín argentino.
El Morocho = Carlos Gardel
Pichuco = Aníbal Troilo
pibe = jovencito
minola = chica amigable
darse dique = darse corte
mina = chica, mujer
jovato = geronte, viejo
pendeja = adolescente mujer


cana = policía
gorras = policía
yuta = policía
morguera = camión para llevar muertos.
polis = policías
engatuzaban = engañaban
la caída = teatro para mentír
fasito = cigarrillo de marihuana
un saque = inhalar una línea de coca
apoliya = duerme
chau picho = se terminó
prosti = prostituta
clande = clandestino
pata negra = apelativo a policía PBA
piano entintado = toma huellas digitales


Le mandé un mail a mi amiguísimo Heriberto Boccalandra, periodista y escritor, pidiéndole que escribiera algo con la idea que le pasé. Hace rato que me envió lo que leyeron y la demora en publicarlo estriba en la edición. Pero me parece que vale la pena. ¿Es una alegoría...?
Gracias por su visita.

viernes, 13 de enero de 2017

Esclava anal de mi vecino viejo

Esclava anal de mi vecino viejo
Éste es un relato que me recomendó un íntimo amigo -íntimo en todo el sentido y significado de la palabra-, suponiendo que me gustaría. Me gustó y mucho. Lo comparto con ustedes y espero que surta el mismo efecto y reacción que provocó en mí.

Soy Maria del Carmen; tengo 23 años y estoy casada hace dos años con un hombre maravilloso. Con Victor, Recién casados, decidimos independizarnos y vivir donde nos lo permitiera nuestro bolsillo, nos propusimos empezar de abajo y sin ninguna ayuda de nuestras familias. Es así como empezamos nuestras vivas en un barrio común y corriente de la ciudad, donde habían tanto casas bonitas como otras bastante feas, y la variedad de estas también corría para con la gente que las habitaba. Por nuestra parte no socializábamos mucho con nuestros vecinos, incluso a Victor le caía bastante mal nuestro vecino de junto; decía que me miraba bastante y ni siquiera era disimulado como los demás; mas de un encontrón habían tenido por ese tipo de boberías. 
A mi parecer Don Roberto, que es nuestro vecino, con sus cincuenta y tantos años a cuestas; una barriga cervecera y un rostro de ogro malas pulgas, nunca había tenido la oportunidad de observar tan de cerca una “mujer tan atractiva”, cuando le decía esto a mi marido lo relajaba y me devolvía una sonrisa. Además la esposa del viejo, Doña Raquel, era una señora muy amorosa y me entretenía conversando con ella cuando venia a pedirme algo de vez en cuando; así que le pedía a Victor que no fuera tan antipático con los vecinos de junto. 
Por otro lado, y a decir verdad, nuestra intimidad era bastante relajada; por mi lado nunca había estado en la cama con otro hombre que no fuera Victor y él, aunque con bastante mas experiencia, me trataba con mucho respeto; ¿quién sabe? Quizá no quería hacerme sentir incomoda. En cierta forma, yo sabia que no me llenaba en la cama, pero me lo negaba a mí misma.
Bueno, creo que con esta pequeña introducción, se darán cuenta de cómo estaba mi vida; en general bastante normal y por lo mismo, si me hubieran dicho lo que iba a pasar nunca lo hubiera creído.
Todo empezó hace unos seis meses. Como ya les dije, la vida sexual con Victor no era muy buena; lo que quiero decir es que me hacia sentir que no lo complacía como hombre y eso me apagaba como mujer. Cada vez me fui sintiendo mas necesitada. 
Una tarde hacia tanto calor que me puse unos leggins ajustados, una blusa bastante ligera, y salí por unos refrescos. En la calle me percate que mas de alguna mirada iba dirigida descaradamente a mi trasero. Lo mas sorprendente fue que me di cuenta que me excitaba, cuando veía a algún viejo verde o a algún chiquillo mirando mi cuerpo me mojaba y no podía evitar caminar de forma sensual para provocar mas miradas. 
Cuando empezaron los dichos atrevidos como “mira que culazo”; “buenas nalgas señorita”; “tienes cara de mamadora” o “te gusta parar vergas”, mi excitación ya era demasiada. Llegue a casa solo a encerrarme en el baño a masturbarme, y no les miento cuando les digo que estuve cerca de una hora orgasmo tras orgasmo, fue genial. Fue ese día que nunca olvidare, fueron los recuerdos de esas miradas y de esos atrevimientos de hombres ¡excitados y deseosos! los que me dejaron satisfecha, mi noche fue tranquila y relajada, si que me sentía bien, pero no duro mucho. A la mañana siguiente Victor ya no estaba, se había ido a trabajar, y yo me quede sola con los recuerdos. No me tarde mucho en tomar los mismos leggins y una tanga que se notaba por debajo y salir a caminar, solo a caminar, a observar y a escuchar. Los comentarios sucios no demoraron en aparecer y lo ocurrido el día anterior volvió a suceder. 
 

Al día siguiente volví a salir, y el siguiente y el siguiente. Empecé a hacer mas ejercicio para verme mejor, me compre maquillajes mas coloridos e incluso practicaba las formas de caminar mas sensuales. Definitivamente era feliz con mi nuevo hobby, me daba cuenta que las miradas y sobre todo los dichos de aquellos extraños en la calle me llenaban de erotismo, me hacían sentir mujer, y en un barrio de esas características no era difícil encontrar algún sujeto que te mirara descaradamente y te dijera alguna grosería, incluso la diferencia de estatus social me provocaba locas ideas que resultaban en excitación, era como una BELLA PRINCESA entre plebeyos hambrientos y deseosos de CARNE FRESCA….sucios y mal olientes plebeyos deseosos de mi Carne. Un día que estaba muy excitada; fue un Miércoles, si, si que lo recuerdo. Esa mañana en especial estaba muy inquieta, y pensé que esa salida debía ser especial. Me puse una falda a medio muslo, bastante ligera para que destacara la forma de mis nalgas, desnudas pues mi pequeña tanga ya había sido absorbido por ellas; deje mi cintura al aire libre y unas sandalias con taco completaban mi increíble atuendo. 
Salí de casa dispuesta a llamar la atención de cualquier hombre que se me cruzara por delante. Camine mucho ese día y escuche muchos comentarios asquerosos. Al rato de haber salido de casa, cruce el Parque Central y un viejo malviviente estaba sentado en una banca. Desde que lo vi de lejos sabia que me iba a decir algo fuerte, incluso sentí cierta emoción cuando me acercaba con mi caminar coqueto mejor ensayado. Pase junto a él y lo escuche, es imborrable en mi memoria, él me dijo con una voz carraspera y hasta podría decir malévola “Déjame lamer tu ano, PUTA”. Sentí una verdadera carga eléctrica recorrer mi cuerpo, me sentí empapada de un instante a otro, fue como un orgasmo instantáneo. Pare por un segundo y luego como pude seguí caminando, asustada, emocionada y sobre todo excitada. Nunca me habían llamado así, de pronto todo era tan claro, así me gustaba sentirme; sucia, provocativa, rastrera ¡toda una PUTA!. En esos momentos solo quería estar en casa, necesitaba masturbarme. Me di cuenta que había caminado mucho, estaba lejos y me sentía ansiosa. Decidí tomar el autobús, me dirigí a la parada mas próxima y me subí al primero que iba en dirección Sur. 
Cuando llegue a casa me dirigí directamente al baño, di el agua para darme un baño de tina. Planeaba quedarme ay por un par de horas; tocándome, excitándome, autosatisfaciéndome. Estaba desesperada y ansiosa “déjame lamer tu ano ¡PUTA!” sonaba en mi cabeza y me producía escalofríos. La tina estaba casi llena y me disponía a cerrar la puerta del baño cuando sonó la campana de la puerta,«mierda, ¿quien puede ser?» pensé. No acababa de decidir si atender a la puerta o no cuando tocaron otra vez. Cerré la llave de la tina y fui a ver quien tocaba, no quería que nada me distrajera y un payaso tocando insistentemente a la puerta claro que me distraería. 
Abrí la puerta y ay estaba, Don Roberto, nuestro vecino. Apenas le abrí su mirada se fijo en mis caderas, eso me excito, no lo puedo negar. Primero me pidió disculpas por la molestia y luego recorriéndome el cuerpo con la mirada me pidió un poco de azúcar, lo que no me extraño ya que siempre nos están pidiendo algo, pero la que generalmente pide el azúcar es Doña Raquel por lo que pregunte por ella. Me dijo en tono de broma que ella estaba enferma y que por eso era él quien me molestaba. Me di un momento observando como me devoraba con los ojos, me gusto como me miraba, me excitaba. Le pedí que pasara y que me acompañara mientras le llenaba el tazón que traía para llevarse el azúcar. Camine a la cocina sabiendo que el me seguía sin perder de vista mi intencionalmente meneado trasero; en el camino entendí porque me miraba así, me había salpicado agua de la tina a la falda y esta estaba pegada a mis nalgas, mi tracero casi estaba al desnudo para el deleite del viejo. 
Me preocupo por un momento la impresión que podía darle, quizás podría comentarlo con Victor, o pensaría que soy una provocadora, esto ultimo me excito y los problemas que podría tener con mi marido no me importaron, los vi muy lejanos; mi excitación me pedía que jugara con Don Roberto, quería verlo deseándome, me estremecía al pensar que estaba sola en la casa con un viejo verde que solo quería probar mi cuerpo. Instintivamente mi tracero se paro, mis hombros se fueron atrás y mi caminar se volvió exquisitamente sexy pero casual a la vez. Cuando llegamos a la cocina, me incline en ángulo recto para coger el azúcar del gabinete de abajo, me demore simulando que no la encontraba; cuando por fin la encontré me di vuelta y pude ver como el vejete se enderezaba. 
Casi me volví loca al pensar que ese viejo me había visto el trasero. Mire su pantalón y me di cuenta de su erección, él se dio cuenta que le miraba el bulto pero no dijo nada así como yo no dije nada al sorprenderlo mirando bajo mi falda. Estaba como loca, estaba muy nerviosa, pero no nerviosa de forma común y corriente sino de esa forma que solo la excitación extrema puede provocar. Le pedí que acercara el recipiente que traía, se acerco y lo apoyo sobre los gabinetes; empecé a llenar el tazón, pero de a poco, quería que ese momento durara lo mas posible. Sus ojos llegaban a la altura de mi cuello, lo tenia a treinta centímetros de mí y me miraba descaradamente, su excitación…no, no puedo llamar lo que vi excitación, era calentura; ese viejo me quería comer mis nalgas y yo lo sabia y me excitaba y más aun me excitaba que yo se las estaba mostrando, era una putita calentando a un vejete verde. Termine de llenar el tazón de azúcar y me volví dándole la espalda, cerré los ojos y suspire sin que él me viera; me quede ay contra los muebles de la cocina simulando que ordenaba algo. Era conciente que el me miraba de atrás y el no saber donde tenia plantada la mirada me generaba ideas demasiado provocativas. 
─Sabes Maria, tienes unas piernas preciosas─ dijo Don Roberto, me quede helada. ─Espero no te moleste que te lo diga.
─ No─respondí, estaba inmóvil, supongo que parecí algo sumisa porque prosiguió.
─Y esa cintura, ¿estás yendo al gimnasio?.
Asentí con la cabeza, si le hubiera respondido con un “si” se hubiera escuchado mas como un gemido que como una palabra.
─Y esas nalgas, discúlpame que te lo diga, pero estas fantástica─ sentí como dio un paso hacia mí y luego poso suavemente sus manos en mi cintura ─Guauu…y tu piel es suave como la seda.
─Gracias Don Roberto ─dije nerviosa. 
Sus manos empezaron a moverse suavemente sobre mis caderas. El hecho de estar en esas condiciones, con un viejo mirándome descaradamente y a la vez tocando y sintiendo mi piel, no hacia mas que acrecentar mi excitación; me limite a escucharlo y tratar de disimular mi estado lo mejor posible. 
─Tienes un cuerpazo, y hace algún tiempo lo estas mostrando descaradamente….deberías cuidarte, podría pasarte algo…además te deben decir muchas groserías en la calle─ dijo cerca de mi oído. 
Apoyo su bulto en mi trasero, pude sentir sobre mis nalgas su excitación, una palpitante excitación. El maldito me estaba apoyando y descaradamente. Yo era la mujer de su vecino, de ese vecino que no le agradaba mucho… 
Maldición, era un viejo que se aprovechaba de mi, un viejo que podía ser mi padre y además era el enemigo de mi esposo. Sentía un bulto que no era el de Victor y cuando era lo suficientemente fuerte para murmurar un “no, ya basta” mi cuerpo no me apoyaba. Incluso empecé a rozar mi culo contra sus pantalones, con mis nalgas trataba lenta y suavemente de atrapar ese miembro palpitante; era un movimiento sutil pero estoy segura que lo sentía. Era obvio que lo sentía, porque empezó a puntearme con más fuerza, no mucha pero fue notorio. Estaba haciendo realidad los sucios deseos de aquel viejo y no tenia fuerzas para evitar que abusara de mi cuerpo. Sus manos me rodearon suavemente hasta atrapar mis nalgas. 
─Que culote─ susurro en mi oído.
¡Se refirió vulgarmente a mi tracero!. Esas grosería que escuchaba en la calle, ahora me las decían al oído. Mis manos se apoyaron fuertemente en las de él sobre mis nalgas.
─Ya basta, suélteme Don Roberto ─ pedí, pero mis manos se apretaron contra mí, mi cuerpo no tenia intención de resistirse y entendí que me excitaba pedir un alto y no obtenerlo; que aquel viejo no me hiciera caso; que su calentura fuera mas fuerte, me sentía deseada y abusada pero sobre todo muerta de excitación. 
Me apretaba las nalgas con pasión; los amasaba fuertemente murmurándome al oído que estaban grandes y firmes. Me empezó a puntear con más fuerza; tuve que apoyarme contra el mueble de la cocina para no perder el equilibrio, sus manos me apretaban las nalgas y su cuerpo me apretaba la cintura contra los gabinetes, para conservar su bulto a la altura de mis nalgas tuve que flectar ligeramente las piernas. Estaba fuera de mí, no dejaba de pensar en lo morboso de la situación; ese viejo que todas las noches compartía la cama con esa mujer vieja que es Raquel, ahora tenia un cuerpo mucho más joven y bastante mejor formado para darse gusto, y ese cuerpo era mío, una mujer casada; la esposa de su intachable vecino, y se estaba dejando hacer solo por perra; POR PUTA. 
Estuvo un rato masajeándome las nalgas y apretando una y otra vez su paquete contra mi trasero. Yo estaba loca, parecía tener un orgasmo atorado en mi interior; cualquiera podría decir que la escasa sensatez que me quedaba me impedía entregarle el placer del triunfo a aquel viejo maldito; pero no, no era esa la razón, solo quería que eso explotará dentro de mí, la idea de sentirme dominada por Don Roberto me estremecía. El viejo apoyo una de sus manos sobre la parte superior de mi muslo derecho, de a poco fue subiendo la falda hasta que pudo acariciar la piel de mi pierna, me acaricio con bravura; me voltee un momento y vi como observaba sus movimientos por debajo de mi falda. Su rostro era enfermizo, parecía un lunático, su arrugado rostro delataba un placer morboso. Cuando repentinamente tomo la falda y la dio vuelta sobre mi espalda, la sonrisa de deleite que mostró al ver mi pequeña prenda interior atrapada entre mis redondas nalgas, instintivamente me hizo parar aun más mi tracero, mostrándola en su máximo esplendor. 
─Eso, muéstrame el culo como debe ser─ comentó mientras me plantaba una fuerte palmada en mi trasero. Su comentario, mezclado con el fuerte sonido de su palmazo, me hicieron comprender que ya no había vuelta atrás, mi excitación era demasiado fuerte y no podía renegar de ella.; Don Roberto me tenia en sus viejas y asquerosas manos. 
Mientras seguía admirando mi trasero, tomo mis nalgas y las separó, para apoyar sobre la línea de mi tanga el grueso bulto que se le notaba en los pantalones. Cuando soltó mis nalgas sentí entre ellas las palpitaciones de su excitado miembro y enterré mi cola bajo su barriga. Me tomó de las caderas desnudas y me apoyó su paquete con fuerza, incluso pude oír un pequeño gemido de parte de él, a la vez que a mí se me salía uno mas evidente. 
─Uyyy….mueve tu culo Maria…menéalo como a los hombres nos gusta verlo─dijo. 

Obedecí y pare lo mas que pude mi tracero, la empecé a mover suavemente de lado a lado mientras rozaba su pantalón. Me voltee un instante; me excitaba ver su rostro, el viejo estaba en la gloria y el morbo de la situación me tenia en la gloria a mí. Las palmadas en mi trasero empezaron a sonar y sentí cosquillas de dolor en mis nalgas cuando el vejete gozaba golpeándolas; este dolor me hacia sentir mas abusada; a merced del ogro hambriento de carne humana que me había atrapado ese ogro que ahora iba a saciar sus mas sucias y degeneradas perversiones con mi cuerpo Don Roberto aparto su bulto de mi tracero, se paro junto a mí y apoyo su mano sobre la parte baja de mi espalda. Empezó a acariciar suavemente mi trasero, se paseaba de nalga en nalga, seguía por mis muslos y de vez en cuando acariciaba fugazmente mi entre pierna por sobre mi tanga. Deje de mover mi trasero, lamente un momento el cesé de los golpes pero pronto volvieron a aparecer y no volvieron solos. 
─¡¿Qué pasa?!, no he dicho que pares, ¡sigue meneando tu culote PUTITA!─exclamo mientras me plantaba un fuerte palmada.
─¿Cómo me llamó?…uuuyyy…Don Roberto …aaahhh….¿Cómo me llamó?.─balbucee como pude, mientras reanudaba descontroladamente el meneo de mi trasero.
─Puta…no eres más que una puta calentona…y además con un cuerpazo de miedo…no te preocupes que yo voy a clavártela puta….y en la cama de tu lindo marido. 
El dolor, mezclado con la increíble excitación que me provoco el haberlo escuchado llamarme puta, desencadenaron un orgasmo que resulto en fuertes gemidos y la tensión de todo mi cuerpo. Mientras gozaba con aquel sentir, la idea de que aquel viejo hablara mal de Victor, me excitaba aun más, mi primer orgasmo de ese día fue largo e intenso. 
─AAAhhhhhh, déjeme Don Roberto …uuuuyyyy….por favor─ gemía mientras recibía fuertes palmazos en mi culito. 
Me quede quieta sobre el mueble de cocina; Don Roberto se dio cuenta que acababa de tener un orgasmo y ya no me exigía que meneara el trasero, se limito a acariciarme o mejor dicho a manosearme mientras recobraba el aliento. Mi rostro estaba apoyado contra la pared, mis ojos cerrados y la fuerte respiración delataban mi pasividad. El viejo se acercó y metió su lengua por entre mis labios, jugo un momento dentro de mi boca y luego lamió mis labios y mejilla. De un solo tirón arranco mi falda y la tiro al suelo; yo reaccione y me aleje un metro de él. 
Hay estaba yo, frente al vecino, con una diminuta tanga, una pequeña blusa y parada sobre unas sandalias con taco. De seguro me veía increíble, porque la sonrisa del viejo era enfermizamente caliente. Se empezó a acariciar su bulto en frente de mí; la idea de que ese viejo se estuviera masturbando mirando mi cuerpo provoco el regreso de esos cosquilleos que creí extintos luego del orgasmo.
─Estas bien buena Maria, si que tiene suerte el hijo de puta de tu marido.
─Por favor, no se refiera así de él─ Increpe sin mucha convicción.
─Ja Ja..¿Cómo quieres que le llame?… ah si, cornudo, esa es la palabra, es un hijo de puta cornudo─dijo mientras se apretaba el bulto y me miraba a los ojos─ Acabo de manosear como he querido a su linda esposa, incluso le di un lindo beso y ahora la estoy mirando semi desnuda frente a mí mientras me corro una buena paja…definitivamente estas muy buena, mira esas piernas, ¡están de lujo!….Ahora quiero que desfiles para mí, que me muestres ese cuerpazo…¡Anda, camina como una perra! ¡caliéntame!. 
Dude, no me gustaba lo que había dicho pero era verdad; era una perra, una perra que quería seguir jugando o que jugaran con ella. Perdóname Victor, perdóname por no poder evitar entregarme como una puta. 
Camine lentamente frente a él. Mis pasos mejor ensayados se los mostré mientras le miraba el bulto en sus pantalones; sabia que le gustaba que le mirase ay y a mí me gustaba excitarlo; calentar a ese viejo, un viejo que nunca podría soñar con una mujer como yo, me provocaba demasiado. Cuando pasaba cerca suyo, no perdía oportunidad en darme una nalgada, a la vez que me llenaba de insultos llamándome puta o perra. Estaba en el cielo. 
─Eso señorita Maria, menéele el culo a este viejito caliente…muéstreme lo provocativa que puede ser la esposa del hijo de puta de mi vecino….que puta mas buena….¡y va a ser mía!…su cuerpo va a ser mío…¿no es cierto?….¿no es cierto Maria? ….¿no es cierto perra?….¡Vamos, responde!─El viejo se cruzo en mi camino, me tomo de las caderas, y me miro a los ojos con una mueca de satisfacción interrumpida en la cara.
─Si….si Don Roberto …mi cuerpo será suyo…y lo será como a usted le plazca─respondí. Sumisa frente al avance de sus manos, que me abrían las nalgas.
─¿Te gusta que te manoseen ese culote?…a las putas como tú les gusta. ─Si Don Roberto, me gusta que me abran mi culote─decir culote, refiriéndome a mi propio tracero me gustó. Sus manos abrían con fuerza mis nagas, sentía como se abria y se dilataba mi ano.
─¿Y te gusta que te lo chupen?,¿quieres ser mi puta anal?….que lindo culo Maria, seguro a tu estúpido marido también le gusta─dijo mientras empezaba a lamer mis nalgas.
─Si, a él le gusta mucho Don Roberto ─respondí sin perder de vista su lengua─se siente orgulloso de ser el único que lo ha besado.
Al escuchar esto me las apretó con fuerza, mientras el lamer de mis nalgas se trasformo en chupadas y mordiscos descontrolados, Victor jamás me había besado así; me sentía muy deseada y sucia a la vez por permitirle a aquel viejo asqueroso manosearme de esa manera, posaba sus manos sobre mi trasero, me apretaba y acariciaba las nalgas violentamente.
─Y tu culo…mierda, que bueno esta, tienes un culo de ensueño puta…y quien te lo esta sobando soy yo….aaaaahhhh…y no ese marica de tu marido….que culazo puta….¿te gusta que te toquen el culo perra?.
─Adoro que me manoseen el culo Don Roberto ….¡uuuuyyyyy!…. adoro calentar a viejos como usted…..aaaaayyyyy…..adoro que abusen de mi culito…..aaaayyyyy no, no esta bien…ay ay, por favor suélteme Don Roberto, por favor no abuse de mi─ dije como una bebita asustada, lo que encendió al viejo y volvió con sus fuertes y adorables palmadas sobre mis nalgas.
─Que puta eres Maria…una puta preciosa, mira esa carita de ángel…que labios mas hermosos…¿te gustaría que te premie con un dulce?─El viejo empezó a desabrochar su cinturón y cuando se iba a desabrochar el pantalón se arrepintió─anda, búscalo putita…muéstrale a este viejo lo que te gusta.
Era el momento, hasta ese instante no me había dado cuenta de lo ansiosa que estaba por portarme como una verdadera puta; había llegado el momento de hacer en vez de dejarme hacer y mi excitación iba en franco aumento.
─Ande señorita Maria, busque lo que le gusta a las perras como usted. Le aseguro que esta bien duro; bien duro en honor a usted. Anda putita, acaríciamelo─El viejo ya se habia dado cuenta del morbo que me provocaba que me dijera puta, y lo sabia aprovechar. 
Estaba asustada, sabia que era muy diferente dejarme tocar a provocar placer en otro hombre, y mas si era ese viejo a quien mi marido detestaba, pero estaba decidida a seguir jugando y me tenia loca la idea de entregarme a Don Roberto. Dejarme follar por aquel viejo verde me convertía en una puta, y eso me encantaba, quería ser una puta anal ansiosa de placer…de verga. 
Acerque mis manos al bulto de sus pantalones; el viejo suspiro de placer cuando apreté su paquete sintiendo la dureza de su miembro. Me miraba con una mueca extraña, como un violador burlón mira a su victima indefensa. Pude sentir un pené largo y grueso bajo la tela, me encantaba, aquel viejo si que estaba caliente, y me hacia sentir toda una hembra. Desabroche su pantalón y lo acaricie bajo su ropa interior, cerré los ojos para disfrutar la sensación de tocar aquella vieja barra de carne, una de mis manos atrapo sus peludos testículos, los que acaricie suavemente; la otra apretó fuertemente su mástil y con un sutil sube y baja lo empecé a masturbar. Me vio descuidada y volvió a meter su lengua en mi boca, parecía que había juntado saliva para inundar mi cara, era asqueroso pero excitante; devolví su beso como una niña dejándose hacer, como si fuera mi primer beso y luego me deje lamer la cara. 
La piel de su miembro era tersa por la rigidez de este; su glande estaba húmedo y manchaba mi mano cuando lo acariciaba. El tamaño de su miembro era mayor al de Victor y eso me excitaba, me calentaba la idea de que aquel viejo me brindara mas placer que mi marido; con sus años de mas, su barriga y su fea cara me iba a tomar como nunca lo había hecho mi amado esposo.
Don Roberto suavemente me oriento hacia la mesa de la cocina. Yo, sin soltar su miembro, lo seguí; ya estaba perdida, estaba hambrienta. 
─Ahora me la vas a chupar perra…le vas a chupar la polla a tu vecino─dijo Don Roberto cuando me obligaba a inclinarme sobre la mesa. Me dejo apoyada en un vértice de esta, dejando mi cabeza a la altura de su miembro y mi tracero bien levantaod por el otro lado. Mientras me acariciaba el culo, me empezó a dar pequeños golpes en la cara con su verga. 
 

─¿Qué te parece tu dulcecito? Eh perrita, ¿Te gusta?─ empezaron los increíbles palmazos en mis nalgas─¿Qué diría tu maridito si te viera con mi verga en la cara?….aaaaggghhh…¡anda! abre la boca puta.
─Mi marido nunca me ha pedido que se la chupe Don Roberto ─dije antes de desabrochar los ultimos botones de su camisa y pasar sensualmente mi lengua por su velluda barriga─ Su verga de viejo será la primera que saboree mi boca…. Usted Don Roberto va a ser el primero que meta su verga en mi boca. 
No podía creer lo que acababan de pronunciar mis labios; sabia que eso iba a calentar al viejo, y era consiente de que eso me calentaba, pero decirlo con esa mezcla de inocencia y sensualidad me asombraba. 
─Entonces abre la boca putita─dijo con su voz carrasposa. Primero repase su miembro con la lengua, él se inclinaba para poder verlo bajo su barriga. Recorría de la base de su gruesa verga hasta su húmedo glande, tenia un sabor a sudor con una pequeña esencia a orines; me gustaba, el sabor a calentura de viejo me gustaba, bañe su mastil con saliva y sus testículos también, que me sumergiera entre su vello para alcanzar sus testículos con mi lengua le encantaba, podía sentirlo en los apretones o palmadas en mis nalgas. Cuando bese su glande con mis labios cada una de sus manos apretó la respectiva nalga que tenia atrapada.
─Eso puta, chupamela…demuéstrame de lo que se ha perdido tu estúpido marido. 
Empecé a chupar su verga de forma hambrienta, mientras mis labios la recorrían de arriba hasta donde alcanzara a entrar en mi boca, mi mano apretaba y masturbaba lo que quedaba fuera de está; mi lengua acariciaba su glande sin descanso y mi tracero se meneaba sin cesar. Ya llevaba un rato así cuando empecé a bajar el ritmo. 
─¡Vamos puta!, sigue chupando….síguele chupando la polla a este viejo caliente─ exclamo mientras me pegaba fuertes palmazos en mis nalgas. 
Reanude mi ritmo, mi excitación había crecido. Al tratarme de puta y ordenarme que siguiera, me hacia mas deseable…mas puta…mas rastrera. Mientras chupaba no podía evitar emitir sonidos de gemidos atrapados en mi garganta, mi calentura se me notaba; y mas se notaba cuando disminuía el masaje en su verga, con la intención de que me volviera a gritar, a insultar y a darme palmazos como a una niña que no cumple con su tarea. 
─Me gustaría ver al hijo de puta de tu marido viendo como me la chupas…aaarrgg….el cuerpazo de mujer que tiene chupandosela a su despreciable vecino…mientras este le manosea su delicioso culo…aaaahhhh….eso puta, comete tu dulce, reverenda puta─decía sabiendo que yo me calentaba mas con sus insultos. 
Aparto su delicioso aparato de mí y se paro detrás mío. Agarro mis tangas y me los dejo a medio muslo. Lo mire, estaba mirándome el culo ya desnudo y mi entrepierna totalmente expuesta. Puso su mano sobre mi húmeda vagina y la acaricio impregnando mi escaso vello con mis propios flujos. 
─Estas toda abierta puta…como perra en celo─dijo mientras ponia la punta de su verga sobre mi ano.
─No Don Roberto, no me la meta….por favor…no me viole─implore sabiendo que no me haría caso; ya les dije, me encanta que no le importe si yo quiero o no.
─Estas loca porque te la metan…la muy puta…piensas que te voy a dejar así no mas…pues ahora me lo vas a pedir…me vas a pedir que te la meta…anda, pídeme que te atraviese….pídeme que te haga mía….pídeme que posea el cuerpo de la mujer de mi vecino…anda puta, no te la voy a meter hasta que me lo pidas─dijo el viejo mientras rozaba su glande en la entrada de mi ano. 
Estuvo un rato acariciándome el culo y la entrepierna con su falo, sus palmadas se mantenían sobre mis nalgas. Mi excitación me dominaba, estaba ese viejo manoseándome y mirando mi cuerpo desnudo a excepción de mi blusa mojada y ya no aguantaba las ganas de que me lo metiera. Me volví a mirarlo, nuestras miradas se encontraron, su sonrisa malévola me hacia sentir dominada y descontroladamente caliente. 
─Por favor Don Roberto ….aaaaayyyyyy….poséame…desquítese de Victor follando a su mujer…quiero sentir que abusa de mí…uuuuyyyyy….quiero sentir su gruesa verga dentro de mí….por favor Don Roberto, complázcame y seré suya para siempre…..para que desahogue su placer en mi cuerpo….por favor Don Roberto, calme mi calentura─ dije mirándolo a los ojos en forma suplicante, mientras yo misma acariciaba mi culo a la vez que lo meneaba como sabia que a él le gustaba. 
El viejo aguanto hasta que termino mi desesperada petición; se agasajo mirando mi excitado rostro mientras le pedía que me clavara esa verga. Lo deje de mirar cuando me tomo de las caderas, ubico la punta de su miembro y de una sola embestida me lo clavo completo. Su gruesa verga se abrió paso en mi interior como un taladro. 
Me saco un grito desgarrador, el dolor y el placer se mezclaban de forma exquisita entre mis piernas. Se quedo ay un momento, con toda su carne dentro de mí; nunca había sentido nada tan adentro. Me calentaba pensar en como me había dejado joder por el viejo vecino; la idea era repetitiva pero no podía dejar de excitarme. 
De pronto empezó el violento mete y saca, me tenia agarrada de las caderas y me empujaba hacia él con la misma fuerza que me estaba clavando. Pude sentir su barriga sobre la parte baja de mi espalda cuando se inclino para agarrarse de mis tetas; estaba sobre mi follandome salvajemente. 
Yo tenia las piernas juntas, amarradas por mis tangas a medio muslo, y mis codos, apoyados sobre la mesa, daban el espacio para que manoseara a placer mis excitados pechos. Me tenia montada como a una perra. 
 

─¡Aaaaaayyyyyyy!….¡me duele!…….¡uuuuuuyyyyyy!…….¡me parte!…….¡Don Robertooooo!…….¡NO PAREEEE!………¡NO, DÉJEME, NO PUEDO HACERLE ESTO A VICTOR!…….¡VIEJO ASQUEROSO!..¡¡¡DEJA DE VIOLARME!!!. ─¡CALLATE MALDITA PUTA!…..¡APENAS ESTOY EMPEZANDO!……¡QUE RICO ES CULIARTE!……AAAAARRRRGGGGG…….¡DIJISTE QUE SERIAS MIA SI TE LA METIA!…..¡ERES MIA MARIA!¡MAÑANA CUANDO TU HIJO DE PUTA MARIDO ESTE TRABAJANDO!….¡¡¡¡YO VENDRE A CULIARTE OTRA VEZ!!!!!…….¡Y ME VAS A ESPERAR, ESCUCHASTE, ME ESPERARAS PORQUE ESTARAS HAMBRIENTA POR ESTE VIEJO ASQUEROSO!─gritaba mientras me cogía.
─Si Don Roberto …..aaaayyyyyy….lo voy a esperar sumisa y complaciente…..¡dispuesta a todo!…..voy a ser su perrita…..uuuuyyyyy…….La mujer de Victor ¡VA A SER SU PERRAAAA!…..AAAAHHHHH…….AAAAAHHHHH─ Estallo mi segundo orgasmo, fue largo e intenso, pero no me dejo satisfecha; me dejo cansada y mas calmada pero no satisfecha, aun estaba hambrienta. 
El viejo se detuvo, no me lo saco, pero se quedo quieto parado detrás mío. No demore mucho en empezar a moverme en suave vaivén, ahora era yo la que me estaba comiendo su falo. Podía sentir como mis nalgas se pegaban a su ingle cuando mi culo se clavaba bajo su barriga. Me movía hacia la mesa sintiendo el roce de su miembro dentro de mi, para luego volver a clavármelo y sentir su peluda piel en mis muslos y nalgas. 
─Eso putita….comételo….muéstrame que te gusta…..muéstrame que te encanta─decía el vejete mientras acariciaba mi espalda.─Ahora mas rápido….¡mas rápido te dije¡─Volvió a azotar mis pompis con sus arrugadas manos.
Acelere el ritmo de mis movimientos. 
Él no se movía, era yo la que, bajo el yugo de sus palmazos, devoraba su herramienta por entre mis piernas en un mete y saca frenético, como una yegua complaciendo a su jinete. Sabia que le encantaba mirarme dándome placer con su verga, sabia que gozaba mientras me dejaba golpear con tal de mantener su falo dentro de mí. El sentirme como su puta; el escucharlo insultarme, e insultar a mi marido, me tenia descontrolada. Mi único control se basaba en dejar que abusara de mi cuerpo, con tal que siguiera gozándome, me mantenía sumisa ante él. 
Luego de un rato de gozar de mis movimientos, sorpresivamente se aparto de mí, sacándomelo y dejándome un gran vació entre las piernas. Me volví a ver que hacia y me asuste al verlo subiéndose los pantalones. 
 

─Siga Don Roberto …por favor, siga abusando de mí─suplique jadeante.
─Quiero seguir gozándote en tu cama puta, donde duermes con tu lindo maridito─dijo el viejo maldito.                                                                 ─No, por favor Don Roberto, no nos humille así. Por favor se lo pido, haga la que quiera conmigo ¡pero no lo humille así!─ rogué levantándome de la mesa. ─Solo por el placer de humillarlo a él, me voy a follar a su esposa en su propia cama y tú me vas a seguir; porque eres una perra hambrienta de verga y mi verga va a tu dormitorio. Y no demores puta o la leche que tengo guardada para ti, la voy a regar en su almohada─dijo sacando su desgarbado cuerpo de la cocina.
Me subí el tanga; mi blusa, esta vez mojada por mi propio sudor, seguía pegada a mi cuerpo. No podía creer que aquel viejo me hubiera dejado botada en la cocina, asegurando que no podría aguantar el deseo de seguirlo. 
Quería humillar a Victor follandome en nuestra cama matrimonial. Recogí mi pequeña falda y pensé en ponérmela, ir a buscar a ese maldito viejo y sacarlo de mi casa. Me excite, parecía una drogadicta afligida por falta de droga; necesitaba verga he iría por ella sin importar las consecuencias. Cuando entre en la habitación me sentía como una niña que asiste por primera vez a clases; estaba nerviosa, ansiosa y asustada, aun así camine con un andar sensual y orgulloso. 
Él estaba desnudo junto a la cama, solo conservaba unos viejos calcetines que al parecer no pensaba sacarse. 
─Ven acá Maria, ven donde mis manos te alcancen. Anda, complace a Don Roberto, este viejito que te dará tu merecido─dijo el miserable vejete. 
Me acerque a él, como me lo ordeno, sus manos recorrieron mi trasero y disfrutaba tirando de mi tanga para que este se apretara contra mi ano ya abierto, mientras su lengua subía hacia mi cuello y luego a mi cara donde inclusive se atrevió a besarme asquerosamente. Me excito. 
Le respondí como una vil zorra su asqueroso beso. Por primera vez sentía su piel peluda y arrugada abrazar mi cuerpo. Ya descontrolada, me entregue y le abrace por sobre los hombros dejando a su merced, y sin ninguna protección, todo mi cuerpo. Le Acaricie suavemente la nuca mientras me gozaba. 
Me aparto bruscamente, y esta vez fueron mis diminuta tanga la que fue apartada de mí de un fuerte tirón. Me tomo del brazo y me arrogó sobre la cama, caí de espaldas, dominada, entregada, excitada. Se masturbaba lentamente, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa mueca enfermiza que tanto me calentaba. 
─Abre tus piernas puta, muéstrale a este viejo como te entregas en la cama donde duermes con tu marido…. y pídemelo, pídeme que te tome, que te folle como a una puta─dijo el viejo con malicia. 
Lo mire, sabia que le gustaba verme a los ojos cuando lastimeramente le pedía que me tomara, cuando se lo pedía como una hembra desesperada. 
─Don Robertooooo….por favor…..poséame aquí…. en la cama que comparto con Victor─Abrí mis piernas lentamente, doblando mis rodillas expuse por completo mi intimidad, ofreciéndome como una puta─Anda viejo….aaayyyy….abusa de mi cuerpo…abusa del cuerpo de la mujer de otro hombre….uuuuyyyyyy….úsala como una puta.─continué, a la vez que mis manos recorrían suavemente mi entrepierna expuesta para él.─Don Roberto, venga tómeme…métame esa rica verga….goceme….anda viejo…culeame….viola a la hembra de tu vecino…desquítate conmigo…ande Don Roberto, desquítese usando mi cuerpo─cerré los ojos y voltee mi rostro, con eso me sumergí en la excitación que me acababa de provocar diciendo esas palabras, y le di a entender que el exuberante cuerpo desnudo sobre la cama: el cuerpo de la mujer del cabron de su vecino, era suyo. 
Basto sentir que subía a la cama, para que yo empezara a gemir delicadamente. Sentí la punta de su verga en mi ano. Mientras se hundía dentro de mí, sentí caer su barriga sobre mi esbelto vientre y su lengua empezar a recorrer mi cuello. Lo rodee con mis piernas, su fofa contextura me recordaban la diferencia de edad. 
Su velluda y arrugada piel se aplastaba ante la presión de mis muslos. Su respiración era pesada y ansiosa, parecía un perro desesperado. La idea de que me dejara gozar por un viejo que podría ser mi padre, un viejo regordete y feo; y que además era enemigo de mi marido, me calentaba de forma increíble. El mete y saca frenético, la follada que me estaba dando Don Roberto, me arrancaban gritos de placer, mi tercer orgasmo no tardo en llegar. 
Cansada pero aun entregada a las clavadas del viejo, abrí los ojos. La fotografía de mi boda sobre el velador, conmigo de novia y Victor sonriente junto a mí, era testigo del abuso de mi cuerpo. Mis ojos se pegaron en la fotografía, sentí lagrimas brotar de mis ojos y recorrer mis mejillas. Las lagrimas eran por un sentimiento de culpa, de culpa por no poder decirle que no a aquel viejo que se saciaba conmigo. Le pedí perdón a Victor, volví a apretar con mis piernas el cuerpo de mi violador; lo abrace; acaricie su peluda espalda; busque su jadeante boca y lo bese como la hembra hambrienta que era. 
─Dame mas fuerte….aaaahhhh….dame mas fuerte viejo asqueroso….perforame mas duro─gemía suplicante, pegada a sus labios y aun con lagrimas recorriendo mis mejillas. Se dio cuenta de mi tristeza lo que le provoco una risa burlona.
─Ya es tarde Maria…tu cuerpo ya es mío…siente mi verga….eres una perra asquerosa….sumida a los deseos de cualquiera que quiera darte verga…a cualquiera que quiera gozar de tu cuerpazo…..incluso este viejo que tienes montándote─me torturaba, provocándome oleadas de placer. 
Se incorporo sobre sus rodillas, junto mis piernas y las apoyo sobre su hombro derecho y continuo con fuertes embestidas, llegando a sacar su gallarda verga para luego enterrármela hasta lo mas profundo de un solo golpe. En esa posición, con mi culo nuevamente a la vista, golpeando su ingle bajo su barriga, y al alcance de sus manos, las nalgadas volvieron a resonar como latigazos de placer al compás de su vaivén. 
 

─Toma puta……¡¿así te gusta que te la claven?!…..aaaarrrrgggg….eres una niña mala que merece que le destrocen el culo ─balbuceaba aferrando mis piernas contra su pecho─¡Eso perra!….me encanta ver como se abre mas y mas tu culo….grita puta, sigue gritando….muéstrame como te gusta la verga; como te gusta que te metan la polla.

Sentí su miembro hundirse mas y mas, yo gritaba de dolor y placer, al sentir como me partia en dos,era increible el empalamiento que estaba sufriendo. El dolor me inundo; mis gritos parecieron incentivar sus embistes, que de suaves estocadas se convirtieron rápidamente en frenéticas puñaladas. 
─¡ME DUELE!…AAAAAAAHHHHHH…¡SACAMELO VIEJO ASQUEROSO!.. AAYYYYYY….¡ME DUELE!….¡AAAAYYYYY!….¡ME PARTE!, ¡DON ROBERTO!…AAYYY… ME ESTA PARTIENDO ….¡ME DUELE!─ grite a la vez que mis gritos se mezclaban con gemidos de placer─ ¡AAAYYYYY!….QUE RICO…..¡PARTEME EL CULO VIEJO DE MIERDA!…¡AAAAAAAAHHHHHH!….¡PERFORAME HASTA EL FONDO!. ─que culito mas apretado putita…eso, comételo todo….aaaaagggghhhh….¿me gustaría que tu marido me viera follandote el culo?…aaaarrggg…supiera lo perra que es su mujer…lo mucho que le gusta la verga….tanto que viene cualquier malviviente y se la clava en el culo….¡TOMA PUTA!….¡SIENTELO HASTA ADENTRO!─gruño mientras me embistió de tal manera que me sentí partida, llego mas adentro que nunca y fue tal el dolor que me provoco convulsiones de placer; estaba sufriendo el mas increíble orgasmo de toda mi vida, Saco su miembro de mi culo para así rocearme con sus chorros de semen. Mi cuello; mi cara, estaban siendo inundados de esperma de ese viejo asqueroso. 
─¡ANDA PERRITA!…¡AQUI TIENES TU LECHITA!…¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA!─gritaba. 
Su orgasmo me pareció infinito. Mi cuerpo recibía sus descargas de semen con hambre; entre increíbles contorsiones de placer, trataba de recibir hasta la ultima gota de leche sobre mi piel. Mis manos esparcieron su esperma por mi cara dándole un brillo excitante, mientras mis labios capturaban los restos que estuviesen a su alcance, devorando el exquisito elixir de su humillación. 
 

─Ay estas bañada de leche puta, saboréala, disfrútala como sé que te gusta. Así quedo la puta de mi vecino; la puta mujer de mi vecino….que culazo que tienes…y te lo acabo de dejar bien abierto─termino dándome un fuerte palmazo en el culo y dejando caer mis piernas hacia un costado se levanto. 
Quede exhausta sobre la cama, su ultima nalgada se notaba sobre mi trasero. Jadeante vi como se vestía, Junto a él la foto de mi matrimonio me recordaba que había sido humillada y abusada sobre la cama que compartía con Victor. Ese asqueroso viejo me había hecho suya; a mí, la mujer de su odiado vecino. Y ahora se vestía para dejarme ay, abusada, usada, vejada y violada pero sobre todo dominada, me hizo lo que quiso y ahora se iba; satisfecho. 
Recogió mis llaves de la casa, que estaban sobre el velador, vio la foto, la levanto para verla mejor, se volteo a verme y esa maldita mueca de placer volvió a aparcera en su cara. Tiro la foto junto a mí. 
─Nada me gustaría mas que quedarme y ver la cara de tu marido al verte bañada en mi leche, como una perra asquerosa─dijo el viejo guardándose las llaves─ pero prefiero que por ahora no se entere; ahora eres mía y pienso disfrutarte Maria. Ya llegará el día que goce humillándolo.
Me senté sobre la cama y me cubrí con las sabanas. Se acerco y apoyándome un dedo en la barbilla levanto mi rostro para que lo mirara.
─me llevo las llaves porque de ahora en adelante pienso entrar a esta casa cuando quiera─dijo con su vos carrasposa─Volveré después de comer, quiero que te des un baño y me esperes en la cama…con tu ajuar de novia puesto ¿escuchaste?─se me quedo mirando, esperando una respuesta─¿escuchaste?─volvió a preguntar.
─Si Don Roberto. 
Se fue, salió del dormitorio y luego sentí la puerta de la calle cerrarse. Me lleve las manos a la cara y llore; de vergüenza; de rabia; de alegría, no lo sé, solo sé que llore desnuda sobre la cama, sentía secarse el semen sobre mi piel, y mi ano me ardía. 
Las lagrimas escapaban por entre mis dedos para mojas las sabanas que me cubrían. Me di una ducha, me dispuse a hacer mis maletas; eran las doce del día. Por acá se suele comer como a las dos. Eso me daba dos horas para empacar he irme de ay. 
Llamaría a Victor de la casa de mis padres para que me fuera a buscar allá, y nos iríamos lejos, sin explicación de por medio. Él lo haría por mí, él me amaba y se iría conmigo sin preguntar nada, en un gesto romántico propio de él. 
Mientras empacaba encontré mi ajuar de novia, recordé las palabras de aquel viejo. Me calme, mi apuro se había desvanecido; mi total atención se fijo en las diminutas prendas blancas que cubrieron mi cuerpo en mi noche de bodas. Mis portaligas; mi brasier de encaje y el pequeño corales se deslizaron por entre mis dedos, estaban suaves y recordé lo mucho que le gustaban a Victor; decía que me veía hermosa, que podía estar muy cansado, pero apenas lo sorprendía con esas prendas adornando mi cuerpo, no aguantaba las ganas de hacerme el amor. 
Cuando me di cuenta ya las tenia puestas, estaba frente al espejo y me admiraba lo sensual que me veía; mi pequeña cintura, abriéndose en unas preciosas caderas, daba el soporte a mis pequeños corales. Me di media vuelta; el conjunto de ese hilo perdiéndose entre mis nalgas, con ese fino portaligas que rozando mi trasero se unían a mis ligas a medio muslo, me hacían ver increíble. Me extrañaba el nunca haberme detenido a verme. Camine mirando al espejo, me sentía sensual, me sentía como una hembra excitante…y me gustó. 
Me acerque lentamente a la cama. Mientras cambiaba las sabanas, a mi mente llegaron las imágenes de aquel viejo abusando de mí; ese viejo que compartía noche tras noche la cama con una vieja, había gozado de mi cuerpo, un cuerpazo como él mismo lo llamo, un cuerpo joven y hermoso de los que seguramente ni en su juventud pudo gozar; y yo….y yo lo había dejado, lo había dejado manosearme y luego penetrarme; era una perra…había sido su perra; su puta, solo porque me tomará, ese era mi precio, no pedía más, solo que me gozarán. 
Me metí entre las sabanas limpias, sentía mi ajuar apretando mi cuerpo; me recosté de lado dándole la espalda a la entrada del dormitorio, y espere. 
 

Recordé a Victor, sabia que él no llegaría hasta las siete, él estaba trabajando y nunca sospecharía lo que su mujer estaba haciendo en su ausencia. De pronto sonó la cerradura de la puerta de entrada; los pasos se dirigieron directamente a la habitación y luego junto a la cama; de un tirón la sabana que me cubría quedo a mis pies y un sonoro y burlón”guauuu”. 
Sentí el peso de otra persona en la cama y luego una áspera mano me tiro de la cintura. 
─Ven acá perrita. 
No voy a entrar en detalles con respecto a lo que Don Roberto me hizo esa tarde. Me penetro; me insulto; me dio de nalgadas; empezó penetrándome por atrás terminando en mi ano “te voy a dar de tragar después de que cagues mi semen puta” gimió cuando me llenaba con su semen. 
Después me obligo a chupárselo durante cerca de una hora, mientras me manoseaba, insultaba y me palmeaba el trasero, hasta que acabo en mi boca y me obligo a tragar toda su leche….volví a portarme como una puta. 
Los días pasaron y me convertí en una sumisa y obediente perra para el viejo, me hizo hacer muchas cosas que ni en mis peores sueños pensé que algún día me iba a ver obligada a hacer.

Esclava Anal
Gracias por su visita. 
SoledadFAB / sotanodefulana@gmail.com

martes, 10 de enero de 2017

Un break para el café...


Un break para el café...

Es verano, el calor apremiante y húmedo se hace sentir desde el antes del alba, espero la lancha sentada en el muelle implorando aunque sea sentir una suave brisa que me refresque, pero no, la brisa nunca llegaría. El viaje hasta el centro de la ciudad es una verdadera tortura y aunque las grises nubes van ocultando lentamente el sol abrazador, la densa y pegajosa humedad no alivia en nada el agobiante calor.

Son las ocho de la mañana, estoy entrando a mi oficina cuando escucho el sonido de mi móvil que anuncia la llegada de un mensaje de texto, acomodo mis cosas sobre el escritorio, preparo una taza de café y me siento tranquila a desayunar. Aprovecho ese momento de soledad, para revisar el mensaje recibido –pensando por el horario que era alguna publicidad- para mi sorpresa, no lo era, sino uno de él, mi compañerito de juegos, mi bello y querido compañerito.
- Buen día princesa ¿Cómo estás? ¿Vas a la ofi hoy?
- ¡Buen día bonito! ¡Bien, gracias! ¿Y vos? Ya estoy. – respondo.
- ¿Sale cafecito hoy? – pregunta.
- Para vos…siempre. –le digo.
- Daleee tipo once paso. –afirma.
- Buenísimo, te espero. –contesto.
- Te veo en un rato. Besos.
- Te espero. Besos.
Dejé el celular e intenté ponerme a trabajar para calmar la poco común ansiedad que sentía, pero no pude concentrarme en mis tareas, eso era una misión casi imposible. Tener esa breve conversación alteró mis sentidos, mis adormecidos demonios se habían despertado y solo querían jugar. Hacía mucho que no me sentía así, con esas ganas impresionantes de que llegase la hora de verlo, en vano regresaba a cumplir con mis obligaciones, casi enseguida volvía a mirar el reloj, daba la sensación que los minutos pasaban demasiado lentamente, como si por algún motivo el tiempo se hubiese detenido.
Mientras tanto el deseo iba creciendo dentro mío, las ganas de sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos apasionados mientras tira mi cabeza hacia atrás tomando mi pelo, sus dientes dando suaves mordiscos en mi cuello, en mis hombros. Cierro los ojos para repasar mentalmente alguno de los momentos que hemos pasamos juntos. Cómo lo deseo, necesito que venga y me haga suya aquí y ahora.
El cielo se había vestido de un gris tan oscuro que parecía negro, los truenos empezaban a irrumpir en el aire con su estruendoso sonido. En ese momento mis deseos de verlo le iban cediendo lugar al temor de que por el mal tiempo no viniese.
Parada frente a la ventana con una taza de café en las manos, observo caer la copiosa lluvia, mis esperanzas de verlo se desvanecen con cada gota de agua, con cada trueno que hace vibrar los vidrios de la ventana por la que absorta observo la cortina de agua que cae como presagio de un alivio que finalmente no llegará. Luego de una media hora la lluvia cesa dejando tras su paso solo una mayor y asfixiante humedad.
Cerca de las once y media suena el timbre de la oficina, mi corazón da un vuelco, mi pulso se aceleró, ¡Uuff me siento como una colegiala que va a su primera cita! Acomodo mi ropa, mi peinado, abro la puerta con una enorme sonrisa, realmente estaba feliz de verlo. Traspasa la puerta me toma en sus tiernos brazos acaricia mi espalda, me besa, me mira sonriendo.
- ¡Hola mi reina, que linda que estás! –dijo.
- Hola, gracias. – respondí casi con la mirada baja, sintiendo que mis mejillas se iban poniendo rosadas.
- Ja ja ja –larga una carcajada- ¿¡Hey que pasa bonita te pusiste colorada!? – comenta.
- Nada, no sé porque reaccioné así. –respondí incómoda por mi infantil reacción. El sonido del teléfono, me hace zafar del incómodo momento y mientras atiendo le indico con la mano que tome asiento en el escritorio que está al lado del mío.
Me mira sonriendo con picardía, asintiendo con la cabeza, mientras se acerca a mi lado, pasando por detrás de la silla, se para a mi lado, acerca su boca a mi oído y susurra ¿Nerviosa nenita? al tiempo que me da un chirlo en mi nalga derecha, asiento con la cabeza, ya que estaba imposibilitada de hablar por estar con un cliente al teléfono. Se aleja unos centímetros se sienta y me observa como quien estudia su presa. Terminada la conversación que mantenía por teléfono, me siento mirando a sus ojos le pregunto por sus vacaciones, me cuenta con detalle su viaje, se interesa por las mías, le cuento lo bien que la pasé.
- ¿Un café? – pregunte.
- Sí, pero uno chiquito. – pidió.
Al pasar frente a él, deliberadamente acaricia mi mano, me detengo observo su con detalle su rostro que ahora lucía una crecida y prolija barba canosa , me acerco tomo con ambas manos su cara, le beso con suave roce sus labios, me alejo dos pasos e intento girar para ir a preparar el café cuando siento que me agarra con fuerza la muñeca, tira de ella acercando mi cuerpo al suyo, parada frente a él lo abrazo con cariño él apoya su mejilla sobre mis tetas que habían quedado justo a la altura de su cara, levanta la vista mirando a mis ojos sonríe cómplice del mismo deseo hunde su cara en las tetas. Suspiro.
- ¡Mmmmm son realmente hermosas! – dice mientras las presiona fuerte, el deseo va en aumento, solo deseo sentirlo dentro mío, pero no sé a qué hora llegará mi compañero e intento alejarme nuevamente.
- ¡Shhh! Quietita! ¿A dónde querés ir? – pregunta mientras se levanta y muerde mi cuello a la vez que tira de mi pelo-
- A preparar el café. –digo buscando su mirada, esa mirada que había dejado de ser cálida para transformarse en una perversamente severa.
- No, el café lo dejás para después, ahora te quiero a vos…además vos lo tomás cortado y yo tengo mucha leche para darte. –dijo mientras abría mi blusa dejando mis pechos expuestos. Que lindos que son – repite mientras los amasa y los saca del sostén.
Se sienta, me atrae hacia él, toma mis pechos con ambas manos, los aprieta, los besa, mordisquea los pezones, me sostengo de sus brazos, acaricio su pelo y entrelazo mis dedos en él, siento la humedad creciendo en mi interior, desesperada busco su boca, quiero sentir su sabor, su lengua jugando con la mía, como sus dientes muerden mi labio inferior, nuevamente mi cuello, mi hombro, su lengua recorre mi cuello siguiendo el camino que lo haga llegar hasta nuevamente a mis pechos, toma uno con sus manos, mientras lo chupa empujo su cabeza sobre él buscando que los succione con más fuerza, siento que una de sus manos suelta mi pecho y va en busca del otro pezón lo presiona entre sus dedos al tiempo que lo gira de un lado a otra infringiendo cada vez más fuerza.
- Pará – le ruego. Por favor no sigas, estoy por acabar y si lo hago voy a empapar mi ropa y no tengo otra para cambiarme, eso sin contar que llamaría mucho la atención al volver a casa. – digo con la voz que empezaba a estar entrecortada.
Suena el teléfono, lo miro y con mi dedo índice señalo el escritorio como diciendo tengo que atender, duda un segundo, pero se corre para que pueda atenderlo, voy al escritorio tomo el aparato para responderlo, mientras lo hago siento sus manos que me tocan las nalgas, las acarician suave, les da otro chirlo, suelto un leve ¡Ay! La clienta me pregunta:
- ¿Qué pasó?
- Nada, giré la silla y me golpee la rodilla contra la pata del escritorio. –miento.
Mientras mi Señor sigue acariciando mi cadera lleva sus manos hacia mi concha, la acaricia, desprende el pantalón mete su mano dentro del mismo para jugar con mi vulva por unos minutos, luego los baja lentamente besando mis nalgas, mis piernas me indica que levante un pie, luego el otro para poder quitarlo, lo deja sobre una silla. Sus manos vuelven a posarse sobre mi vulva la acaricia, la aprieta, la manosea toda, mete sus dedos por entre mi culotte presiona los labios cerrándola, me muerde. ¡Por favor pará un segundo! Pienso ya que continúo con la clienta en la línea, respiro profundo para poder responder las preguntas absurdas e inoportunas de la cliente, cuando siento que me baja la ropa interior y con una regla de metal que encontró sobre el escritorio de mi compañero comienza a spankearme, cada plaf invade el ambiente, mientras cierro mi puño aprieto mis dientes para no gemir, sonrío presa de los nervios ya que estoy segura que el sonido resuena del otro lado de la línea. La adrenalina que genera la situación es tremenda (tener a una clienta en línea explicándome cosas, de las que tomo debida nota para no olvidarme, intentar mantener un tono de voz normal mientras él jugando conmigo, es sublime) aumenta tanto el placer que lo lleva a niveles insospechados, siento como el calor va subiendo en mi interior, el morbo estalla en mi cabeza mientras mis perversos demonios dan volteretas de alegría, mi lado oscuro había abierto sus puertas para que ellos salgan a jugar.
Me spankea, acaricia mi enrojecida nalga para calmar el picor, mete sus dedos dentro mío, los mueve cada movimiento aumenta mi placer mi deseo, sigo sin poder gemir ni acabar, sonrío busco ver su cara por encima de mi hombro está llena de morbo, uno tan especial que deja ver como disfruta el momento, tanto como nunca lo había hecho antes.
Termino la conversación, gimo de placer, inclino mi cuerpo sobre el escritorio saco la cola y espero el próximo chirlo al sentirlo siento una gran necesidad de acabar, cogeme por favor te necesito dentro mío. –le digo.
- ¿Querés pija putita? – pregunta, me da otro chirlo.
- Sí, quiero tu pija dentro mío, sentir como me embestís duro y más duro. – respondo.
- Me parece que las vacaciones hicieron que olvides tus modales, eso tendrá un precio, bonita. – masculló entre dientes.
Tirando de mi pelo me aleja del escritorio, me hace colocar las manos detrás de mi nuca, saca dos manitos sujeta papeles del cajón, pone una en cada pezón, me indica que me incline sobre mi silla para que mi culo quede más alto y cómodo para poder castigarme, y los broches rocen la silla con el movimiento, una palmada tras otra van picando cada vez más mientras siento que mi culo se va poniendo cada vez mas rojo. Cuando una pica demasiado grito ¡Ouuuch!
- ¿Pica, duele? –pregunta.
- Sí y mucho. – respondo.
- Pero a pesar de eso… seguís sin recordar tus modales, me parece que definitivamente las vacaciones te hicieron mal. – afirma.
- Lo siento Señor, le pido que me disculpe, pero la alegría de volver a verlo y el deseo de ser nuevamente suya es tan grande que me perdí en la emoción. – me excuso.
- Esos no son motivos para no recordar como debes comportarte, Zorrita. – asegura.
- Vuelvo a implorar su perdón, mi Señor. – suplico. Lo único que deseo es que me coja, esta demora me está matando, y mi culo sufriendo las terribles consecuencias de mi actuar ¿Me podré sentar mañana? Pensaba.
Se para detrás mío, acerca su pija a mí, me empala de una, se mueve una, dos, tres veces y acabo tan fuerte que dejo un enorme charco en el piso y expulso su pene de mi vagina.
- ¡Wowwww! Que squirt, nunca vi algo así. – comenta mientras vuelve a poner su pija en mi concha y su dedo dentro de mi culo sin dejar que mis nalgas descansen de sus chirlos.
Se mueve fuerte muy fuerte, acompaño con el movimiento de mis caderas su ritmo y llego de nuevo al orgasmo. La saca y me mete los dedos, primero uno después otro y otro y otro hasta tenerlos todos dentro mío, los mueve dentro y hace presión con su puño, el dolor se empieza a sentir, pero es un dolor placentero, excitante…gimo y acabo, pido mas y vuelvo a acabar.
- ¡Que linda zorra multi que sos! – dice.
- No pares por favor quiero más mucho mas. – suplico cuando siento que su mano empuja dentro mío y el placer me hace acabar otra y otra vez.
No sé cuánto tiempo estuvo practicándome el fisting, pero me dio muchísimo placer. Saca su mano pero deja dos dedos dentro e introduce su pulgar en mi culo, me pajea fuerte mientras regresa al spank, acaricia mi espalda con dulzura, el costado de mi pecho y sin que perciba su intención de repente tira del broche que seguía presionando mi pezón, siento dolor, mucho más del que alguna vez hubiese experimentado. Me gusta, me gusta en demasía creo que mi lado masoquista está saliendo a la luz.
- Bien putita, ya recibiste demasiado placer ahora me vas a recompensar, me vas a demostrar cuán agradecida estás, te vas a tomar toda mi leche. Arrodíllate y abrí grande la boca.
Hago lo que ordena, me arrodillo ante él con la boca bien abierta, me pone su pija en la boca para que la coja. Se detiene para dar otra orden.
- Quiero que la chupes y te tomes toda mi leche, cierro los labios alrededor de su pija dura, subo mi mano izquierda para pajearlo mientras la chupo toda, él me agarra del pelo para marcar el ritmo con el que desea que lo haga, me la mete hasta la garganta y la saca una y otra vez hasta que llena mi boca de leche, la limpio hasta sacar la última gota.
- ¡Muy bien putita, me encantó! – dijo mientras toma mis brazos para ayudarme a levantar.
Con cuidado quita los broches de mis adoloridos y sensibles pezones, le da un suave beso a cada uno y los vuelve a poner dentro del sostén, el roce con la tela es doloroso. Toma mi mentón levanta levemente mi cara para darme otro beso lleno de pasión, vuelve a morder mi labio, un último chirlo y otro sabroso beso.
Se aleja sonriendo lleno de satisfacción, sabe perfectamente que dejo su marca a fuego.
Al entrar al baño, mientras yo me visto, dice sin mirarme.
- Ahora sí, quiero ese café...