miércoles, 20 de diciembre de 2017

OBRA EN CONSTRUCCIÓN

El día empezó temprano antes de la alborada...



... Él me tenía que acompañar a hacer un recorrido por la obra que estaba dirigiendo, con el fin de que pudiese ver las instalaciones y seleccionar el mejor lugar para llevar a cabo mis morbosas fantasías.

Al llegar al piso superior se podía observar como el sol emergía desde el río cambiando sus tonos y en el horizonte a medida que ascendía iba perdiendo majestuosidad, la vista era realmente fascinante y nos quedamos ahí parados sobre la delgada viga abrazados mirando ese maravilloso espectáculo. Durante el trayecto por las cornisas -me gusta y siempre me gustó caminar por las cornisas-, iba imaginando cada uno de los movimientos que realizaría durante la noche, que por ser de Luna llena sería la ideal: la brillante luz iluminaría las estrechas pasarelas por las que nos deberíamos desplazar.

Finalizada la recorrida nos separamos y quedamos en vernos a las veinte treinta en las inmediaciones para que nuestro retorcido juego se haga realidad. Él debía asegurarse que el sereno esa noche no estuviera.

Volvimos a la obra pasadas las veintiuna horas y después de abrir el candado que cierra los precarios e improvisados portones de madera ingresamos, nos cambiamos en el auto, dejando nuestras ropas en una bolsa para que no se ensucien con el polvo reinante en el lugar.

Ya vestidos para la sesión, él con su bóxer negro y yo con un corset, medias con portaligas y tacones, antes de ingresar al montacargas que nos llevaría a lo que a partir de ese momento y por esa noche sería nuestro cielo, con mucha suavidad coloco el collar en su cuello y la cadena, Carlos deberá hacer el recorrido desde la planta baja caminando en cuatro patas mientras, yo, lo llevo con la correa. Por unos instantes me quedo mirando seria y fijamente sus oscuros ojos cerciorándome que él, estuviese bien, beso su anguloso rostro y empezamos la travesía.

Al llegar al piso superior lo guío hasta el centro del enorme armazón de cemento y hierro donde lo ataré a una de las columnas que sostiene la estructura del futuro edificio.
Arrodillado a mis pies y con la cabeza baja apoyada sobre sus manos acaricio su espalda previo a dar inicio al spank con el que abriría la sesión. Entre fustazo y fustazo beso y masajeo su piel que va tomando una coloración cada vez más rosada.

Me arrodillo a su lado y tomando su cabello inclino, con un solo movimiento, su cabeza hacia atrás, contemplo su rostro tenso que demuestra los nervios que se empeña en negar que siente acerco mi boca a la suya y muerdo suave labio

- ¿Está bien? – pregunto, necesito saber que no esté pasando un mal momento.
- Sí. - afirma.

Tomando su delgado rostro entre mis dedos lo beso y vuelvo a morder su labio.
- Mejor así. – sostengo con un dejo de ironía en la voz. - Ahora póngase de pie.

Saco unos broches de mi bolsito del terror y coloco uno en cada uno de sus pezones y otros cuatro en su escroto los que se mueven mientras lo masturbo observo como el dolor se va reflejando en su rostro, mis morbos están a mil, tanto que siento cómo la excitación me va humedeciendo. Acerco mi boca a su oído y susurro

- ¡Qué lindo y buen perrito que tengo! – comento con una enorme sonrisa.
- Gracias Señora me alegra hacerla feliz. – afirma con alegría.

Al notar que sus ojos cerrados le ordeno que los abra que mire directo a los míos y cuando lo hace le doy una cachetada por haberlos cerrado sin mi permiso.

Tirando de su pelo le ordeno que se pare y pongo su boca en mis pechos.

-Ya sabe lo que debe hacer. – sentencio con un tono de voz que demuestra mi disgusto por su actitud anterior.

Siento como su boca succiona mis pezones sus dientes se hincan en ellos y todos los seres del inframundo que habitan en mí festejan con el placer que él me genera ¡Por favor cómo me gusta que succionen con fuerza los pezones, que los pellizquen y los muerdan! Busco su pene erecto comienzo a masturbarlo nuevamente hasta sentir que está a punto de estallar, es en ese punto cuando sus cara, sus ojos piden por favor déjeme acabar que me detengo, lo miro fijo y digo,

- No, hoy no tiene permitido acabar y tomando su mano la coloco en mi entre pierna. Siento como sus hábiles dedos se van abriendo paso por debajo de la tela de mi ropa interior, y cuando entra en mí…acabo.

- Arrodillate y haceme sexo oral. – ordeno después de ver en su cara el desagrado por mi squirt.

Desciende lentamente mirando el piso mojado como diciendo ¿Me está pidiendo que me arrodille sobre ese líquido? Su actitud me enfurece y tomándolo del pelo le ordeno con todo el enojo reflejado en mi voz,

- Dije que te arrodilles. – reafirmo casi gritando.

Lo hace y lentamente empieza a recorrer mis labios con su lengua la que se va abriendo camino hasta mi interior el que recorre en cada centímetro en cada rincón de mí ser y otra vez exploto en su cara.

- Quiero que me cojas y lo hagas duro y fuerte. Recordá que no tenés permiso de acabar – sostengo de manera firme.

Giro sobre mis talones y me apoyo en una de las columnas con las piernas separadas, sacando cola para facilitarle el acceso y buscando sentir mayor placer, sentirlo entrar lentamente en mí, disfrutar como se mueve estando al aire libre en una obra a cielo abierto hace que con cada embestida el placer sea mayor y es maravilloso. Las seguidillas de orgasmos son muy intensas que siento que voy a ingresar al sub espacio.

Saciados mis morbos y complacido el conjunto de mis Hades, le saco los broches del escroto tirando de ellos uno a uno de manera lenta y pausada, lo ato con las manos arriba de su cabeza a los fierros que salen de la columna y con la fusta quito los que tiene en los pezones, lo giro y lentamente voy introduciendo mi dedo en su ano lo dilato y entro, lo dilato y entro hasta llegar a poner toda la segunda falange en su cola. Muevo mi dedo en círculos y de arriba abajo mientras con la otra mano lo masturbo, poco a poco juego con él, le digo perrito lindo al oído, sé que eso lo excita que le gusta y nuevamente cuando está a punto de estallar, dejo de darle placer.

- Te dije que esta noche no tenías permitido el orgasmo. – le recuerdo con toda la crueldad que soy capaz de manifestar.





Del bolsito del terror saco dos copas y una botella de vino que llevé para la ocasión, desato al perrito y le pido que sirva las copas, nos sentamos sobre el piso entre mimos de contención y besos, brindamos por muchas morbosas y perversas aventuras más.

martes, 19 de diciembre de 2017

Un pintor de Münich

Coconut se llama y publica en Instagram. Sus pinturas son exquisitas y estupendas y transmiten con tanta fortaleza la emoción de los retratados que asombra. Aquí una muestra y luego, vaya a Instagram, me lo agradecerá.


Que lo disfrutes.

SoledadFAB


domingo, 29 de octubre de 2017

LA PELÍCULA


La película

Fuimos un grupo heterogéneo de estudiantes de filosofía que, en avalancha, avanzamos hacia ese coqueto complejo de salas de cine en una zona acomodada de la ciudad. En uno de los negocitos de bebidas y envasados para engordar sin culpas, hicimos la carga vital: vodka hasta completar cada botellita de una gaseosa que ya contenía el líquido original hasta la mitad de su volumen y que, previsores, llevábamos en las mochilas junto a apuntes y cuadernos.

Nos ubicaron en el centro de una hilera de butacas confortables hacia el fondo de la sala. No íbamos en parejas pero por deformación costumbrista quedamos una y uno. Yo ocupé uno de los extremos de nuestra fila, y quedaban 5 butacas vacías hasta el pasillo. Butacas que fueron ocupadas por un hombre que no miré pero percibí y otras personas también una y uno.

La película recorría los últimos días, casi horas, de Adolph Hitler, ahí abajo en su bunker de Berlín. Fue atrapante ya que no se oía ni el crepitar de las bolsas de polietileno en la sala, lo cual es difícil en cualquier circunstancia. También yo estaba atrapada por esa excelente ambientación y caracteres actorales. Es más, cuando vi la personificación de Hitler imaginé que lo habían resucitado de algún modo para filmar la peli. A tal punto el actor era como un calco del original.

No me di cuenta pero de pronto sentí el calor de una mano sobre mi rodilla desnuda -llevaba yo una pollera de medio muslo de jean-. Cerré las piernas de golpe, como si hubiese liberado un resorte. La mano se esfumó. No miré al costado, seguí con la mirada fija en la pantalla. Ya no ponía tanta atención a la peli sino que la dividía entre mis piernas y la proyección. Sin mirarlas, percibiendo por el blanco de los ojos.

Sin otra novedad, me relajé recuperando la concentración en los gritos de Hitler a sus oficiales. Nuevamente el calor de la mano en mi rodilla. Pero esta vez, morboseando a solas, no reaccioné. Dejé la mano en libertad de hacer. Las piernas laxas y la supuesta atención en la pantalla.

Lentamente la mano avanzó hacia mi vientre hasta topar con la tela del bikini. Con dedos ágiles y expertos, separó la fina tela de lycra y sin preámbulos, separó los labios de mi vulva y dos dedos se introdujeron en mi vagina. Espontáneamente di un salto en mi butaca al punto que el compañero al lado de mí apenas giró su cabeza y yo murmuré "No pasa nada, un escalofríos". Él estaba muy interesado en la película de modo que volvió a enfocarse y yo, a sentir.

Era su dedo pulgar el que presionaba mi ya completamente despierto clítoris, y era el flujo de mi canal el que escurría hacia mi orificio que, a esa altura, también latía. Tres dedos moviéndose coordinadamente, dedos expertos, me llevaron hacia el orgasmo que comenzó a gestarse en mi útero y que hizo eclosión cuando un cuarto dedo empujó su falanje dentro de mi ano, ya lubricado por mi flujo.
Tosí como si una bolsa de migas de galletas me hubiera sido vaciada en la boca, para suplir mi exclamación de placer tan profundo, mientras la mano se iba, silenciosa.

"Estuviste muy bien, pendeja" escuché la voz ronca del hombre que manejó con exquisita maniobra esos dedos de éxtasis.

No respondí... Recuperé de a poco el ritmo de mi respiración, las piernas abiertas y estiradas dejando que el aroma de mi entrepierna comenzara a inundar la hilera. "Voy al baño" avisé a mi eventual compañero de cine. Me levanté y apenas miré al hombre de la mano. Ví el brillo de sus dientes en una sonrisa dedicada.
Salí de la sala, bajé un tramo de escaleras y entré en el "Damas", aunque no me lo creí...

Dentro de un privado, mientras me pasaba la toallita húmeda por mi vientre, oí el ruido de la puerta de entrada. Golpecitos en la puerta y mi corazón dio cuatro saltos en mi pecho.

- ¿Sí? - respondí.
- ¿Completamos? -escuché la voz gruesa de un hombre que, sin dudas, era la que correspondía a esos dedos.

Sin decir nada, abrí la puerta, él entró, cerró y cuando volvimos a la sala yo llevaba el ardor que su grueso miembro me provocara, con placer, en mis dos canales. En la tabla del water del privado de aquel baño Damas, quedó un reguero de semen que él dejó al quitarla de mi culo instantes antes de acabar.

¿La película? ¡Magnífica!



NdA: Como no tengo exactamente fotos de la situación, me pareció adecuado poner algunas de aquella época. Los miembros de Mazmorra conocen las fotos de mis 17/18 años. Bueno, las que incluyo son de esos tiempos.


sábado, 14 de octubre de 2017

Comparaciones Absurdas - Acerca de un hilo en el FORO de Mazmorra

COMPARACIONES ABSURDAS

Aviso a quienes son lectores de mi blog, que esta notuela se publica en el FORO de Mazmorra  donde figuro como "delicatae", y fue en respuesta o participación del "hilo". No hay erotismo ni sexo del modo más o menos convencional, aunque de los contenidos del texto se nota que nos cojieron desde tiempos inmemoriales...

Decir que en todos los gobiernos o en todos lados de este mundo desaparecen personas es como bajar la categoría de ese crimen de lesa humanidad a una pandemia de gripe aviar. Es decir: son cuestiones que pasan, no hay que calentarse mucho.
En la red hay portales que publican historias y la historia del siglo XX desde la mitad al final, que ilustran desde todos los ángulos, cuál es la mirada sobre los hechos acaecidos y cuál, su probable origen ideológico. Separo de este último adjetivo la calidad de "partido" o "idea política" sino, incluyo la de "interés de Estado". O sea, en toda revolución hubo un origen de intereses aparentemente compartidos con otros Estados que, subrepticiamente, de contrabando y clandestinamente, apoyaron y dotaron de logística a esos primero grupúsculos y luego organizaciones políticas y militares.

Al final de la II Guerra Mundial

Pensemos que desde 1945 comienza a organizarse seriamente el futuro paradigma del Nuevo Orden Mundial (NOM)y es en yanquilandia, inicialmente en Bildenberger, donde se instala erl C.F.R, sigla que en inglés representa al Council of Foreing Relations.
¿Qué busca el CFI y su espejo inglés? ¿Cuál es su objetivo de máxima? Destruir, desaparecer, a los Estado-Nación y trocarlos en zonas económicas. El gobierno y administración del mundo bajo las mandas normativas del NOM está destinado a los representantes de las 8 corporaciones mundiales que, actualmente, tienen y manejan casi todo lo que tenemos, consumimos, vemos, gozamos y hasta las posibilidades del descanso final.

¿Qué hacemos con estos tipos?

El trabajo mental sobre las poblaciones dependientes es arduo, continuo y requiere de la complicidad de no pocos locales de cada Estado-Nación, para la prosecusión de sus fines y la acción psicolótica masiva indispensable.
Cuando se privatizó, en la Argentina, YPF (en la segunda década infame de nuestra Historia) se apuntó no sólo a contar con una provisión segura y barata, gerenciada de petróleol y sus derivados sino y especialmente, de quitarle al Estado-Nación un ingreso genuino y soberano. Así las cosas fue que, además de privatizar el 49% del paquete accionario de la petrolera ex-estatal, también se vendió la denominada Acción de Oro mediante la cual el Estado podría vetar cualquier decisión del directorio de la nueva S.A. si la resolución atentaba contra el propio Estado (sus intereses, pueblo, ingresos, etcétera). Recordemos que se vendió a Repsol que era manejada por British Petroleum. Tampoco fue casual que quien mezclara la deuda externa pública y privada en 1982 quitándole al Estado la posibilidad de perseguir a los deudores privados del BANADE, cuando integraba el equipo de Martínez de Hoz -hablo de Domingo Cavallo-, haya sido quien determinó la privatización y venta de YPF (como de otras tantas empresas del Estado como la ENTel) tanto como la venta de la mencionada acción de Oro. No casualmente Cavallo integra el think thank del actual gobierno argentino.

¿Cómo te convenzo?

Previo a la venta de YPF se instaló, a través de la prensa (oral, escrita, televisiva) la idea que ya durante la dictadura de Martínez de Hoz se había plantado: Las empresas del Estado son deficientes, deficitarias, no dan ganancias... insumen energía y gastos... y muchas otras. Aclaremos que cualquier empresa del Estado no necesita dar ganancias.
Ello más la puesta en escena del presidente potro riojano y la blandura del gobierno farandulero que presentaba a la sociedad, hicieron que las protestas y argumentaciones en contra de la privatización de la petrolera fueran despreciadas, catalogadas como retrógradas, como de otro mundo que ya no está, ahora somos el futuro... y otras demeritaciones.
No creo necesario señalar que publicar estadísticas truchas y cálculos mentirosos no fue algo de aquella época sino que se mantiene en la actualidad. Bastaría recopilar las tapas de Clarín y de La Nación para constatar el trabajo conjunto que realizan ambos medios (aunque con estilos totalmente diferentes, desde ya), y la penetración que ejecutan al difundir esas inexactitudes gruesas a través de los más de 350 medios de prensa que el grupo posee. Con menor intensidad aunque parecida, fue realizada la acción de prensa para YPF y para la ENTel. Hasta la difunta María Julia Alsogaray pasó a ser starlet mostrando sus piernas al aire y compitiendo con otra candidata como Agustina D'Alesio de Viola, que también jugaba en el mismo plano erótico-sexual y, sin dudas, ideológico (ambas de la rancia derechosidad argentina).

¿Qué tiene que ver esto con lo que dijeron de Montoneros y otras calamidades?
 

Todo. Si creemos que lo que hacemos en grupos privados, cerrados, clandestinos, no llega a los oídos y ojos que nos observan, me parece que se equivocan grandemente. No hablo sólo de traidores o de desleales sino de idiotas útiles como se los suele calificar. Si una potencia -ya sabemos que hablo del imperio- está interesada en que tal cosa suceda para lograr favorfes, utilizará todo lo que sea necesario para lograr ese fin sin quedar con el culo al aire. O sea, que todo surja como naturalmente y por decisión de los locales antes que al imperativo planteado desde afuera.
De la agrupación o grupo Tacuara nacieron las dos tendencias básicas de la juventud de entonces. Una, a la definidamente izquierda y la otra, a la derecha del supuesto eje político. Joe Baxter comandó el primer grupo y Cacho Abal Medina el segundo. El primero, más bien agnóstico; el segundo, hipercatólico. La influencia del curanderío fue, en este grupo, definitorio y ya sabemos cómo se maneja el segundo imperio del mundo, mucho más poderoso que el que tiene los fierros.
Montoneros tomó a la figura de Evita como la conductora espiritual de la agrupación, bajo el lema de Si Evita viviera sería montonera. Esto los llevó a chocar débilmente primero y con fuerza, después, con el conductor del peronismo que ellos decían querer y adherir, Juan Perón. Pero mientras se mantuvo en el exilio, las cosas podían manejarse. Con  un gobierno de facto cualquier acción era plausible para minar resistencia. Así, Perón alentó a montescos y capuletos. El lío se le armó cuando los militares observaron el estudio de los psiquiatras franceses e imitaron a los cobayos utilizados por aquellos, o sea, huyeron por tirante como las siempre agredidas ratas.

"Con la ley todo, fuera de la ley, nada"
 

Al llegar definitivamente el viejo a la Argentina y recuperar su grado, uniforme y conducción, ahí se puso dura la cuestión. Saltemos hechos que marcan esa dureza hasta la reunión que se realizó en Olivos, en el SUM, cuando Perón le respondió a Firmenich (que momentos antes se había declarado socialista). "Está muy bien... Ustedes se van al socialismo, pero en el peronismo el que conduce soy yo". Ya por entonces, el nefasto López Rega había generado la Juventud Peronista de la República Argentina, la jotaperra como la denominaban fuera de dicha organización, poniendo a su yerno, Julio Yessi como secretario general de la misma. Una butade, casi una movida para que salten en contra...
Después, el final inevitable: 1º de Mayo en la Plaza de Mayo, Perón en el balcón, y a los gritos de "Qué pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular" y los insultos a Isabelita, motivó su reacción de "Esos estúpidos..." y logró que la columna que ocupaba Diagonal Norte se retirase de la plaza... mientras los verdes de la UOM y sindicatos adheridos se quedaba, muy euforizada, ocupando Irigoyen frente al ministerio que titularizaba su protector y proveedor de armas, López Rega.

"Con la verdad no ofendo ni temo"
 

Artgas dijo lo del subtítulo y es de aplicación porque esos jóvenes idealistas que asesinaban, cobraban rescate por secuestros express y en ocasiones, mataron no sólo al blanco militar sino a su hija, como la del Capital Viola en Tucumán, los montoneros -y demás organizaciones armadas- quedaron más que fuera, lejísimo del amparo de cualquier ley y se convirtieron, sin duda alguna, en subversivos, ya que mediante la fuerza, la imposición y las armas pretendían cambiar un gobierno democráticamente elegido por otro sistema cuya armazón se desconocía. Y por tal razón fueron, legal y justamente, rechazados y reprimidos. Así nace la Operación Independencia que comanda el proto-genocida Rafael Videla en Tucumán. Allí es donde se practican las primeras torturas aprendidas de instructores de la OAS...

Los militares les dan la posibilidad de cambiar de adjetivación
 

Justamente, el golpe de Estado lamentable y tremendo del 24 de marzo de 1976, que dio inicio a un período negro de nuestra Historia -y que en la actualidad y sin la violencia de las armas, parece estar repitiéndose en sus aspectos genuinamente opresivos y marginadores- permitió que las organizaciones armadas existentes hasta esa fecha, pasaran de ser grupos subverisos a ser la resistencia en armas que nuestra Constitución Nacional habilita como acción legal del pueblo.
Fue la época en la que un número de argentinos -se nota, ahora, que eran m'as de lo calculado- decía aquella lamentable conformidad cobarde de "Algo habrán hecho" o "por algo será", con lo que conformarían sus miserables almas. Los militares fueron dueños de la vida y de la muerte por la vía del terror. Hoy día, esa propiedad se traslada a la marginación por hambre y enfermedad. En síntesis, es lo mismo con distinta metodología. En la actualidad se aplica el método malthusiano mientras que los militares se encargaron de limpiar el jardín de malezas...

La iglesia argentina siempre tiene algo que decir

Se lo dijeron al genocida Videla, como él mismo, en un cinismo tan evidente y agraviante -como el que exhibe, sin recato alguno, el presidente actual-, dijo que el término desaparecidos se lo habían sugerido las altas dignidades de la iglesia local. Agregó, en ese infame discurso que los "desaparecidos no existen... no tienen entidad...", que era justo porque no se podían definir de otro modo porque no estaban, ni muertos ni vivos: desaparecidos.
Luego, pasados los años y poco antes de morir defecando, sentado en el váter de la prisión, también dijo que "Si el país cambia de rumbo, no estaríamos presos", como lo que luego, ahora casi, el asesino de Astiz declaró en el juicio por delitos de lesa humanidad -por el que está bien preso y condenado- y que coincide con lo que expresara la actual ministra de Seguridad, paradoja del destino que siendo ésta pseudo-montonera entregara a 9 compañeros y camaradas a los milicos del 76. (Entendamos que entregar signifca mandar a la muerte).
En aquel entonces los curas palotinos fueron las primeras víctimas, así como el obispo de La Rioja y otros curas villeros que trabajaban en las villas de emergencia, cuya más conocida víctima fue el cura Carlos Mujica.

Basta por ahora


Me lo digo a mí misma. Lamentablemente lo que vivimos va a continuar. La línea que liga a los militares de Martínez de Hoz -el jefe absoluto de la represión ordenada por el Consenso de Washington y viabilizada por los informes de la CIA y otros peligrosos alcahuetes-, con Carlos Menem, Fernando de la Rua y Maurizio Macri es el perfil económico. ¿Quién lo mantiene a dicho perfil? Los mismos que actuaron durante las privatizaciones de Menem y los megacanjes, blindajes y el corralito de De la Rúa, adherentes a Martínez de Hoz: Domingo Cavallo.
Esa continuidad está en línea con lo que el Nuevo Orden Mundial necesita y requiere. La voz de esta plaga para la humanidad es el Fondo Monetario Internacional. Sólo recordemos dos cuestiones atinentes. La primera, que la francesa condenada por la Justicia francesa por estafadora sigue como presidenta del FMI porque, dijeron los "jueces" que la condenaron, que ocupaba un cargo muy importante... La segunda es que para el NOM, en el planeta Tierra, sobramos 2.500 millones de habitantes
Volvamos a recordar a Malthus y a tantos otros que, en el mismo sentido y objetivo, llenaron -y llenan- espacios de opinión, libros, programas de televisión y de radio, cátedras en las universidades... eufemizando lo que realmente quieren sus mandantes que no es otra cosa que la destrucción de los Estado-Nacion, la sangría a la Humanidad para que sea, el mundo, viable y la cantidad de asociaciones y grupos intermedios de aparente inocencia cívica, que adoctrinan y captan mentes para sus fines. 
Personalmente, no me siento bien si viviera en una explicitada colonia y menos, en una zona de interés económico, olvidándonos de nuestra Historia y símbolos. Que de esto mismo se trata para los actuales perdularios bajo las órdenes del CFI: destruir la Historia Argentina trabajando sobre las mentes de los jóvenes. El cambio de imágenes en los billetes y que en el improbable plan de educación se quite la materia "Historia" de las currículas no son, precisamente, actos casuales ni inocentes.
Bueno, gracias para quienes tuvieron la generosidad de seguir leyendo este mamotreto aquí, en el blog. A los otros, los que no lo siguieron, también gracias aunque entiendo que hubiera sido mucho pasar de Mazmorra a este blog.
Besos

Soledad FAB (a) delicatae

martes, 2 de mayo de 2017

Ajusticiamiento de Soledad

Ajusticiamiento

Esta excelente ficción escrita por mi amigo Gaby (fetty) de Mazmorra-com, es como la proyección en
un cuento de todas las confidencias y deseos que hemos compartido en innumerables privados vividos con él. La realidad del ahorcamiento que experimentamos algunas veces en la realidad de una sesión especial, aparecen aquí como la culminación de un largo pasaje por las mil torturas y sufrimientos que, me parece, toda masoquista desea y anhela. No todos fueron reales, claro que no. Algunos de los mencionados serían posibles en ese mundo de la ficción y no en la realidad tangible. Y luego, el broche de oro: ser cocinada. Con la precisión descriptiva de un sutil y dedicado observador -me recuerda a Ruíz Zafón- hace actuar a su protagonista de un modo exasperante para el deseo, que culmina como se puede cualquiera imaginar si alguna vez anduvo por Dolcett. Aquí les dejo esta estupenda pieza literaria de la temática Sado. Espero que la disfruten tanto y tan intensamente como yo misma. Incluyendo estertores y conmociones...

Primera Parte – La celda

La tarde caía, el último rayo de sol que entraba por la ventana trataba de sobrevivir en la sombría celda. Húmeda y fría, Soledad sentada en una descalabrada silla de madera, apenas un abrigo sobre sus hombros para mantener el escaso calor de su cuerpo. Un plato de metal rayado sobre la mesa despareja contenía un pan blanco mordido por ella y un vaso de agua a la mitad. La cama yacía al costado, su colchón desfigurado por el tiempo, manchado por sus sudores y por las heridas de su cuerpo causadas por sus verdugos sexuales. En el fondo sabía que no se podía quejar, hacía mucho tiempo que quería vivir la experiencia de una condenada, y lo había logrado, pero eran muchos días, quizás treinta, a lo mejor cuarenta, hacía rato que había dejado de hacer marcas en la pared, al principio sí, pero con el correr de los días ni siquiera se podía mantener en pie cuando terminaban con ella, usada de mente y de cuerpo al extremo. Sus captores solo la tiraban sobre la cama, le dejaban la comida insulsa, mitad en el plato, mitad desparramada sobre la escuálida mesa.

El único deleite que tenía era sentir la pesada puerta de barrotes de acero, cerrándose, sabía que por lo menos tendría una noche corta para recuperarse de tantas atrocidades sexuales; en el mejor de los casos, lo más probable es que la despertarán a media noche o la madrugada y la obligaran a recibir un castigo, a veces tenía suerte y recibía un poco de placer, pero ocasionalmente. El placer siempre era para los otros, ella era un hembra a la que no se le tenía miramiento alguno, sólo satisfacía al resto y sólo recibía algo cuando estaba a punto de desvanecerse, sólo ahí se la consideraba.



Desde el primer día que estuvo en cautiverio recibió todo tipo de brutalidades, desde ser estaqueada sobre el césped al sol durante horas enteras mientras decenas de hombres la penetraban una y otra vez por su vagina y su boca, chorreando de semen por todas partes, inmóvil, sin poder hacer nada, hasta las veces que la ataban colgando boca abajo, atada como un matambre y todos la usaban para descargar sus ganas.

Días enteros de cepo, recibiendo pijas enormes en su culo, hasta hacerlo sangrar o cuando la llevaban a la pared para azotarla. También estaban los días de parrilla, esa cama sin colchón, de elásticos vencidos y oxidados donde la esposaban y el verdugo le hundía la picana en su concha y tetas sin ningún tipo de compasión.


Llegó a perder la noción de cuantas veces lloraba y gritaba y de cuantas veces tenía orgasmos, ya era todo lo mismo, se sentía una masa de carne, sin derecho a nada, sólo al derecho de otros y otras.

También había días de reuniones de mujeres sádicas, que se divertían con ella hundiendo sus enormes strapones en sus agujeros ya cansados y dilatados al máximo.

O cuando era colgada del pelo y a los pies se le ponía un recipiente de agua hirviendo para que no pudiera apoyarlos.

Además, estaban todos los aparatos de tortura imaginados que parecían sacados de la misma inquisición, diseñados para las brujas de la época, desde las peras de todos los tamaños que habían sido probadas en ella, hasta la filosa y conocida cuna de judas dónde era sentada mientras la penetraban por los dos agujeros que le quedaban libres.

Ya había probado el semen de todos sus captores y olido y saboreado los flujos de todas las AMAS que iban a deleitarse con ella sin piedad, disfrutando como se retorcía de dolor con los juguetes que ideaban para Ella.

Mientras pensaba todo esto, escuchó una de las puertas del recinto abrirse lejos de la celda, y los pasos de varias personas que hacían crujir el piso de la gastada madera.

En ese momento se percató que era el final, así lo había pactado meses antes, no saber qué día sería el último, era en lo único en lo que la habían respetado, hacía un par de días que no la molestaban demasiado, de alguna manera se había recuperado su cuerpo y su alma, lo suficiente para afrontar el final.


Segunda Parte – La preparación

El séquito se paro delante de la celda, eran varias personas, hombres y mujeres, todos estaban vestidos con túnicas negras.

Una corriente de aire hacía bambolearse la única lamparita que colgaba del techo distorsionando las sombras en su movimiento.

El carcelero puso la pesada llave en la cerradura y giró un par de vueltas, la puerta se abrió lentamente por su propio peso hacia adentro haciendo un ruido molesto, recordando el aceite que no se le ponía desde hacía años.


Soledad apenas podía levantar la mirada, su rostro de alguna manera irradiaba conformidad, de alguna manera se libraría de tanto placer y sufrimiento acumulado en el tiempo.

El carcelero la invitó a levantarse, de manera cordial; le parecía extraño que esta bestia que hasta ayer la trataba como un animal hoy tuviera tanta cortesía.

Soledad se paro, su piel tenía escoriaciones por todos los lugares, se sentía sucia, pegajosa, su concha aún expulsaba resto de semen.

Varias mujeres avanzaron hacia ella, la rodearon y la invitaron a que las siguiera. Así dejo la celda, “¿a la que nunca más entraría”? se preguntaba mientras abandonaba la misma. ¿”Quién sería la próxima”? Si pudiera hacer algo para avisarle a la siguiente lo hubiera hecho, no quería que nadie pasara por lo que pasó ella.

Era un proceso brutal de como con el correr de las horas se pasaba de tanta satisfacción al dolor más profundo del alma. Ningún tipo de placer justificaba tanto sufrimiento, pero era tarde, habría otra igual que ella a los pocos días ocupando la misma celda, cada una había dejado algún legado para la otra.

Soledad también había dejado su marca. En unas de las patas de madera, grabado con sus propias uñas porque jamás le dieron cubiertos para comer, se leía: “Soy soledad, habito el infierno creado por mí, no me arrepiento, Julio 2017”

 

Apenas podía caminar, tenía pocas fuerzas pero ayudada por las mismas Amas que le habían causado sufrimiento se fue abriendo paso por lugares de la casa que no conocía, sentía que las puertas se cerraban a su espalda. Finalmente llegó a una habitación toda blanca con enorme ventanal que daba a un hermoso jardín de invierno. En el medio había una especie de jacuzzi, repleto de agua de donde salía bastante vapor, el agua estaba un poco jabonosa. Olía a rosas y claveles, se preguntaba como a tan pocos metros de allí podía existir el averno mismo.

Una de las mujeres le saco los harapos que tenía por ropa, la tomó de la mano y la obligó amablemente a que se sumergiera en el agua.

Con ella entraron varias mujeres más, lentamente cada una de ellas se dedico a una parte de su cuerpo. Sumergían las esponjas en el agua y luego las exprimían en sus senos y espalda, luego la hicieron sentar, el agua le llegaba a la mitad de los pechos.

Muy despacio la fueron limpiando, una de ellas acariciaba su clítoris para sedarla, Soledad de dejo hacer, era la primera vez que recibía un poco de placer para ella sola después de semanas. Las mujeres hundían sus dedos en su culo y en su concha, relajándola, otras lavaban su pelo. Las Amas importantes estaban paradas alrededor del jacuzzi observando que todo fuera como tenía que ser. A esta altura ya no había más hombres en el recinto, sólo Soledad y sus anfitrionas.



El baño duró más de una hora, Soledad pudo tener varios orgasmos, hasta inclusive le dieron sexo oral, de una manera tan lenta y extraordinaria que nunca en su vida había experimentado una lengua de mujer tan dulce en su vulva. Sin lugar a dudas todas ellas habían venido de lugares remotos, para darle el último placer, estaban muy bien entrenadas y sabían muy bien qué hacer y dónde hacerlo. Entre ellas no hablaban, sólo se dedicaban a satisfacer el cuerpo de Soledad.

Cuando salió del agua su cuerpo olía a flores silvestres, su piel había tomado un color rosado, como si hubiera vuelto a la vida de golpe, la secaron suavemente con toallas de algodón egipcio, eran tan suaves que curaron toda su piel, se sintió mujer de vuelta. Cuando quedo totalmente seca, la hicieron sentar y empezaron a peinarla, cortaron parte de su pelo, dejando una pequeña melena con el cuello todo libre, al verse en el espejo de baño se observó hermosa, radiante, sus senos parados, su culo redondo como una tinaja, realmente su glamur irradiaba celos a todas la demás.

La puerta de uno de los vestidores se abrió y eligieron un vestido para ella, la AMA principal señaló cuál: era simplemente hermoso, un vestido stapless, bordó claro virando al rojizo, de tul, con encajes en los bordes.


Parecía hecho a su medida, se ajustaba perfecto a su cadera y pechos, la falda apenas por debajo de la rodilla. Se sentía tan cómodo y agradable, sin ropa interior, era como parte de su piel.

Luego se abrió otro vestidor, cientos de zapatos, pulseras y colgantes aparecieron.

Esta vez la AMA eligió unos zapatos de tacos altos, delicadísimos, color negro profundo, con los lados abiertos y una pulsera decorativa a la altura del tobillo, tipo D’Orsay con incrustaciones de metal dorado.

Se sumo una gargantilla, ajustada al cuello, del tono de los zapatos y el mismo material, con una piedra del mismo color del vestido.

Brazaletes dorados y anillos al mismo tono en ambas manos.

Pintaron sus uñas del mismo color del vestido, la maquillaron con sombras celestes tenues en sus ojos y resaltaron sus pestañas, un proporción justa de rosados en sus mejillas, ya habían pasado casi dos horas Soledad quedó vestida como para una fiesta, su fiesta final.


 

Tercera  Parte – La cena

Soledad parecía una reina, parada frente al espejo la hicieron girar una y otra vez, su vestido se levantaba sensualmente, todas las presentes la miraban con ojos lascivos, estaba perfecta.


La domina principal se acerco con un frasco, Soledad reconoció de inmediato el cristal de baccarat con sus incrustaciones de diamante y oro, perfume de Clive Christian, Imperial Majesty,  el más caro del mundo, reservado para las Reinas Imperiales, sintió su hermosa fragancia a vainilla, limón, cardamomo, jazmín, bergamota y laurel, totalmente floral, unas pocas gotas tocaron su piel. Ella quedó simplemente brillante, era el toque que le faltaba.


  
El jardín de invierno se había opacado, la tarde estaba llegando a su fin y Soledad fue invitada a dejar la sala de preparación, atravesó nuevamente pasillos y recovecos, mientras caminaba notaba por las ventanales el parque de la mansión, había llegado vendada, ahora lo veía en toda su extensión, y decenas de luces se cruzaban en las copas de los pinos y alerces uniformemente distribuidos, dedujo que eran luces de autos que estaban llegando y estacionando sobre el césped, hasta pudo ver algunos invitados bajando de los suntuosos vehículos, los hombres vestidos de frac y las mujeres con largos vestidos de noche como si fueran a una función de gala.

Mientras pensaba en todos los invitados, si vendrían de lejos, cuanto habrían pagado para esta fiesta tan especial, si algunas de esas mujeres tan hermosas desearían estar en su lugar, mientras reflexionaba todo esto, la hicieron girar a la izquierda, un nuevo recinto y estadía la esperaba.

Un ambiente con ventanales amplios, miraban hacia la pileta, pudo ver personas con copas en la mano conversando, algunos sentados a pequeñas mesas, todo lo veía de lejos, a través de los enormes paneles de vidrio opacado por las cortinas de seda.


En el medio de la habitación, una mesa redonda, impecablemente puesta, con finas copas de cristal, cubiertos de plata con detalles en dorado en los mangos haciendo juego con el borde de las copas y mantelería en general. Un arreglo de flores en el centro, lirios del valle con bulbos de tulipán, su fragancia invadía todo el ambiente. Reconoció la etiqueta del borgoña Francés que estaba al lado de las copas, Henri Jayer  Richebour Gran Cru.

A cada lado de la mesa había dos Maitre, vestidos de traje, camisa blanca, traje negro, corbata roja cada uno de ellos.

Le retiraron la silla y la convocaron a sentarse. Al minuto le trajeron la lista de lo que podía elegir para su cena, Caviar Almas, Hongos Matsutake, carne de Wagyu, Atún de Aleta Azul, Papas la Bonnete, Trufas Blancas.

Luego de pensar unos minutos eligió la carne con las papas Bonnete, y de entrada unas trufas blancas y un poco de caviar.

Descorcharon el vino, le sirvieron media copa, mientras lo saboreaba notó que había en un extremo de la habitación un par de biombos, prolijamente adornados, con paños de seda color beige.


Le parecía que había algo detrás de ellos, así que se acerco despacio, corrió los dos biombos, se encontró con una mesita larga lleno de instrumentos de tortura. Los mismos que habían usado con ella. Los fue repasando con la mirada, y cuando fijaba la vista en uno en particular se le erizaba la piel, revivía el momento en que lo habían usado con ella, rememoraba sus propios gritos de dolor  y estremecimiento, cuando suplicaba piedad, que pararan de hacerle lo que le estaban haciendo.

Tomó un sorbo del exquisito vino, justo en el momento que le traían el primer plato, se acercó a la mesa, el aroma  espléndido. Pinchó una pequeña trufa, la saboreo intensamente, se paró nuevamente hacia los biombos, con el plato en la mano, serpenteó la mesa larga con los elementos de tortura y corrió los otros dos biombos que estaban atrás.

Para su sorpresa descubrió dos cruces de San Andrés, en cada una de ellas dos cuerpos esbeltos, encapuchados y amordazados con una bola clásica de castigo en su boca. Las cruces estaban montadas separadas de la pared, sobre una base firme, de esta manera se podía caminar por detrás de ellas si se deseaba.



Podía percibir el aliento de ambos, una respiración desordenada, asustada. Mientras seguía saboreando su bocado caminó alrededor de ellos. Reconoció esa pija enorme, la misma que le rompía su culo una y otra vez sin parar mientras estaba en el cepo. Se acordó muy bien que a veces no estaba en condiciones de recibir sexo anal, pero a su verdugo no le importaba, a tal punto que muchas veces generaba que Soledad se ensuciara con sus propios desechos, quedando chorreada por días enteros, sin poder lavarse porque sólo podía hacerlo dos veces en la semana. Pero a esa bestia no le importaba nada, y se la ponía y sacaba sin piedad, esa enorme verga, ensuciándola como a una hembra animal desamparada, esa verga que luego le obligaba a chupar y tragar su semen con su propia suciedad. El animal nunca paraba, a veces estaba horas enteras fornicando su culo desgastado y sangrante, le hacía paspar las nalgas, infecciones invadían su piel. Si, está era la pija de Amo Enrique, flor de hijo de puta.

La otra, era inconfundible, Ama Selene, la misma que le ponía la pera de inquisición en el culo para abrirlo, durante horas enteras debía soportar esa tortura, y soportar el jengibre que le daba una picazón impresionante, la hacía llorar una y otra vez. Pero no sólo la pera era su artefacto preferido, también le gustaba la horquilla, un perno que hacía de soporte entre la barbilla de la cabeza y el esternón, estirando la cabeza hacia arriba sin posibilidad de moverla, mientras todos los machos metían su pija en la boca y descargaban con furia su semen. Como podría olvidarse, imposible.


Mientras pensaba en las atrocidades que le habían hecho estos dos animales uno de los Maitre le explicó que tenía la orden de informarle que estos dos cuerpos estaban a su entera disposición, podía hacer lo que le pluguiera con ellos.

Soledad emitió una sonrisa mezclada con sadismo y venganza.
Mientras seguía degustando su bocado, miraba fijamente a los ojos de ellos, pasaba cerca de sus cuerpos, imponiendo ahora su poder. Camino entre la cruces y la mesa con los dispositivos de torturas, pasando la yema del dedo por encima de cada artefacto, como queriendo sentir cual sería el más apropiado para usar y transformar esos cuerpos a la nada misma.

Se dirigió nuevamente a la mesa, se sentó cómodamente, llenaron de vuelta su copa, y espero su segundo plato mientras tomaba un sorbito de exquisito vino.


Se deleitaba con cortar despacio su comida y lentamente llevarla a su boca mientras miraba fijamente hacia las cruces.

Hizo lo más largo posible su cena, sabía que el tormento sería mayor para los indefensos crucificados.
Cuando terminó el plato y esperaba su postre, se levanto, tomo una par de guantes de látex, no quería que su piel rozara el cuerpo de estas dos alimañas, se los ajusto perfectamente.  Tomo una palillo para inserción  de la mesa de metal, apenas filoso, diseñado para causar corte mínimos y superficiales, luego llenó una jeringa con el medicamento adecuado y clavo la jeringa en la verga del macho, en la base y luego un pinchazo en los testículos. El medicamento era un vaso dilatador extremo, conciente que le había aplicado cinco veces la dosis normal, al límite para que no le diera un infarto. Hizo una argolla con una pedazo de soga y luego un torniquete en la base del pene, y lentamente empezó a roscarlo, más y más y más, la sangre ya no iba a volver, así que el pene se empezó a hinchar como una berenjena, de rojo paso a morado y casi a un azul oscuro, la cabeza tenía el tamaño de un limón, los gemidos de dolor no tardaron en llegar. Por último el palillo de metal de unos treinta centímetros de largo lo hundió sin compasión en la uretra, haciendo salir un flujo de sangre y semen por la erección, por unos segundos el macho se desmayó, pero Soledad lo despertó enseguida apretando sus orejas hasta hacerlas sangrar con una pinza que encontró sobre la mesa, el pobre hombre empezó a desangrase por la uretra, soportando uno de los peores dolores existentes, hasta orina salía por el orificio. Para terminar, con otro palillo afilado atravesó los dos testículos, y puso una de las peras en su culo y la abrió hasta que desgarro el esfinter, toda la zona baja era una canilla de sangre, semen, orina y excrementos. El pobre animal lloraba y se movía para todos lados, pero no podía hacer nada.

Para la yegua que seguía en orden, tomó un punzón y un martillo, busco la zona blanda debajo de la barbilla, presento el punzón y de un solo golpe perforó la base del paladar y lengua. Luego agarró la misma horquilla que usaban con ella, pero esta  vez una de las puntas apoyaba en el esternón y la otra se metía por debajo del paladar perforado haciendo fuerza sobre el paladar superior de la boca, lo estiro tanto que casi le fracturo las vertebras del cuello, llevo el cruel aparato al máximo de la rosca.

La yegua no paraba de llorar y gemir. Seguidamente envolvió una de las copas de cristal en una servilleta y golpeo la misma varias veces contra la mesa, cada pedazo cortante de la copa lo puso a presión dentro de la boca de su víctima, algunos pedazos se incrustaban en el paladar y labios, otros seguían de largo hasta su garganta y esófago. Desde la boca hacia abajo todo se lleno de sangre.          

Falta agregar fotos. 

Tiró con satisfacción las cosas que le sobraban sobre la mesa y fue a buscar su postre: Sandía de densuke black. Mientras lo comía se paseaba lentamente alrededor de los dos infelices que no paraban de quejarse del dolor extremo. Se llevaba un bocado a la boca, se acercaba a ellos, a su cara, a pocos centímetros, y mientras tragaba deleitándose los miraba con una sonrisa ingenua y sádica al mismo tiempo, como diciéndoles: “no sabes que rico es lo que estoy comiendo…”… “¿te duele?...”, cuando acabo su porción fue a buscar su café, le encantaba el aroma de café y ya estaba servido.

Mientras sorbía la humeante bebida no paraba de ver a sus damnificados que seguían retorciéndose por el suplicio.

Cuando tomó su último trago apoyo la taza de fina porcelana en la mesa. Se levando muy lentamente, agradeció a los caballeros que estuvieron a su lado para atenderla, les sonrió, y ellos asintieron con la cabeza como muestra de respeto, lentamente se dirigió a la mesa, delicadamente pasó la yema de uno de sus dedos por los distintos filosos cuchillos que estaban en exposición, eligió uno, ni muy grande, ni muy chico, con hermoso mango de plata.

Jugando desplazaba el filo del cuchillo por la piel de la Yegua, eligiendo que parte cortar, despacio, ni muy profundo ni muy al ras realizo algunos dibujos sobre las tetas. A final la punta del cuchillo se estacionó en la vulva, unos dos centímetros dentro, la miró a los ojos, podía sentir como temblaba de miedo, como se atormentaba por lo que vendría, y entre medio de unas de esas respiraciones arrítmicas por el terror, en un movimiento como un rayo, desgarró su concha hacia arriba.

Con la otra mano soledad hundió una de las peras que quedaban en la mesa, así como estaba, medio abierta, el corte en la concha permitió que entrara y quedara agarrada como un anzuelo, el padecimiento se convirtió en brutal y absoluto.

Usando el mismo cuchillo, al pasar frente a la otra bestia, clavo la punta del mismo después del torniquete, la punta se asomó del otro lado del pene, la cruz fue sacudida por la reacción del cuerpo, deslizó la hoja a lo largo abriendo la pija en dos mitades, luego tiró el cuchillo arriba de la mesa, salió de la habitación dejando a los dos moribundos a su suerte, con una sonrisa sádica que brotaba desde su alma dejó el recinto donde había disfrutado de su última cena.

 

Cuarta Parte – La conversación

Transitó el pasillo nuevamente, y entró en la última habitación dónde había una hermosa mujer en la puerta esperándola, era su amiga de años, con la que habían transitado tantas experiencias, ambas sonrieron pero no se hablaron. Al instante supo Soledad que algo bueno la esperaba adentro y así fue. Una vez traspasado el umbral la puerta se cerró.

La habitación era hermosa, alfombrada en tono rojo que hacía juego con su vestido, un sillón de dos cuerpos acompañados de sus compañeros, tapizados en un tono un poco más oscuro que la alfombra. Un gran hogar de casi tres metros sobre la pared de ladrillos. Grandes leños al rojo vivo ardían lentamente.

Sobre la mesa ratona de roble, dos copas y una botella de de coñac de Remy Cointreau, una de los más caros del mundo.

En uno de los sillones, medio de espaldas estaba su nuevo anfitrión.

-       Ven soledad, pasa, me da mucho agrado sentirte tan cerca, sentir tu voz, tu respiración, la extrañé mucho…
-       Hola Nacho, yo también te extrañé, sólo Dios sabe  cuánto te extrañe…
-       Siéntate al lado de mí, cerca, quiero tomar tus manos, palpar tu calor, ver mis ojos en tus ojos.
 
Se quedaron en silencio ambos, la vida contenida en un par de segundos, la luz del fuego se reflejaban en las lágrimas que brotaban de los ojos de Soledad; Nacho también tenía los ojos húmedos. Si ambos hubieran podido parar el tiempo, lo hubieran hecho en ese momento, el ambiente se lleno de paz, de amor, de esa energía que le da sentido a vida, no había palabras que describiera lo que ambos estaban sintiendo. Se sirvieron un poco de licor, luego Nacho rompió el silencio:

-       Te amo soledad, te amé siempre, nunca he dejado de amarte un instante en esta vida. Tuve que elegir soledad, ¿Qué podía hacer Soledad? Debía darte todo lo necesario, todos los medios, todas las experiencias para que pudieras convertirte en una mujer completa, en una verdadera mujer en el sentido más amplio de la palabra, porque a pesar de mi dolor sé muy bien lo que deseas en lo profundo de tu ser. Estamos llegando al final de nuestro camino, te pido perdón si alguna vez no hice lo correcto contigo, hice lo mejor que pude, te traje hasta aquí en contra de lo que deseo íntimamente, no quiero perderte, no estoy preparado para eso, pero es lo que tengo que hacer para lograr tu felicidad absoluta…

Soledad acaricio la cara de Nacho mientras que con su otra mano buscó la suya como diciéndole acá estoy, al final de camino, también estoy…
 
- Te amo Nacho, pude haber hecho miles de cosas, pero siempre has sido mi Norte, mi fin, mi medio, mi camino, todo lo he hecho por vos. Te amo totalmente y no hay lugar para nadie más dentro de mí. Te amo con la fuerza de mil volcanes y con la quietud de un lago, te amo desde siempre. No tengas pena por mí, es lo que deseo, es lo que deseo desde que nací, y gracias a vos voy a poder llegar a mi meta. No me vas a perder nunca, todos los recuerdos son tuyos, nadie te los va a quitar. Yo no puedo ser distinta a lo que soy, agradezco a la vida que te hayas cruzado en mi camino, que me hayas acompañado en la búsqueda de mi misma. Acuérdate de mí siempre, es el mejor regalo que me puedes hacer, acuérdate de mi todas las veces que la vida te lo permita, acuérdate de mí y no habrá lugar para el dolor, no derrames lágrimas más de las necesarias, hubiera sido mucho peor no habernos conocido, prefiero esta separación a no haber sabido nunca nada sobre ti. Te amo con el corazón lleno de dicha, con cada instante vivido juntos grabados a fuego en mi retina, te amo Nacho, simplemente te amo, nada más y nada menos, el destino nos puso en este lugar, no te apesadumbres por esto, debemos ser fuertes, y seguir hasta el final. Nada de lo nuestro se va a desvanecer, nuestro vínculo estará intacto por toda la eternidad, confía en mi Nacho, confía, la soledad de estos cuarenta días me ha hecho un poco sabia, un poco melancólica, ahora puedo ver las cosas desde otro lugar, estamos hecho el uno para el otro, vos también tienes que vivir mi partida, es tu deber, no te rindas ahora, yo te voy a dar la fuerza que te pueda faltar. Mi amor hacia a vos no se va acabar hoy, no va a dejar de existir, nada puedo destruirlo, ni alterarlo, hoy se abrirán puertas que jamás imaginamos que se podrían abrir. Te amo Nacho, no te olvides de nuestras cosas vividas y yo siempre estaré con vos…    
    
Nacho se arrimó a ella y la invito a pararse, la abrazó con fuerza, ese tipo de abrazo que perfora el alma, que cura todas las heridas como un bálsamo, que hace olvidar las tristezas y que les recordaba que no estaban solos, que eran parte de un mismo ser y que nada destruiría lo que había entre ellos.

- Nacho, hagamos el amor una vez más, los invitados pueden esperar, tengo tanta necesidad de sentirte, quiero hacer mi último viaje con tu sabor, por favor, es lo único que te pido. Nacho hazme tuya como siempre lo has hecho, por favor.

Él desabrochó el vestido, Soledad se acostó muy cerca del fuego sobre la alfombra, Nacho se acostó encima de ella, intercambiaron los besos más tiernos de todos sus encuentros, hicieron el amor en una posición normal, ya no había dominador, ni dominado, sólo una pareja que se amaban y se entregaban el uno al otro, fundiéndose, dándole lo mejor que cada uno tenía al otro. Soledad saboreo la piel y estuvo colmada de satisfacción que el último hombre que tocó su interior fuera Nacho, no hubiera podido ser de otra manera. Soledad en ese momento sintió tanta paz y dicha al mismo tiempo, se quedaron dormidos un par de minutos en esa posición.

Finalmente golpearon la puerta levemente, ellos tan sólo se miraron, y agradecidos ambos se despidieron sin decir palabra, sólo con la mirada.

Soledad se calzó el vestido nuevamente. Se dirigió a la puerta: “Adiós Nacho, te llevo conmigo para siempre, gracias, perdón, te amo……”

Nacho se quedó en la habitación mirando perdido los leños del hogar, se sirvió un poco más de licor, había lágrimas en sus ojos…

 

Quinta Parte – Ahorcamiento

Llevaron a Soledad a la última habitación, ahí se tomaron varios minutos las Amas principales para arreglara nuevamente, acomodaron su vestido, peinado, repasaron sus sombras en los ojos y maquillaje en general.

Después las escoltaron dos Amas adelante y dos Amas detrás, esperaron hasta que la puerta final se abriera.

Finalmente el cerrojo lo hicieron girar desde afuera, la espera le pareció interminable, delante de ella una alfombra de color negro, unos treinta metros de largo o un poco más, tanto del lado derecho como del izquierdo estaban los invitados, sentados en sillas blancas, calculo unos cincuenta. El camino estaba flanqueado cada tanto con antorchas, al final se encontraba el cadalso. Verlo le cortó la respiración.

El Séquito empezó a caminar lentamente, ella lo seguía, la alfombra estaba apoyada sobre un deck de madera, sólo se sentían los tacos de sus zapatos al caminar, cuando llegaron a la mitad del recorrido, las dos Amas que estaban adelante dieron un paso a los costados, y pasaron a escoltarla con las dos otras Amas desde atrás.

Ahora podía ver todo el panorama, la tarima estaba elevada unos dos metros, se accedía por una escalera que estaba flanqueada por dos caballeros. En cada punto cardinal del cadalso también había una antorcha. El travesaño de donde colgaba la horca iba de un borde al otro, cubría todo el ancho de la tarima.

Rápidamente alcanzó las primeras filas de invitados, a medida que traspasaba las filas, las personas se ponían de pie y se situaban detrás de sus sillas, era una clara señal de respeto, esto la emocionó sobremanera.

Una Ama que estaba sobre las tablas se acercó a ella para ayudarla a subir los primeros escalones. La misma Ama la acomodó sobre la trampa, un enorme rectángulo, la hicieron parar justo en el medio.

Desde la última puerta que había partido venían caminando tres mujeres, cada una con una bandeja de plata en la mano, en la primera bandeja se veía claramente los cinturones de cuero negro con la cual atarían sus extremidades, dos para las piernas y dos para sus brazos. La segunda bandeja eran unos guantes de látex y un frasco de cristal con un gel especial que usaría una de las Amas para hacerla orgasmear antes que se abriera la trampa. La tercera bandeja llevaba el arnés que se combinaría con el nudo de la horca para evitar que se le rompiera el cuello y que estuviera consciente muchísimo tiempo mientras se ahorcaba muy lentamente.

Cuando llegó la última mujer con la última bandeja arriba del cadalso, una de las Amas tomó el arnés, bajó un poco el vestido por debajo de los pechos y acomodó el dispositivo, una tira por debajo y otra por arriba de los senos, las dos cintas de cuero se unían en el medio fuertemente, esto hizo que las tetas de Soledad se pararan automáticamente apuntado al público. Completó la operación pasando unos aros a modo de bretel, cerrando sobre la espalda con una argolla de acero, el dispositivo quedó fijado.

Luego le sacaron la gargantilla, los aros, las pulseras y anillos, acomodaron todo sobre otra bandeja y una de las sumisas ayudante bajo las escaleras y se las entrego a Nacho que estaba de pie al costado.

Acto seguido tomaron los cinturones pequeños, amarraron sus tobillos y sus muñecas atrás. Luego los otros dos cinturones se usaron para atar sus muslos y sus brazos. Soledad quedó inmóvil, ayudada a sostenerse por una de las mujeres.

Por último subió el verdugo, estaba encapuchado, así era la tradición, nadie sabía quién era, reviso todos los cinturones y el dispositivo agarrado a los pechos, hombros y espalda de Soledad. Alcanzó el nudo de la horca, lo abrió al tamaño de la cabeza de la ajusticiada, lo bajo hasta el cuello, dejando el nudo atrás de la nuca, para garantizar que se asfixiara parejo, muy lento, sin producir en la piel traumas ni en la carótida que la llevarían al infarto, el espectáculo tenía que durar los más posible. Al final saco una cadena de su bolsillo y unió el nudo de la horca con la argolla del arnés especial, varias veces verificó que la longitud de esta cadena fuera la exacta, un centímetro de más y la víctima se quebraría el cuello y entonces la muerte no sería lenta.

La ejecución estaba prevista para las nueve de la noche y faltaban sólo unos minutos, entonces dispuso de la barra que accionaba la trampa y la enrosco hasta el tope, hizo un ademán al Ama principal. Esta asió el frasco de cristal con el gel, se calzó los guantes, hundió la mano en el frasco y  se colocó detrás de Soledad, por detrás, fuera de la línea de la trampa.

El verdugo ajusto la soga al cuello y se paró al lado de la palanca. Otra Ama Asistente con un cuchillo desgarró a lo largo todo el vestido y lo descartó fuera del cadalso, Nacho lo dobló y guardo con las otras cosas.

Soledad quedó desnuda completamente, sólo le dejaron sus hermosos zapatos de taco alto, iluminada por el fuego de las antorchas sugería un espectáculo macabro.

La respiración de Soledad se empezó a acelerar. Sintió miedo y curiosidad por lo que le pasaría, pero calló y no suplicó, calló como siempre había callado, aguantando todas las atrocidades que le habían hecho, calló, para que otros disfrutaran de su sufrimiento, ese era su destino.

La Ama que era la mejor de la asociación para este tipo de trabajos, deposito una mano cubriendo parte del culo y la concha de Soledad, luego desplazó en dedo hacia adelante buscando el clítoris, con movimientos lentos en círculos y en diagonales frotó su sexo, una y otra vez, Soledad empezó a largar suspiros. Cuando ya empezaba a calentarse, introdujo el dedo índice de la otra mano en el culo de Soledad. Ella explotó, jadeaba y suspiraba como una verdadera puta, ya no le importaba estar parada sobre el abismo que la llevaría al  otro mundo.

El Ama miró al Verdugo que ya tenía la mano puesta en la palanca, indicaba que era cuestión de segundos para que llegara al orgasmo.

Soledad explotó de placer, pego un alarido, sus piernas se aflojaron y tendió a arrodillarse pero la soga de la horca la mantuvieron erecta sobre la tarima. El orgasmo seguía y seguía, no paraba de estimularla la mujer a sus espaldas, finalmente cuando el Ama estimó que estaba en la mitad del orgasmo hizo un gesto con su cabeza al verdugo, quien acciono sin dudar la palanca de la trampa.

Soledad cayó al vacío alrededor de un metro, mientras caía seguía orgasmeando. Nunca había sentido algo así, esa sensación de caer como un peso muerto, amarrada y su concha que explotaba de placer.

Cuando la soga llego al máximo pegó un latigazo, la cuerda se ajusto al cuello en forma pareja, las tetas fueron hacia abajo y luego hacia arriba, parte de la lengua se asomó por la boca, quería gritar, pero ya no podía emitir sonido alguno. Su garganta se cerró totalmente, ni siquiera podía tragar saliva, sólo pasaba un poco de aire, el suficiente para mantenerla viva un par de minutos. El macabro dispositivo estaba dando resultado, se moriría lentamente para satisfacción del público ansioso de ver su agonía.

Trataba de sacarse la soga del cuello con las manos, pero estaba atada, sólo conseguía espasmos fracasados de su cuerpo, lo hacía serpentear como una víbora sin ningún resultado. Sus muslos golpeaban contra los bordes de la trampa, rebotaban de un lado a otro, luego giraba en ambos sentidos y vuelta a girar, y trataba de estirar las piernas para buscar un punto de apoyo que ya no existía.

Y sus ojos, que se le salían de las orbitas, las lágrimas desmarcaron todo su maquillajes, líneas negras y celestes corrieron por sus mejillas, por la nariz salía un río de mucosidad.

El gel que le habían puesto hacía su trabajo también, especialmente diseñado para levantar la temperatura de la piel en la zona que se le aplicaba después de un par de minutos, le hacía hervir la vagina, seguía orgasmeando, y en cada orgasmo se movía tanto desesperadamente que la soga se apretaba más y más a su cuello, cada vez entraba menos aire, trataba de quedarse quieta, suspendida, oscilando en recorridos pequeños, de esa manera podría subsistir un par de minutos, alargar su vida un poco, se quería aferrar a la vida, pero un nuevo orgasmo le venía y de vuelta la soga se ajustaba y cada vez era menos aire el que podía alimentar sus pulmones que ya estaban, a esta altura, colapsados.

Después de tres minutos estaba rendida, ya no daba más, era todo en vano, era inútil resistirse, al final se abandono, dejo de luchar, sus piernas ya no golpeaban contra los laterales de la trampa, se quedó casi quieta, apenas oscilando y rotando hacia los costados, pero como el nudo estaba en su nuca, tarde o temprano el cuerpo volvía al frente para placer de los espectadores. Muchos de ellos ya estaban siendo masturbados por sus compañeras ocasionales.

Uno de sus zapatos estaba desprendido colgando del tobillo en la desesperación ella misma se lo había arrancado moviendo los pies hacia todos lados. No podía dejar de mover los pies, un acto reflejo del ahorcamiento.

Por último Soledad no puso más resistencia, dejo que la soga hiciera su trabajo. En cada orgasmo su cuerpo de movía involuntariamente, la horca apretaba entonces más su cuello, su concha se derretía de placer mientras se asfixiaba sin remedio.

Sus ojos apenas abiertos buscaron a Nacho, lo diviso a su izquierda, del lado de su corazón, estaba sólo, ninguna mujer lo acompañaba, se alegro por esto, sus miradas se cruzaron de vuelta, pero ella ya no podía sonreírle, se estaba muriendo lentamente, ya no le quedaba resto.

Cuando tuvo el sexto orgasmo la soga se ajusto tanto que perdió el conocimiento. Su cuerpo quedó casi inmóvil, sólo movido por el viento helado de la noche de invierno. Todos los presentes aplaudieron en honor a ella.

Se acercó un médico con el estetoscopio, lo apoyó en su corazón y palpó su pulso y ordeno que descolgaran el cuerpo.

El trabajo ya estaba hecho.


Sexta Parte – La fiesta

La gente se fue retirando, la mayoría dejaba sobre la silla una flor silvestre en honor a la ajusticiada.

En el fondo del parque estaba un enorme gazebo, con bebidas y comida para festejar el gran evento, los invitados pasaban por ahí, se los atendía con refrigerio y empezaban a deambular por el parque.

En el otro extremo del parque, un enorme quincho, donde se cenaría más tarde, permanecía cerrado.

Cuando Soledad abrió los ojos, en un segundo entendió todo, al principio pensó que eso era la muerte, pero no, no lo era; con la vista medio nublada observo gente a su alrededor. Seguía inmóvil, amarrada con los brazos y piernas abiertos. ¿Pero no estaba sus extremidades juntas cuando la ahorcaron?

Pronto entendió que estaba sujeta a una especie de cruz, también comprendió que el mecanismo que habían usado para la horca y asfixia lenta, en realidad fue para salvarle la vida y disponer de su cuerpo para otro fin.

Esa fue su vida, llena de sorpresas finales, su muerte no podía ser de otra manera.

Un agradable calor sentía en toda su piel, al final se percato que estaban asando su cuerpo lentamente, cocinada en cruz, sería consumida por todos los invitados.

Lentamente sus sentidos se avivaron nuevamente, podía escuchar a los comensales, estaban a escasos dos metros de ella, el fogón era redondo, la cruz en el medio, y las brazas rojas la circundaban, estaba levemente inclinada hacia adelante, su concha y culo se incrustaban en dos pedazos de metal que se metían varios centímetros en sus agujeros, de esta manera estaba bien fija.

Estos pernos que se metían dentro de ella vibraban cada tanto, produciendo sensaciones placenteras. Así estaba amarrada, con alambres al asador, como un animal cazado en las praderas, en su boca habían colocado una manzana.

Cuatro cocineros cuidaban de ella, un hombre y tres mujeres.

Las mujeres cocineras respondían todo tipo preguntas a los comensales. Eran muy educadas y cordiales, explicaban una y otra vez que Soledad no estaba sufriendo, todo lo contrario, que los dispositivos en su concha y ano eran en realidad consoladores eléctricos que la hacían seguir orgasmeando cada diez o quince minutos, ese era el secreto para que la carne quedara sabrosa y tierna. También repetían una y otra vez que lo previsto es que estuviera consciente por lo menos dos a tres horas, y que la cocción se completaría en seis horas más o menos, así que la cena estaría a punto alrededor de las tres de la mañana.

Las cocineras invitaban a que vinieran cada quince minutos a ver como orgasmeaba Soledad, explicaban que si el orgasmo era vaginal tendía a abrir y estirar las manos, mientras que si venía vía anal, cerraba los puños, todas hacían lo mismo, ya habían cocinado a muchas anteriormente.

Como si fuera poco, repartían folletos, dónde informaban dónde ubicarlos por medio de la asociación, formas de pago y fechas libres para posible evento. También estos folletos contaban con información técnica, como ser métodos de cocción, tiempos estimados según peso, requisitos previos, etc.

El cocinero se dedicaba a manejar el asador, podía girar en ángulo hacia arriba o hacia abajo y también rotar lentamente para que las partes más blancas pudieran recibir mejor fuego.

Todo un arte de la cocina.

Mientras tanto Soledad, estaba ahí, no tenía dolor, la pequeña lesión en las primeras vertebras habían anestesiado en parte su cuerpo, sentía, pero un poco menos.

A veces el cocinero la inclinaba casi en paralelo al piso, con las tetas hacia abajo y luego la hacía rotar. Se sentía como el infierno, sus pezones chorreaban manteca y aceite de oliva, de hecho cada tanto las cocineras pincelaban su cuerpo para que nunca su piel quedara seca, mientras rotaba, sin poder hacer nada, sólo esperar que su carne se cocinara lentamente, escuchaba las conversaciones de los invitados que se amontonaban para ver cómo orgasmeaba y jadeaba de placer sobre las brazas.

A veces el asador se volteaba para el otro lado, su culo se calentaba tanto que la hacía acabar de inmediato.

Cada tanto había colocados espejos alrededor del fogón, podía verse asándose en cruz para los invitados, sentía mucha satisfacción complacer y terminar siendo parte de ellos, utilizada hasta el final.

Las cocineras estaban muy atentas a sus orgasmos, si no ocurrían accionaban los vibradores, era imprescindible que orgasmeara por lo menos quince veces antes de la cocción final, caso contrario la carne no saldría según los estándares previstos, la calidad ante todo, era el lema de estos cocineros que garantizaban una asación a la perfección.

Mientras la hacían girar o cambiaban el ángulo de la cruz iba reconociendo gente, diviso a un par de amigas suyas, las mismas le decían que se veía magnífica y que había sido una sorpresa para muchos invitados esta cena tan especial.

Sin embargo muchos otros, ya habían asistido a otras asaciones, no estaban tan sorprendidos, salvo por la hermosura, glamour y sensualidad de Soledad, todos opinaban que sin duda ella era el manjar más exquisito en los últimos diez años.

A veces las cocineras pedían a la gente que se pusieran detrás de la que estaba siendo cocinada, así ella podía verse plenamente en los espejos siendo asada, con los futuros comensales atrás, con sus copas en la manos, bebiendo e imaginando el sabor de su carne, había fotógrafos profesionales que registraban todo, de la misma manera que lo habían hecho en el ahorcamiento.

Inevitablemente, cuando se producían estos semicírculos de marea humana alrededor de Soledad, ella orgasmeaba, sacudiendo el asador levemente, sus gritos eran envidiados por muchas mujeres.

Era fácil distinguir sumisas y sumisos, son los que preguntaban todo y no podían de dejar de ver el espectáculo, querían estar en ese lugar.

Pero para ocupar el asador deberían esforzarse toda una vida, de mil personas, sólo cien tendrían posibilidad de hacerlo y de esas cien, sólo una sería elegida.

El que llegará a esa situación tendría que haber soportado diez mil atrocidades sobre su cuerpo, muchas y muchos quedaban en el camino, a veces morían antes, a veces se arrepentían, y al hacerlo desaparecían del mundo sin dejar rastro.

La asociación era clara en sus protocolos, nunca tolerarían a alguien que no recibiera con beneplácito los castigos finales, un llorón o llorona era mejor aniquilarlo antes.

Pero Soledad cubría todos los requisitos holgadamente, más la asaban sobre el fuego más placer sentía, había trasmutado todos los sentidos con el trabajo de años.

Su premio era el placer absoluto, físico y psíquico, que se deleiten con ella totalmente, y saber que su carne alimentaría a toda esa gente la calentaba tanto como el fuego que la rodeaba.

Por eso ostentaba un número diez en una chapa de oro, junto con su nombre, colgada de una de sus muñecas. La número diez de la Asociación, la número diez ahorcada casi hasta morir, pasando por todos los estadios de la estrangulación, mezclados con sus orgasmos de puta máxima. La número diez que cocinaban para ser consumida hasta los huesos.

La número diez de un ritual que la Asociación hacía cada cinco años.

Después de la primera hora Soledad percibió una cosquilla en su pantorrilla izquierda, trato de buscar un espejo y descubrió una sonda que se insertaba en una de sus arterias. Deduzco que le estaban sacando sangre, de esa manera el cuerpo necesitaría el calor, se cocinaría sin darse cuenta. Una vez más había llegado a lo cierto, sin saberlo es lo que decía el folleto en la parte técnica, extraían cada tanto fluido sanguíneo principalmente para que se fuera durmiendo mientras se cocinaba y la carne quedara como una manteca, por otra parte evitaba tener que degollarla como cualquier animal previamente, de esta manera se la podía poner viva a cocinar y encima sentiría placer por el calor recibido, por lo menos en las primeras dos horas.

Así se seguía asando lentamente, hasta podía oler el aroma de su carne caliente, y seguía orgasmeando, y la gente se agrupaba para ver ese momento. Las que más se babeaban eran las mujeres sumisas, muchas habrían cambiado su lugar de espectadora por el lugar de Soledad en el asador, los gemidos tan intensos y su cara que trasmitía el mensaje: “me están cocinando, me están cocinando para ser consumida…” despertaba el deseo de vivencia propia en todas las mujeres presentes.

Cada media hora una cocinera sacaba la manzana de la boca, le daba de tomar un poco de agua  ponía durante un minuto hielo en su nuca. Tenía que seguir teniendo orgasmos mientras su piel se tornaba dorada y crocante, había que mantenerla viva todo el tiempo posible, para que gozara lo más que pudiera y para que estuviera relajada y sabrosa.

Algunas personas preguntaban cuando se avecinaba el final, querían volver al parque y volver para ese momento. La respuesta siempre era la misma: “cuando vea que la manzana de la boca cambia de color, se aproxima el momento…”, pero vaya con tranquilidad, nosotros le vamos a avisar de todas maneras…

Ahora Soledad sentía un poco de molestia en sus pies, estaban al rojo vivo, el cocinero retiro un poco las brasas cercanas a la base de la cruz.

El fuego chisporroteaba con las gotas de sudor que caían de su cuerpo, los hierros de la cruz empezaban a dejar marcas en la piel, la carne se empezaba a asar inevitablemente.

Ya se acercaban las dos horas de cocción lenta, la situación se estaba poniendo muy caliente para Soledad, la piel iba virando de un color rosado a un tono bronceado, el cocinero activo la cruz para que girara lentamente. A medida que el paisaje pasaba alrededor de ella se encontró con la imagen de Augusto, muy avejentado, pero seguía siendo un hombre extraordinario, escucho claramente que le decía: “Tu madre quería que terminarás así, estaba decidido desde el día que naciste…”, estas palabras la colmaron de dicha al saber que estaba cumpliendo el deseo de su madre.

Augusto fue desapareciendo de su rango de visión, ahora fijó la vista en un fogón un poco más alejado, con una enorme parrilla, una de las cocineras depositaba todo tipo de vegetales sobre ella, de todos colores y tamaños, inclusive algunas frutas, su carne sería acompañada con estos, se dio cuenta que la cocción de su cuerpo estaba avanzando porque ya estaban poniendo a asar las hortalizas, se imagino servida en la mesa rodeada de estas, le vino otro orgasmo, muy fuerte, la gente que estaba en ese momento se admiró como orgasmeaba cerrando y abriendo las manos, tratando de sacudir los pies, empujando sus caderas contra los pernos que la tenían ensartada, la manzana en su boca no podía ahogar los gritos de placer que pegaba, los cocineros estaban contentos del trabajo que hacían, estaban consiguiendo que tuviera orgasmos anales y vaginales al mismo tiempo, decían en voz alta y comentaban entre ellos para que Soledad escuchara: “esto está yendo muy bien, dos horas a lo sumo y la podremos empezar a comer…”

A esta altura ya perdía mucho sudor del cuerpo, se estaba desgrasando su esbelto cuerpo, la poca grasa que tenía caía sobre las brasas, se aproximaba el final y lo sabía, sólo se dedicaba a ver a sus invitados como se deleitaban con el espectáculo que estaba dando.

Mientras seguía girando la cruz lentamente, divisó a su hija que se acercaba hacia ella, se inclino un poco poniendo ambas manos en la rodilla: “Mamá quiero ser como vos, estoy muy orgullosa de ser tu hija…”

El cocinero se acercó a una de sus ayudantes le habló al oído, le explicó que él llevaba la cuenta de quince orgasmos, su compañera coincidió con el número. Decidieron entonces comenzar con la etapa final.

La cruz la desplazaron casi horizontal al piso, el cocinero se dirigió al fogón dónde se estaban cocinando las verduras y con una pala traía nuevos leños bien encendidos al asador dónde estaba Soledad.

Rápidamente todo el círculo se ilumino de color rojo intenso, los invitados que se encontraban cerca se corrieron por el intenso calor, pero Soledad no podía correrse, toda la onda de calor impacto en su cuerpo, fue tan intenso que abrió los ojos descomunalmente  y las manos, orgasmeó nuevamente, ahora sí que se estaba cocinando, una sensación hermosa y terrorífica al mismo tiempo, la estaban asando sin piedad.

Pusieron a girar la cruz, tipo espiedo, las mujeres quedaban extasiadas a verla a Soledad con la manzana en la boca, chorreando fluidos por todos lados, sus tetas colgando hacia abajo sobre ese hermoso fuego rojo.

Soledad no daba más, no aguantaba semejante calor, se movía mucho en la cruz, el cocinero entonces la invirtió y ella quedó boca arriba. Ahora su culo recibía el fuego directamente, después de dos vueltas, volvió a pasar lo mismo, Soledad se puso molesta. Así que el cocinero iba alternando de un lado y del otro, su piel cambió de golpe de color, se estaba dorando uniformemente.

Una de las ayudantes acelero la bomba de extracción que estaba en la pantorrilla, la idea era desangrarla más rápido para que gozara y no sufriera. Y así fue, el calor intenso cesó para ella, no le pareció tan caliente el fuego, hasta lo sintió agradable de vuelta. Los cocineros estaban logrando su objetivo, cocinarla sin que se diera cuenta.

Volvieron aponer el asador inclinado hacia adelante, soledad quedó justo enfrente de Nacho, que la miraba tiernamente, se acercó lo más que pudo a ella y las siguientes palabras salieron de su boca: “Te ves hermosa Soledad, eres la reina de la fiesta, tu cuerpo huele exquisito, no tengo palabras para describirte lo bella que eres asándote para todos nosotros. Tu final será glorioso como toda tu vida, siempre dando placer a los demás, y lo harás hasta tu último respiro. Estaré contento de comer tu carne y llevarte dentro de mí para siempre, te amo Soledad, gracias por todo lo que me diste…”

Soledad movió la cabeza y a pesar de la manzana que empezaba a expeler su azucarado jugo pudo hacerle entender a Nacho que le estaba sonriendo y que se encontraba totalmente feliz de encontrarse en ese lugar, luego entrecerró los ojos, mientras podía oler el aroma de su propia carne asada.

El cocinero puso más brazas en el fogón, las brazas se convirtieron en lenguas de fuego, que lengüeteaban el contorno del cuerpo, Soledad empezó a gemir y su respiración se hizo más rápida, sólo pensaba: “me están cocinando, me están cocinando para comerme, me están cocinando, que placer inmenso servir de alimento y darles placer, me están cocinado a fuego rápido ahora, que hermoso, que tortura hermosa, no quiero que paren, quiero que me cocinen sin piedad, ásenme, ásenme y que mi carne quede tierna como una manteca, soy de ustedes, hagan lo que quieran con mi cuerpo, que hermoso fuego, quiero que me consuma y me dé el placer final, que me cocinen sin piedad como una puta que merece esto, ahhhh, ahhhhh, ahhhhhhh, y orgasmeó por última vez desde el origen de sus entrañas, tembló todo su ser, toda su alma, su vida paso por su mente en un segundo, el fuego la estaba consumiendo al mismo tiempo que el orgasmo, ahhhh, ahhhh, ahhhh, me cocino, ahhhh, orgasmeó seguido cerca de dos minutos, luego cerró los ojos para siempre, su cuerpo quedó quieto, la habían cocinado en cruz asada al fuego.


Séptima Parte – La cena

Los cocineros festejaron, la habían mantenido consciente casi tres horas, había orgasmeado más de veinte veces, un record. Se aplaudieron entre ellos y el público los aplaudió a ellos. Colocaron nuevas brazas y bajaron la cruz a menos de un metro, ahora el fuego lamía el cuerpo de Soledad dándole un tono oscuro y crocante, primero de una lado y después del otro, luego levantaron la cruz casi perpendicular, le pusieron un papel aluminio cubriendo el cabello, sacaron parte de las brazas y la dejaron asando así por la próxima hora, la poca sangre que quedaba en el cuerpo la dejaron de exprofeso para que hirviera en sus venas y le diera un toque exclusivo a su carne.


Algunos se quedaron viendo el espectáculo hasta el final, querían ver como la desmotaban del asador, otros en cambio fueron a tomar los lugares al gazebo donde la servirían.

Soledad quedo asándose lentamente una hora más.

A las tres de la mañana la desmontaron del asador en cruz y la pusieron sobre una parrilla, sacaron los pernos de su culo y concha y la rellenaron de hortalizas por dentro, la cocinaron sobre la parrilla a fuego muy lento quince minutos más para que internamente tomara el sabor de los vegetales.

Luego los cocineros se tomaron su tiempo para sacarla de la parrilla y presentarla.
 
Finalmente la llevaron en una carro sobre una bandeja de plata, atada de pies y muñecas juntas, hacia arriba, rodeada de los vegetales asados, humeante, salía vapor de todo su cuerpo, de su boca, nariz y orejas, los ojos le fueron abiertos, esa era la costumbre, sus hermosos ojos brillaban y trasmitía el placer que había tenido al final.
 
La depositaron en la mesa central, y los Maitres se acercaron para ir trozándola a medida que la gente se iría acercando por su bocado. Pero los primeros cortes eran para su compañero, con cuchillos de oro macizo el Maitre principal cortó los dos pezones y parte de la vulva que contenía el clítoris, una parte de su nalga y un poco del pecho, las partes más ricas, las dispuso ordenadamente sobre el plato, con una guarnición de vegetales y una salsa adecuada sobre la carne. Nacho tomó el plato, se sentó en la mesa central mirando a los invitados, se llevó pequeños trozos a la boca, cerró los ojos, saboreó la carne de su amada lentamente, y dijo a los presentes: “Excelente, pueden acercarse a comer…”, la gente aplaudió al unísono, levantaron sus copas y brindaron.

Se abalanzaron sobre la bandeja y el cuerpo de Soledad se fue consumiendo de forma pareja e ininterrumpida hasta que sólo quedaron huesos con pequeños pedazos de carne.

Después de dos horas, la excelente y exuberante hembra había sido degustada en su totalidad…   


Epilogo – Volver a Casa

La mansión estaba revuelta, ya no había ningún invitado. Habían llegado, presenciado, cenado y regresado a sus lugares remotos.

Carmen le llevó un café a Nacho que se encontraba en una mesa cerca del fogón donde habían terminado de asar a Soledad.
-       Señor, sírvase, aquí tiene, ¿Pudo dormir algo?
-       Si Carmen, gracias, dormí un par de horas, estoy un poco alterado aún…
-       No es para menos, la Señora dio un hermoso espectáculo anoche, la vamos a extrañar…
-       Si Carmen la vamos a extrañar mucho…
-       Hace ya más de cuarenta días que disponemos de esta, mansión, acuérdese Señor que debemos dejarla pasado mañana…
-       Sí, gracias Carmen, tenemos que completar el protocolo antes, quedan algunos detalles…
-       Si por eso le recuerdo Señor, debe elevar al comité la lista y la curricular de tres candidatas para el próximo evento en el 2022.
-       Claro, me había olvidado, tengo que hacerlo en esta semana a más tardar, creo que la mejor es la chica paraguaya, Mercedes, es sensacional.
-       Totalmente de acuerdo, la vi un par de veces, excelente mujer… Otro punto, y no quiero molestarlo, sé que está dolorido, pero debo recordarle que no se permiten restos de la cena… Usted me entiende ¿no?
-       Si Carmen la entiendo, que ¿sugiere?
-       Hacer una sopa señor con los huesos que quedaron y la cabeza, perdón la crudeza, pero debe terminar lo que empezó…
-       Está bien, haga eso Carmen…
-       Lo haré señor, ¿Usted quiere que yo haga todo o le preparo la base del caldo y luego arroja en las ollas los elementos principales?
-       Preferiría hacerlo yo mismo, avíseme cuando tenga lista las ollas, a Ella le hubiera gustado que sea yo quién cocine sus últimas partes…
-       Está bien Señor, una cosa más, me pidió Usted que cuando encarcelaran Soledad dejara todas sus cosas de la casa tal cual las dejo en el momento que se la llevaron, que nadie las tocara, ¿Qué debo hacer mañana? Tengo que ir para allá a dirigir un poco la limpieza…
-       Guarde todas sus cosas Carmen por favor y mándelas a la casa de campo, junto con el vestido y joyas que uso anoche, todo lo que utilizó últimamente, sobre todo cuando se la llevaron para encarcelarla, ahí estaban sus afectos…
-       Estaba tomando mate en la galería del jardín, ¿el equipo de mate también?
-       Por supuesto, adoraba su mate y termo…
-       Perdone que lo corrija, pero últimamente, desde hace varios meses, ya no usaba el termo Señor, se pasaba usando la pava todo el día… Además nos ayudaba a preparar la comida y le encantaba todas las recetas de carnes al horno, ponía toda su atención en ellas, cómo adobar la carne, dorarla lentamente, disfrutaba ser la espectadora de todo ese proceso, raro Señor, ella entraba a la cocina una vez por semana y de repente se pasaba gran parte del día con nosotras…
-       No es raro, nada raro, ahora tengo la absoluta certeza que Soledad era extraordinaria, siempre estaba unos pasos adelante nuestro, sabía entonces cual sería su final.
Estaba disfrutando como espectadora aquellas cosas que cocinaban juntas Carmen, se quería compenetrar respecto que sentirían sus futuros espectadores cuando fuera ella un pedazo de carne para ser transformado en una exquisita comida.
Nosotros, pobres tontos, que pensábamos que la sorprenderíamos con este desenlace para ella, suponiendo que así levantaríamos su libido a la estratosfera.
Que ilusos, nos superó a todos, sabía de su destino antes que lo eligiéramos nosotros, se dio el gusto durante varios meses de disfrutar anticipadamente el papel que tendría que hacer.
Que mujer extraordinaria… Que formidable… Pasarán cien años antes que aparezca otra mujer como Ella…
Respecto a no usar más el termo, no sé, me desconcierta, significaría seguro algo para ella ese cambio de costumbre, será parte de sus secretos, Soledad era insondable, como las profundidades del mar, así era Soledad Carmen.
De todas maneras no quiero que nadie use sus cosas; por favor empaque todo lo que uso el último día y envíelo a la casa de campo. Respecto de su habitación personal, ordene todo y que nadie más entre excepto yo Carmen.
-       Seguro Señor, así se hará, ¿algo más?
-       Si por favor, contacte a la amiga de Soledad, la que estudia para chef, anoche estuvo en la fiesta, la de vestido celeste, no tengo ni idea como preparar una rica sopa…
-       La ubicaré ahora mismo y le explicaré cual es la situación.
Trate de descansar un poco, me ocuparé de todo…
-       Siempre tan gentil, muchas gracias Carmen…


Nacho se quedó sólo en una reposera con el sol tibio del mediodía de invierno. En sus manos tenía un viejo álbum de fotos forrado en cuero, eran del primer viaje que habían hecho a Europa con Soledad, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas…