martes, 30 de agosto de 2016

RAPE PLAY por GotitasDePasión

Nuevamente publicamos un relato de esta eximia escritora cuyo seudo y nick en Mazmorra es Gotitas de Pasión. No pierdan tiempo leyéndome y métanse en la historia. 

Vive sola en un pequeño y oscuro departamento, decorado de forma muy austera…su única compañía… sus propios demonios, los que habitan en su mente. Poseedora de “extrañas e infernales” imágenes de placer obtenido a través del dolor más extremo.

Lleva meses hablando por chat, con un Dominante sádico, ambos tienen sus mentes morbosas y perversas al máximo. –según ellos mismo reconocen-.

Ambos comparten la misma fantasía, vivir un Rape Play. El, un dominante secuestrador. Ella, una sumisa goreana, que solo goza con lo más excesivo, dispuesta a practicar esos juegos que muy pocas personas se animan.

Le contaba en sus charlas que estaba deseosa de ser una esclava 24/7 y que sea su amo, quien ha de colocarle un cinturón de castidad, el que también le marque a fuego sobre su blanca piel, el collar con sus iniciales… así siempre sería de su propiedad y todos lo sabrían.

Pero antes desea cumplir una fantasía, ser sometida por dos Amos que amen el sadismo tanto como ella.

Estas declaraciones no hicieron más que alimentar los demonios en la mente del dominante, exacerbando su morbo, potenciando sus crueles ideas.

Al finalizar una de las tantas prolongadas charlas nocturnas, ambos quedaban absolutamente deseosos del otro, con sus libidos completamente alteradas.

Finalmente decidieron que era el momento de hacer realidad sus fantasías,

Entonces… acuerdan la primera cita. Quedaron en encontrarse la tarde siguiente, en un bar del antiguo casco de la ciudad. Un lugar ideal ya que cuenta con calles de adoquines, con sus veredas angostas y las casas coloniales que le dan un aire muy especial, ideal para dos mentes oscuras.

Ese día el clima parecía haber sido seleccionado para ellos, era una tarde gris con neblina y llovizna, en un otoño tardío.

Ella no se presentó en el lugar, tal como había dicho, sino que camino al encuentro, su maquiavélico cerebro había urgido un plan tan siniestro y malvado que sólo era digno de una persona insensible en cuya conciencia solo habita la maldad -se quedó escondida en un pórtico cercano al bar, desde donde divisa a una mujer de cabello castaño largo, no muy alta, delgada que lleva un tapado verde oscuro, y zapatos de tacón negro; muy parecida a ella; que bebía un café.

Al verla, su supo inmediatamente que su idea de usar un reemplazo era posible. Sí, ella era perfecta, para saber que sentiría si secuestraban y torturaban a una desconocida, mientras ella era tan solo una clandestina voyeur.

Y… ¿Qué sentiría el Dom cuando se enterase de la verdad?

La noche empezaba a caer sobre la ciudad, cuando la extraña se levanta para irse, en ese momento, ella llama al dom y le describe a la mujer como si fuese ella misma.

La extraña habría caminado una cuadra, cuando él se acerca por detrás le apoya algo en la cintura y le dice caminá tranquila sino querés salir lastimada.

La mujer entra en pánico, su piel se languidece, no llega a comprender que es lo que sucede, pero hace caso

Tal y como se lo indican se sube al auto del lado del acompañante en el asiento trasero, le ponen un blindfold, para restringir su visión.

Está a punto de gritar cuando siente que a su lado, agazapado, hay un hombre. Siente que una tela toca su pierna, se sobresalta, presume que debajo hay un arma, pero se equivoca, lo único que tiene es un poco de cloroformo para dormirla. El Dom se sube al auto y maneja con rumbo desconocido.

Ella que no les perdió pisada, se sube al propio y los sigue a una distancia prudencial, para no ser detectada.

Realizan un recorrido de aproximadamente veinticinco minutos, llegan a una vieja casona rodeada por un gran parque; entran con el auto hasta el fondo y entre el Dom y su amigo bajan a la mujer adormecida.

La llevan a una mazmorra ubicada en el sótano de la vieja casa. Allí hay un potro, una cruz de San Andrés, varios grilletes colocados en las paredes, alrededor de la cama y cadenas que caen desde el techo.

- ¿Y ahora cómo hago para ver, cómo consigo entrar en esa casa? -pensó

Cuándo vió que había un ventiluz en un lateral de la casa, lo suficientemente grande para que ella -una mujer menuda- cupiera. Pasa a través de él cuando escucha ruidos. Apenas asoma la cabeza; una columna mantiene oculto su pequeño cuerpo, hace un panorama visual del lugar... "Realmente está muy bien equipado", piensa.

Puede ver que ponen a la desconocida sobre un colchón que está cubierto con sábanas negras, la desvisten, quintan el blindfold, le colocan grilletes en las muñecas y en los tobillos los que a su vez atan con cadenas a diversos ganchos ubicados en el techo para los brazos y los laterales del colchón para los tobillos; en la boca. Con el mero fin de que no grite le ponen un abrebocas o forcep bucal, de los que usan los otorrinos.

Dejan encendida una tenue luz amarilla y se van; la dejan sola, encadenada y amordazada.

Luego de unas horas bajan para ver si despertó

Sí, efectivamente estaba despierta, agitando todo lo que podía su cuerpo, intentando zafar de las cadenas, irritando su garganta con los fallidos intentos por gritar; buscando desesperadamente que alguien escuche su pedido ininteligible de auxilio. Su mente no entendía ¿Qué estaba pasando, porque se encontraba en ese lugar, en ropa interior, atada y amordazada, que era todo eso?

La sumisa que ya había ingresado al sótano, al ver la escena siente que la humedad crece en su interior, el deseo se apodera de ella. Está excitada como jamás lo había estado.

Cuando escucha el sonido de una puerta que se abre, unos pasos que se acercan, son de más de una persona, su miedo se acrecienta le tiembla todo el cuerpo.

El Dom y un auxiliar entran encapuchados para ver si había despertado, cuando la observaron lo primero que pensaron fue: "Que bien que se puso en el rol", hasta veían sus lágrimas rodar por las mejillas, comentaron, ¡Que buena actriz!

Llegan junto a ella, ven el pánico en su rostro, se desconciertan… Es tan real que no lo pueden creer, se miran y por un momento dudan. Sin embargo se sientan en la cama, y de un tirón le arrancan la ropa interior. Con sus manos, recorren todo su cuerpo.

- Linda piel para quemar, tan blanca tan suave, las marcas en ella, se verán preciosas.

Los ojos de la extraña parecen salirse de las órbitas, se mueve con furia en la cama y se escucha un sonido gutural con el cual pareciese gritar…¡¡¡¡Noooo!!!!

Uno de ellos se aleja de la cama y toma un pequeño mechero de un estante, lo pone sobre la mesa situada junto a la cama, lo enciende, toma una pinza y con ella calienta las agujas al rojo vivo, y así calientes las clavan en los pezones. Con cada pinchazo sacude su cuerpo, intenta un nuevo alarido; sus ojos son dos manantiales.

Una vez coronados de agujas calientes ambos pechos, y antes de azotarlos con un rebenque, vuelven a calentar las agujas con un soplete pequeño.

El dolor extremo hace que la pobre desconocida pierda la consciencia. Esperan unos minutos, como no reacciona, uno de ellos decide que hay que despertarla, para eso le baña la cara con lluvia dorada.

Al ver todo lo que sucedía, la fisgona que había cedido su lugar a la desconocida, comenzaba a tocarse deseando ser ella la que estuviese en esa cama.

Los Dom se miran con los ojos brillosos de satisfacción al ver que ella se despierta tosiendo ahogada por la orina.  Ambos ríen a carcajadas.

El que acaba de orinar a la pobre víctima inocente, mira a su compañero y le pregunta:

- ¿Qué haremos ahora con esta perra?

- Seguir jugando con ella, luego, haré lo que más desea, le pondré mi collar a fuego y por último nos la cogeremos ambos.

- ¿Te parece si le ponemos un espéculo y luego unas pinzas genitales?

La cara del Dom, brilló. Su macabra y sombría sonrisa le daba un aspecto terrorífico.

La pobre e indefensa sustituta, negaba con la cabeza, miraba a sus agresores con una súplica en los ojos, temerosa por lo que vendría.

El Dom se levanta y saca de adentro de un pequeño placard ubicado en una de las esquinas, un espéculo, un plug anal, unas pinzas quirúrgicas y unas pezoneras.

Las lágrimas volvieron a brotar de forma descontrolada de sus ojos, tanto que le nublaban la vista, mientras intentaba en vano sacar su mente de ese lugar, para dejar de sentir todo ese padecimiento.

El auxiliar le toma las piernas, se las flexiona para que el Dom le ponga el espéculo y el plug. Ella siente que tiran de su clítoris y lo prensan fuerte con algo que por el frío del material es de metal.  Los sonido guturales no dejan de salir de su garganta, sus mejillas empapadas de lágrimas reflejan todo su dolor, un dolor agudo que siente provocado por todo ese padecimiento que pareciera interminable.  No sabe cuánto tiempo lleva ahí, solo sabe de su agonía, de lo desvalida y desprotegida que se siente antes sus agresores.

Sus pensamientos comenzaban a perderse junto a su conciencia, justo cuando siente que le introducen algo frío en la vagina que le pellizca y tira de su útero, un dolor agudo le recorre el cuerpo haciendo que su espalda se arquee y le da escalofrío.

- ¡Basta, por favor basta! -gritaba en su mente- no me torturen más.

Pero su pesadilla, estaba lejos de terminar…

Mientras escondida detrás de una columna la verdadera sumi sigue observando. Sus deseos van en aumento, se siente arrepentida de lo que hizo, no por el sufrimiento de la pobre desconocida, sino por no poder ser ella quien disfrute de todo ese placer. Tiene ganas de gritar la verdad, ocupar el lugar de la desconocida, pero su morbo es más fuerte, decide callarse y seguir observando cómo sufre la chica y el placer de los Dom que se ve reflejado en sus rostros sonrientes en el brillo de sus ojos.

Uno de ellos se dirige a la fogata encendida en una improvisada hoguera, en la que arden las brasas que calientan el yunque con el que van a marcar a la pobre extraña.

Lo toma con cuidado, se acerca a la inerme víctima y sin piedad alguna marca su pelvis presionando con fuerza para quemar lo más profundo posible la piel.

- Ahora sí, serás mía para siempre, llevarás mi marca hasta el último de tus días, tal y como lo deseabas. –dice el Dom, mientras acaricia la suave piel de la chica.

Apenas afloja un poco sus cadenas para girar los grilletes que la sostienen con el fin de ponerla en cuatro y su asistente se acomode bajo ella. En ese momento retira el espéculo, el plug y sin tener la menor consideración ambos la penetran provocándole un sufrimiento tan intenso que pierde el conocimiento Sin tener la más mínima consideración, por el estado de ella, continúan abusándola hasta que ambos acaban.

La dejan inconsciente sobre la cama, se van. Cuándo estaban por cruzar la puerta la malvada sumisa aplaude y exclama:

- Magnífico, realmente son brillantes y absolutamente perversos, lástima que no he sido yo la destinataria de tanto placer.

Ambo se miran sin comprender que es lo que está sucediendo, ¿Quién esa mujer que emerge de las sombras sintiéndose complacida por todo lo que ha sucedido?

- ¿Quién es usted, qué hace acá, cómo entró? -pregunta incrédulo el Dom.

- Buenas noches, soy masocaextrema la sumisa con la que estuvo hablando todos estos meses. ¡Un placer Señor! –se presenta.

- ¿Cómo, que significa que usted es masocaextrema, entonces quién es la mujer que está en la cama? –pregunta absolutamente desconcertado.

- No lo sé, ella estaba en el bar, cuando lo llamé le di su descripción para que ella ocupe mi lugar. Por cierto entré por el ventiluz del costado y pude observar absolutamente todo lo que han hecho, fue muy placentero, jamás pensé que se podría infligir tanto dolor en tan poco tiempo.

Ambos hombres se miraron absortos, no podían creer lo que estaba sucediendo, habían torturado y abusado de una mujer inocente, por culpa de una loca.

- ¿Qué haremos ahora? ¿Cómo le explicaremos a esa pobre víctima lo sucedido? –se preguntaban ante semejante confesión.

- Bueno tampoco es tan grave, la ponen en el auto, la llevan a un descampado cercano a un lugar poblado y la dejan ahí tirada. Cuando despierte buscará ayuda. –respondió la sumisa sin inmutarse.

La miran con toda la furia que podía salir de sus entrañas. ¿Qué clase de monstruo es esta mujer que no siente la menor piedad por alguien a quien ella hizo padecer semejante tortura, haciéndola ocupar su lugar?

- ¡No! -sentenció el Dom- vos creaste esta situación, serás vos quien le diga cómo es que llegó a padecer todo ese sufrimiento innecesario.

- ¿Yo? No. ¿porque habría de hacer algo así, si fueron ustedes los que han actuado? -responde mirándolos con un dejo de ironía.

- Sí, fuimos nosotros, pero lo hicimos por tú engaño; todo el tiempo pensamos que eras vos la que estaba en esa cama. De modo que todo lo sucedido es tú responsabilidad y serás vos quien se haga cargo de ello -expresó con firmeza el Dom.

Con mucho cuidado desencadenan le sacan la mordaza, la tapan y la dejan que descanse. Mientras van a preparar algo para que coma cuando despierte, y unas vendas y medicamentos para hacerle unas curaciones básicas antes de llevarla al hospital.

Pero antes de irse, dejan atada y de rodillas sobre maíz con sal, a la malvada sumisa.

Media hora más tarde, el Dom regresa con una bandeja con comida, un vaso y una jarra con agua. Se sienta al lado de la cama y contempla con congoja en su mirada a la pobre víctima inocente, le acaricia el pelo y piensa: ¿Cómo podrá vivir de ahora en más esta pobre criatura, a la que le hemos convertido su mundo en cenizas? ¿Que nos ha hecho hacer esa bestia desalmada?

Levanta la vista y la mira con todo el odio, uno tan profundo que jamás pensó que sería capaz de sentir. El era sádico sí, pero con quien disfrutase que lo fuera, no en la vida en general, donde era una persona afable, con buen trato y respeto al prójimo; liberaba su costado cruel con sumisas que lo desearan.

Pero ella no, por eso se veía el pánico en sus ojos, tanto llanto y congoja. Se sentía un depravado, un ser digno de ser lapidado y todo por culpa de esa mujer sin moral, totalmente alienada.

No sabe cuánto tiempo había pasado desde que se sentó a cuidar el dulce sueño de su víctima, cuando escucha unos sonidos guturales que lo regresan a la realidad. Intenta acercarse a la chica, pero ésta se corre e intenta gritar, pero aunque no puede hacerlo, ya que se quedó sin voz, durante su tortura, lo mira espantada todo su cuerpo temblaba ante el temor de ser nuevamente martirizada. El Dom se acerca con cuidado, con una voz calma y un hablar lento, le dice:

- No temas, sé por lo que has pasado y te comprendo más de lo que piensas, nadie más arrepentido que yo, de todo lo sucedido y nadie más culpable que ella. –dice apuntando con el dedo a la sumisa arrodillada en el piso.

Entonces ella la mira sin comprender nada, todavía menos al ver a la otra mujer a la que acusan de ser culpable, que se encuentra encadenada de rodillas sobre maíz y sal gruesa, y que niega con la cabeza y los ojos desorbitados nuevamente por el temor.

- Por favor te pido que comas y bebas algo antes de seguir, necesito que lo hagas, para que te sientas mejor. –suplica el Dom.

Se niega rotundamente, por temor a que la quisiesen envenenar, ya no sabía que esperar de esas personas. El auxiliar, quien nota ese temor, toma un poco de la comida se la lleva a la boca, hace lo mismo con el agua, para que ella vea que nada malo le volverá a pasar.

Temblando se acerca a la fuente y bebe agua, se sentía deshidratada, necesitaba beber solo eso.

- Tranquila por favor no temas, ella te explicará, te aseguro tengo pruebas de que todo lo que escucharás no es más que la pura verdad, que ella no dirá nada por coerción.

La sumisa levanta la vista desafiante y con un tono en la voz digno de una esquizofrénica la mira y dice:

- Soy una sumisa extrema, gozo solo con el máximo de dolor, hace meses que el Señor y yo venimos conversando vía chat, para tener una sesión muy extrema, dónde él me hiciese todo lo que vos sufriste.

La extraña la mira con toda la incredulidad que es capaz de sentir, estaba cada vez más azorada. Pero nota que la empieza a mirar con furia.

- Prosigue. –la urge el Dom.

- Hace dos días quedamos en que nos encontraríamos en el bar, justo donde vos tomabas tu café. En el camino pensaba que sentiría si pusiese a otra en mi lugar y solo observara desde las sombras. Cuando te vi puede notar un cierto parecido físico, entonces en ese momento me dije… ¡Sí! ella es la indicada. Cuando te levantaste lo llame por teléfono y le di tu descripción como si fuese yo. El resto de la historia la conocés.

Un odio abrazador que jamás había sentido ardió en el cuerpo de la extraña, los ojos se le pusieron rojos de furia en ese momento detestaba tanto a esa mujer, que estaba ahí frente a ella, que deseaba matarla.

El Dom, nota el sentimiento de furia que tiene la chica parada a su lado, con mucha satisfacción interior dice.

- Tranquila serás vos quien la castigue o mejor dicho decidas su castigo, no creo que tengas fuerzas para hacerlo. Te diré cuáles sus placeres y cuáles son sus límites –los que se supone que no debo cruzar, esas cosas que ella jamás permitirían que le hagan- Vos decidirás qué sí y qué no se le hará, con ella ya no hay reglas, no las merece.

La extraña asiente con la cabeza y le hace un gesto pidiéndole algo con que escribir.

El auxiliar sale de la habitación y trae una libreta y una birome, se la extiende. El Dom le da todos los detalles sobre gustos y desagrados de la sumisa.

Uno de los límites de ella no más de 2 Dominantes, no le gustaban los gangbal, ni el dexo anal y mucho menos, tragar el semen; al escuchar esto, la extraña mira al Dom con una sonrísa.

- Comprendo tu idea. –dice- enseguida llamo a unos amigos que también son sádicos -y sale de la mazmorra.

Mientras el otro sigue leyendo. Cuando éste hubo terminado la extraña anota solamente cinco ítems, con ellos considera que estará bien.

Los hombres miran la lista

    1)Vinagre
    2)Látigo
    3)Un yunque caliente
    4)Ácido sulfúrico con un gotero
    5)Sal

Si bien los asusta el tema del ácido ya que no tienen idea de lo que está pensando hacer esa extraña. Pero al ver como está de lastimada y devastada, le facilitan todo lo solicitado.

Al tiempo que cumplieron con el pedido, llegaron los otros Dom -cinco en total-. El dueño de casa los pone al tanto de la situación. Quedan atónitos ante el relato de lo acontecido durante esa tarde noche. Deciden participar en la dulce venganza.

Se sitúan alrededor de ella comienzan a tocarla, a flagelarla, le introducen sus penes erectos en su boca, su vagina y su ano, todo sin lubricación sin estímulo alguno, solo la penetran… Grita de dolor, sus ojos se llenan de lágrimas, en vano intenta mover su cuerpo para zafar de la situación, la sostienen entre varios.

Sentía pena de sí misma, la misma que debió sentir por la extraña que puso en su lugar y jamás la sintió.

Los cinco hombres van rotando de lugar, la cogen sin piedad; hasta le introducen dos penes en el ano; durante al menos dos horas y cada uno de ellos le acaba en la boca.

El odio se podía ver reflejado los rostros de todos los que estaban en la mazmorra. La extraña, comprendió; que desde el momento en que tomó la integridad física de esa mujer en sus manos; había un punto de partida para que sus propios demonios se liberasen, ya no tendría retorno y aunque no sabía cuál sería el desenlace, experimentaba una profunda sensación de placer, ante la venganza.

Pide que la incorporen y le aten los brazos en alto, una vez que estuvo como ella la deseaba, le pide a los Dom que la flagelen con el látigo, por toda la parte frontal de su cuerpo –este era uno de sus límites- hasta que sangre mucho, quería los surcos del látigo bien marcados en su piel.

.

Ellos se turnaron para hacerlo, y no cesaron en su misión hasta que ella se los pidió con un solo gesto, se acercó y tomando la sal y el vinagre los dejó correr lentamente por el cuerpo herido de la sumisa, asegurándose que penetrara bien en cada una de las heridas. La sumisa se retuerce de dolor.

Una mueca maligna, se dibuja es su rostro, al escuchar los alaridos de su otrora verdugo. Los mira y les indica que desea el yunque, el auxiliar va en busca de él, se para frente de la sumisa, mirando a la nueva jefa.

- ¿Dónde desea que la queme? –pregunta.

La extraña niega con la cabeza, los Dom se miran, no comprenden que sucede. Ella extiende su brazo con la palma abierta y lo mira, él comprende y con sumo cuidado le pasa el yunque, se para detrás de ella y la deja hacer.

Ve como primero le quema la punta de cada pezón casi como rozándolos y luego con toda la fuerza que esa mujer era capaz de sacar de su interior, quema los labios mayores y el clítoris de la sumisa.

El grito de esta fue tan agudo y desgarrador que ellos retrocedieron. Finalmente se desmaya presa de su agonía.

Contemplaban la escena como quienes son solo un mero espectadores, ajenos a todo contacto con la realidad, les resulta inverosímil lo que está sucediendo ante sus ojos.

La extraña, toma con sumo cuidado el frasco con ácido y el gotero y vierte pequeñas gotas alrededor de los pezones de la desmayada sumisa, viendo como cada una de ellas carcome la quemada carne, sonriendo con tanta pero tanta maldad que se puede decir que se había convertido en la sierva preferida de Hades.

Cuando consideró que su trabajo estaba listo, los miró y escribió una pregunta ¿Qué planes tenían para mí?

Se miraron temerosos de lo que fuese a suceder.

- Ninguno en especial, pero vamos vestite que te vamos a llevar a una clínica para que te curen esas heridas y puedas denunciarnos por todo lo que te hicimos, de forma involuntaria, pero lo hicimos y debemos pagar con ello, más allá de lo que sintamos en nuestras propias consciencias. –dice el Dom.

Los mira con una sensación ambigua de emoción y odio y no sabe lo que hará. Se viste sin poder definirlo.

Los hombres toman a la sumisa y la llevan al auto, la dejan en el asiento trasero y la extraña se sienta a su lado, suben ellos y conducen.

- ¿Qué harán con ella? –pregunta la extraña.

- Ni más ni menos que lo que se merece, lo mismo que sugirió que hagamos con vos, tirarla en un descampado cercano a un poblado para que al despertar, pueda pedir ayuda. Pero primero te dejaremos en la clínica de un amigo.

Hecho esto emprenden la marcha con rumbo desconocido toman una ruta al azar y luego de unos largos kilómetros arrojan el cuerpo mal herido de la sumisa. Y Se van…

By Gotitas...

Basado en una idea de Excesos


Espero que les haya agradado tanto como a mí. Gracias por visitarnos.

Soledad Fab 
sotanodefulana@gmail.com

jueves, 11 de agosto de 2016

Por venganza, el nacimiento de una puta.

Este relato lo escribe Gotitas de Pasión y según la autora nos lo refiere, surgió en el transcurrir del tren entre Retiro y Tigre donde, nos pareció que dijo, la esperaba el dominante con quien se encontraría y a quién le entregaría el relato. Si bien se nota la urgencia nos pareció más que atinado para ocupar su espacio en nuestro blog. Espero que lo disfruten tanto como yo misma. SFAB

Ella quedó exhausta,  se duerme sobre el escritorio.

Al despertar horas más tarde siente dolor en todo el cuerpo, al recordar lo vivido, pese a que en un punto sintió que recibió placer, se siente absolutamente denigrada.

Toma sus prendas, se viste lentamente contenido lágrimas sale del edificio, se dirige a su auto, al entrar rompe en llanto y comienza a tramar su venganza.

Al llegar a su casa contacta a unos amigos a los que les relata su experiencia y el dolor que la misma le causó, entonces les pide que la ayuden a devolverle el mismo placer a todos los que abusaron de su cuerpo. Los amigos la miran sorprendidos, ella no es así ¿Qué pasó por la mente de ella? Se preguntan, solo algunos de ellos en los que aflora su sadismo aceptan ayudarla.

La semana siguiente, se presenta con ellos en la institución. Cierra las puertas del aula, que dado su alejada ubicación era el lugar perfecto para llevar a cabo su venganza. Deja sobre su escritorio el gran bolso que llevaba del que saca unos látigos que reparte entre sus amigos y un strapon que deja sobre el escritorio.

Obliga a los alumnos a desvestirse y los someten a todos, no solo al castigo físico sino también los humillan, los sodomizan.

Dejando la moral de sus abusadores por el piso... cada vez que les decía... ¡ves putita como te gusta que te rompan el culo! Mientras les pega con el látigo, los obliga a practicarle sexo oral a sus amigos y entre ellos.

Diciendo... ahora sabes lo placentero que es chupar pijas puta relajada. - Se ríe con una carcajada satánica que fluye desde sus entrañas. Los amigos la miran sorprendidos, nunca la habían visto así.

Se coloca el strapon, se dirige hacia donde se encuentra a la única alumna del curso que está sentada en un banco del fondo, lo hace caminando lentamente con una sádica sonrisa dibujada en el rostro, su andar es pausado, su mirada tan perversa que provoca escalofríos en la alumna. Se para frente a ella y toma su rostro por el mentón acercando su boca a la de ella le dice, apenas susurrando:

- ¡Así que todo lo sucedido fue tu idea!

Le roza los labios con un beso, se separa un poco, la mira vuelve a acercar su boca y muerde con fuerza el tembloroso labio inferior de la alumna hasta hacerlo sangrar al tiempo que tira de su cabello.

Baja su mano acaricia su pecho, le sube la remera, lo saca del sostén, lo amasa con fuerza, toma su pezón y lo presiona con furia haciéndolo girar de un lado hacia el otro sin dejar de presionarlo Hace lo mismo con el otro, la vuelve a tomar del cabello y la levanta de un tirón.

- Sacate toda la ropa – ordena.



Presa del temor, obedece. Una vez desnuda le separa las piernas le coloca dos broches sobre sus labios mayores, toma una jeringa con la que succiona su clítoris, le acaricia su abdomen con el dorso de los dedos hasta el torax, toma sus pecho le coloca las pinzas sobre los pezones doloridos, la hace dar vuelta y comienza a flagelarla primero con una fusta y luego con el látigo mientras la obliga a contar. Entre golpe y golpe tira de las pinzas y sacude las jeringa produciendo un dolor extremo, la vuelve a girar quiere ver el dolor en su rostro, ve como los ojos de la chica se van llenando de lágrimas, para evitar que grite la amordaza, continúa su rutina de castigo al verla sufrir pregunta:

- ¿Te gusta verdad? - Como no le responde le fustea los pechos, se retuerce de dolor y un grito  ahogado por la mordaza queda resonando en el lugar; lleva su cabeza hacia atrás, le besa la comisura de los labios mientras le susurra entre dientes:

- Te hice una pregunta, puta ¿Te gusta?

La chica niega con la cabeza.

- ¿¡No!? Qué pena ahora veremos si esto sí te agrada.

Tira de las cadenas de los broches con la fuerza necesaria como para infligir dolor pero que no se zafen.

Le abre las piernas, le ordena que se recueste sobre el banco, retira casi de un tirón la jeringa y con una fusta más pequeña fustea el ahora muy sensible clítoris.

Mira como el cuerpo de la chica se retuerce nuevamente del dolor, toma un dildo y se lo mete sin lubricar en el culo.

Continua flagelando todo su cuerpo que ya está rojo por los golpes, de modo que cada golpe se siente como si estuviese en carne viva.

La incorpora, le ordena que la mire a los ojos. Cuando lo hace, le arranca de un tirón las pinzas de los pechos quedando los pezones expuestos para que los flagele con su Blogger; luego de varios minutos hace lo mismo con el que colocó en los labios mayores. Cambia el instrumento y con otra fusta le proporciona pequeños golpes y de repente uno fuerte y seco sobre el clítoris. Fue tan violento que un alarido se atasca en su boca justo cuando se dobla de dolor.

Acariciando el strapon se acerca más al cuerpo de la chica, le saca el dildo y la somete a su voluntad, luego llama a sus amigos y a los compañeros de la chica a los que con el látigo en la mano, les ordena abusar de ella en grupos de tres y cuatro practicándole múltiples penetraciones, le quita la mordaza, señala a uno de los alumnos:

- Vos, ponele la pija en la boca y que te la chupe - gira y hace lo mismo con otros dos, siempre en simultáneo.

Cuando la chica se desmaya víctima del dolor que sufre les dice que continúen hasta acabar y luego se vayan.

Se sienta en su silla a esperar que recupere el sentido, cuando lo hace se acerca a ella y le dice:

- Ves que sos una puta regalada que no vale nada.


Gira sobre sus talones y se va dejándola tan sola y desamparada como habían hecho unos días antes con ella.

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Soledad FAB