martes, 24 de enero de 2017

Historias de Buenos Aires*

Historias de Buenos Aires*


Se conocieron en un bar de la costa. La coincidencia por la birra o la atención que les despertó el mismo culo los hicieron sonreír antes de lanzarse a los comentarios habituales sobre las distintas partes del cuerpo de una mujer que los susodichos parecían definir como forenses. Eran tres, los dos de una mesa y el solitario de la otra. Mario, Ramiro y Esteban, en ese orden. Aunque las edades no estaban dentro del mismo marco. Mario era el más chico, con 25; Ramiro alcanzaba los 30 y Esteban daba la vuelta en la mitad de los 36. De todas maneras, el culo de aquella desconocida que pasó frente a ellos dentro de un bikini rojo sirvió como lacre para sellar esa incipiente amistad que parecía "del verano" pero que trocó en una sociedad férrea y de intereses compartidos.
Si en algo coincidían los tres, además de su feraz inclinación por las féminas, era en que querían hacer mucha plata, contar dinero en billetes grandes, organizar "algo" que les reportara ingentes ganancias. Pero ¿Cómo hacer algo así sin tener que caminar por la frontera entre la sociedad honesta y el delito? Ninguno de ellos militaba en algún partido político, así que la variante "cargo electivo" quedaba descartada como una futura captación de fondos e influencias que permitiera el monto permanente de ingresos múltiples.
- Un boliche también tiene que dar -esbozó Ramiro en una de las tardes de café eterno en la esquina más porteña de Buenos Aires.
- Puede ser, si tiene éxito y lo laburás bien y... -cortó Esteban.
- No, pará, no tirés mala onda... Pensemos en un boliche y rodeémoslo de éxito, luces, buena onda... -siguió Ramiro mirando a la avenida que terminaba, mucho más allá, en el bajo.
- Pero está lleno de boliches y muy buenos -terció Mario que revolvía el café por enésima vez.
- Alto típico, para el turismo... -dijo Esteban como si fuera el reflejo de su pensamiento antes que un aporte directo.
- ¡Eso es! -exclamó Ramiro- Un boliche para turistas... -se exaltó, sonriente al tiempo que bebía la copita de caña dulce.
La aparente euforia devino silencio como si los tres rumiaran sus propios proyectos sobre cuál sería el perfil del boliche para turistas.
- Ya sé -cortó Mario- ¡Una tanguería! -definió haciendo un gesto como si bailara sentado en la silla.
Los otros dos lo miraron entre asombrados y sarcásticos. Aunque al rato de ese silencio, comenzaron a tejer la trama que daría por resultado la inauguración de "Tango de Buenos Aires".
Los tres, acordado el objetivo y diseñado el cómo sería, se abocaron a la tarea de buscar accionistas para asumir los gastos e inversiones necesarias para concretar el proyecto.
No digamos cómo consiguieron el dinero. Si los damnificados no se quejaron o no llegaron a ese estadio, no seremos nosotros los que deschavemos a estos tres emprendedores dignos del mayor aplauso. No obstante, algún bocalarga sugirió que si zafaron fue porque el padrino de Ramiro era un alto oficial de la policía bonaerense y tenía en su lista a varios políticos muy comprometidos con "la causa"... Aunque no nunca supimos cuál era la tal "causa".
Desde la noche de la inauguración tuvieron buen público local y representantes de varias agencias de turismo. Los tangueros hicieron su parte llenando las dos pistas con cortes, quebradas, sentadas y taconeos varios y las señoritas, a la usanza del 30/40, luciendo polleras cortas y con abertura lateral, medias de red y zapatos negros de tacón alto como para hacer entrar en clima, si no por el tango, por lo que mostraban en ráfagas de giros y contragiros.
El bar vendió muy por arriba de las expectativas y no hubo incidentes fuleros ni borrachos arrojados a la calle por los gorutas que custodiaban la paz y las buenas costumbres dentro del boliche.
La verdad que lo encararon bien. Hicieron publicidad en las redes sociales, a través de amigos en portales, promocionando un espacio de sensualidad con la música más representativa y el baile más audaz y cercano que se bailaba en Buenos Aires desde que saltó de los prostíbulos del margen al centro de Esmeralda y Corrientes. Imprimieron opúsculos con profusión de fotografías de época y textos de aquí y de allá, que no respetaba el copyright, y lo entregaban a las agencias para que a su vez llegara a manos de la clientela extranjera.
En cuando a los locales, fueron las minas las que llegaron en bandada casi. La ecuación tango + turismo + dólares le movía el esqueleto a más de una, aunque no hubiera sido su trabajo el de controlar las baldosas mientras yiraban por aquí y por allí.
Pero chicas jovencitas también, interesadas por el tango en estos tiempos donde los clásicos se cantan en otros ritmos -y quedan bien- y se ensalza (o se ensalzaba) la música nacional.
Completaron el espejaime con "Academia de Tango" y alguien agregó la frase "el que se bailaba de verdad en los prostíbulos del 900". ¿No será fino? ¿Que espantaría a las chicas? No señor, al contrario. Fue como el papel matamoscas.
Los tres amigos hubieron de aprender a bailar tango como El Cachafaz ya que no podían ser los capos del boliche y no dar pie con ritmo. Así, salían a la pista con las siempre renovadas jovencitas que, chochas por estar con uno de los capos, se contorneaba a sus anchas mientras los violines pasaban del stacatto al continuo en el deslizamiento de "Por una cabeza" pero el de la película "Perfume de mujer", no el original d El Morocho.
Todos los días, manejándose con los promedios de las agencias de viaje, había buen espectáculo en el boliche. Cantores noveles y viejas figuras que por dos mangos volvían a recibir la luz tornasolada de los spots en un escenario limitado pero válido.
Nadie decía nada cuando un cantor, el bandoneonísta de alguna orquesta o algunos otros, se mandaban sus viajes de polvo blanco porque como dicen que le dijera Pichuco a Gardel -"Vení pibe, sé feliz"-, cada cual tenía su sobre...
Una de las tantas noches de espectáculo, llegó ella, la flaca de formas firmes pero no exageradas, lindas piernas, lindo culo como le diría el intendente de entonces, es decir, una minola justa para darse dique y lucirla en la pista.
Los tres evaluaron la situación y como siempre, dejaron que la mina eligiera y aquel que obtuviera la cucarda, alejaría a los otros dos de la carrera.
Resultó Esteban, "el jovato" el que encendió el corazón de la morocha y se los vio, después de sus vueltas y giros en la pista para goce de los turistas, muy acaramelados entre bambalinas donde las manos se multiplicaban y los roces eran continuos.
Algunos que la vieron y que se habían convertido en habituales del boliche, no pueden precisar cuánto tiempo la vieron allí, en Tango de Buenos Aires. Pero un día no la vieron más. "Se cansó" comentó alguien y otro reafirmó "Y sí, mucho jovato... No era vida para una pendeja como ella". Y palabras más o menos, ahí bajó el telón y se olvidaron de la flaca, la morocha de piernas hermosas y lindo culo diría el intendente (ya lo dijimos pero es bueno recordarlo).
Sin embargo, una noche -creo que fue un sábado por la noche- con el boliche a tope de turistas y público, llegó la cana, los gorras, la yuta con cara de pocos amigos. Afuera, en la calle -que habían cortado y no pasaba un alma por ahí- dos camiones para transportar detenidos, patrulleros, una ambulancia y hasta una morguera, por las dudas.
Los dos que terminaron con las manos atrás, esposadas, fueron Mario y Esteban. Ramiro, esa noche justamente, había avisado que estaría en la quinta de unos amigos. Cosas del padrino, seguramente.
El caso fue que la flaca, la morocha de lindas piernas y lindo culo (ya saben quién lo dijo) era parte de una investigación que se había iniciado hacía meses atrás, por la denuncia de una tía-abuela de una de las niñas que fueron al boliche de tango y nunca más se supo. Ahí empezaron a hurgar los polis, disfrazados de lo que fuere. Hasta que le tocó el turno a la flaca que hizo lo suyo con no poco riesgo.
- La operatoria de estos hijos de puta era sencilla: engatuzaban a las minas, les hacían la caida, que fumar un fasito, que vení date un saque que se siente más, llegaba la otra droga, la que te apoliya, y chau picho: la cargaban y la llevaban al prosti clande al que se la habían vendido. Y ahí, ya la pobre perdía en serio. Si no hubiera sido por esta investigación, las 15 chicas que estaban obligadas a prostituirse en clandestinos de la provincia, no hubieran podido jamás zafar. Las tenían drogadas, poco alimentadas... Pero bueno, gracias a nuestra agente, la flaca de lindas piernas y lindo culo, reventamos esta red, ya que tenemos también a los compradores.

Los lindos culos de bikni roja siguen caminando frente al bar en la playa en los veranos, pero los tres alabadores de birra y sonrisas no están más. A pesar del padrino pata negra, también Ramiro terminó tocando el piano entintado y ahora cumplen una sentencia firme por trata, secuestro, privación ilegítima de la libertad, asociación ilícita y tantos otros delitos, así como multitud de infracciones municipales que acumularon sin hacerse cargo.
Hoy todavía se encuentra el portal de Tango de Buenos Aires on line y la ¿premonitoria? frase que se le ocurrió a alguien: "el que se bailaba de verdad en los prostíbulos del 900" continúa girando en torno al nombre del boliche. Un poco más abajo, el cartel "REGÍSTRESE" y en letra más chica: "Obtendrá descuentos y otros beneficios en Tango de Buenos Aires". Y por supuesto, el consabido "chicas gratis".
Heriberto Boccalandra

GLOSARIO

birra = cerveza
féminas = chicas, mujeres
boliche = bar
laburás = trabajás
deschavemos = descubramos
gorutas = custodios grandotes
yiraban = trotacalles, acto de
espejaime = expediente
El Cachafaz = famoso bailarín argentino.
El Morocho = Carlos Gardel
Pichuco = Aníbal Troilo
pibe = jovencito
minola = chica amigable
darse dique = darse corte
mina = chica, mujer
jovato = geronte, viejo
pendeja = adolescente mujer


cana = policía
gorras = policía
yuta = policía
morguera = camión para llevar muertos.
polis = policías
engatuzaban = engañaban
la caída = teatro para mentír
fasito = cigarrillo de marihuana
un saque = inhalar una línea de coca
apoliya = duerme
chau picho = se terminó
prosti = prostituta
clande = clandestino
pata negra = apelativo a policía PBA
piano entintado = toma huellas digitales


Le mandé un mail a mi amiguísimo Heriberto Boccalandra, periodista y escritor, pidiéndole que escribiera algo con la idea que le pasé. Hace rato que me envió lo que leyeron y la demora en publicarlo estriba en la edición. Pero me parece que vale la pena. ¿Es una alegoría...?
Gracias por su visita.

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