miércoles, 12 de abril de 2017

8M: NO ESTAMOS TODAS

 

8M: NO ESTAMOS TODAS

 por Arte *

Quiero compartir un texto que hice para mi blog luego de la charla, lo comparto porque siento una necesidad enorme de gritar y llorar. Que se escuche fuerte.

Hoy me levante con muchos sentimientos dentro mio. Personalmente no sigo a ningún medio de “desinformación” por que eso, no informan. Entro al grupo de whatsapp de mis amigas y comento sobre la detención injustificada de las compañeras de NiUnaMenos y El Emergente. Detención que al momento de enterarme por Matria, no salió en ningún medio. Una amiga me dice que no puede creer que ningún medio haga justicia con sus notas a la marcha de ayer, como después de semejante lucha nadie hable como corresponde sobre el tema. ¿Como puede ser que todo lo que veo sea para minimizar y desacreditarnos?
Entonces se me ocurrió hacer mi propia nota, deberán perdonar que claramente no soy periodista y quizá mi texto no sea el correcto pero no puedo no hablar de esto. De lo que viví.
Llegue a las 17:30, ya había muchas personas congregadas,carteles, remeras, música, colores. Me quede mirando la performances de las agrupaciones, miles y miles de mujeres unidas, pidiendo a viva voz por las que ya no están, conteniéndose si alguna se quebraba. Por que hay que ser fuerte para no largarte a llorar cuando estas cara a cara con tanto dolor, tanta impotencia, tanta ira. Festejando por tener la suerte de estar vivas para marchar.
Vi a las trabajadoras pidiendo por igualdad de condiciones laborales, a las chicas de AMMAR al grito de “vamos con las putas, nunca con la yuta”, madres de victimas de trata junto a la foto de hijas que no vieron nunca mas. Bloques gigantes, y personas que marchaban de grupos pequeños, pero que pisaban igual de fuerte. Niñas que siendo educadas para luchar levantaban bien en alto sus carteles, por que quieren salir a la calle y no tener miedo.Vi madres con sus bebes a cuesta pidiendo libertad de decisión sobre los cuerpos. A las chicas de NiUnaMenos gritando como indias, corriendo, saltando y sonriendo al verse entre tanta sororidad. Mujeres cerrando las mochilas de las colgadas que se olvidaron, convidando el agua o la birra que tenían. Al grupo de pueblos originarios, haciendo sus danzas típicas, con la Whipala en alto. Resistiendo. Vi revolotear entre nosotras unas mariposas curiosas que nos seguían el paso. La piel de gallina constante era inevitable. Me sentí orgullosa de ser parte de esto, sentí orgullo por mis amigas y por cada una de nosotras que estábamos ahí a conciencia. Entendiendo que la historia no se hace sola. Me sentí feliz de estar rodeada de miles de personas organizadas para hacerse oír, sin incidentes ni accidentes, todos con sonrisas en la cara.
También me enoje. Me enoje cuando quisimos ir al baño de un Cafe Martinez y la encargada tapaba la entrada de los baños, aun habiendo una resolución (Nº 46798, articulo 1) que dice que no pueden negarme el paso al mismo. Me enoje cuando vi a dos hombre totalmente borrachos molestando chicas, mientras la policía miraba desde la esquina. Me enoje cuando por micrófono pedían que por favor devuelvan la mochila que se habían llevado del escenario. Me enoje por tener que estar pidiendo que liberen a Higui.
Cuando terminaba la marcha me acerque a la catedral, donde un grupo tiraba piedras hacia el lugar, mientras insultaban. Y acá si quiero detenerme, por que esto si que los vieron todos, esto si lo mostró la televisión, esto si compartís en tu muro de Facebook. Seguro podes confirmar lo violentas que son las feministas y como quitan la atención de lo importante con su accionar. Hoy leí un texto que me pareció increíble. De una persona que considero gigante. Fabiola escribió esto:
Hoy reivindicamos la protesta, la lucha, y si, LA VIOLENCIA. Por más que me digan los chongos, la sociedad, las compañeras, las organizaciones que sea pacífica, que cumpla las reglas, que permanezca en columna, que no tome, que no responda a agresiones, que sea sumisa, obediente y marche como más le guste, caminando levantando el puño y cantando: ESA NO ES MI LUCHA. Metete la burocracia en el orto.
Reivindico mi individualidad, mi independencia, mi autonomía, mi capacidad, mi furia porque nos violentan todo el tiempo en todos los lugares, nos matan loco. Reivindico mi violencia, mi violencia es válida, mi furia, mis ganas de romper todo, mi cansancio de ir a miles de marchas al re contra pedo, de sentirme frustrada e impotente. Reivindico que mates a tu violador . Y que si te pinta, rompas todo lo que quieras romper y prendas fuego el mundo. Con remeritas inscriptas y cantitos no vamos a ninguna parte. Tampoco que considere que hay una sola manera de luchar. Pero si respeto la diversidad y repudio la censura cuando alguien piensa diferente a mi. Le vas a decir a tu compañera que se calme cuando la violentan o la vas a acompañar cuando se defienda?
Lo leí y llore. Anda y decile a una persona violentada, humillada, estigmatizada por la sociedad que no se enoje. Decile que esta mal enojarse desde tu burbuja en la que seguro nunca te enojaste. Censura su lucha. Hacelo y aplaudí a la policía que detuvo a pibas que estaban entregando folleteria, que no se resistieron pero que igual violentaron. Defende al pibe neonazi que se paro enfrente de las amiga de la chica que amenazo hace menos de un mes. Me parece que nos tenemos que replantear muchas cosas fuera de la moral que conocemos y tener bien en claro que la lucha de una persona no necesita de tu aprobación. Mi lucha no tiene que ser aplaudida por vos.

Y recordemos que mientras lees todo esto, nos están matando. Y que nuestras vidas valen mas que una pared.

* Arte es una integrante de Mazmorra.net

martes, 11 de abril de 2017

Delicatae a la carta

Soledad le sirvió un poco más de limonada, respiro holgadamente y lanzó una de sus sonrisas pícaras.Soledad le sirvió un poco más de limonada, respiro holgadamente y lanzó una de sus sonrisas pícaras.

Fett levanto el vaso y sin dejar de quitarle la vista, la recorrió extensamente mientras saboreaba el refresco, luego miró el jardín, los árboles, hacía rato que ya estaban charlando, de bueyes perdidos, de experiencias pasadas, del amor, de las pasiones, de tantas cosas, ambos habían tratado de achicar la brecha de los años, hacer como si se hubieran conocido desde hacía mucho, como si fuera habitual sentarse en el jardín de ella a dialogar en una tarde fresca de septiembre.

La tarde se estaba apagando, decenas de pensamientos corrían por la mente de Soledad, ¿si todo estaría a la altura que ella se merecía?, ¿si eran mas fuertes sus fantasías que la realidad? ¿Cómo sería estar con alguien que le habló del Dolcett desde el primer momento?

Se levantaron, acomodaron las sillas, tomaron las cosas de la mesa y se dirigieron hacia la casa.

Fett observó que el ambiente estaba dispuesto como le había contado ella, los ventanales grandes, las enormes bachas, la cocina de acero inoxidable en el medio de la mesada. Mientras el recorría cada centímetro de ese ambiente como para querer consustanciarse con cada elemento, adorno o detalle que le ayudara a logar el escenario adecuado, ella guardaba las pocas cosas que habían traído desde el jardín. El tiempo había volado, parecía mentira que hacía ya casi una año que se habían cruzado en la red, al principio como un juego, después la intriga, y ahora saber hasta dónde llegaría este juego, pero ahí estaban dispuestos ambos a seguir un paso más. Soledad enjuago el último vaso, lo seco y lo guardo en unas de las puertas del bajo mesada, se dio vuelta y se apoyo con las manos suavemente en la mesa, miró a los ojos a su compañero ocasional y brotaron las siguientes palabras:

. ¿Y ahora que Fett?

El se acerco, la hizo girar levemente hacia su lado y tiernamente la beso en los labios.

.. Y ahora nada dulce,  ya nos escribimos muchas veces, dejan que las cosas fluyan, ahora me perteneces, yo te ayudaré  a que todo salga bien y me ayudarás a mi para que tu hermoso cuerpo y tu mente se acomode a lo que vaya sucediendo en este lugar.

. Llegó el momento…

.. Así es, ya lo hemos hablado antes…

Ella busco sus labios, se dieron otro beso, corto, pero intenso, camino de vuelta hacia la mesada, se agacho de espaldas hacia Fett, la falda de su vestido celeste pálido rozó el piso, sus tacones resaltaron en ese momento, como dos pedestales que sostienen una obra magnífica, buscó las cosas que necesitarían, manteniendo esa postura dejo el rollo de cuerda plástica y varios broches sobre la mesada. Luego se estiró un poco más para alcanzar el fondo del estante se incorporó rotando hacia Fett con la pava en su mano izquierda.

. ¿Te gusta? es enorme como te dije, para un batallón…

.. Muy buena, realmente es grande, va a ser ideal para esto.

. Me alegro, hace meses que no la uso, jamás pensé que podría necesitarla para algo así, bueno, las demás cosas que me pediste están en la heladera, y en este cajón hay cosas varias,  y en esta otra puerta esta el resto de la vajilla por si necesitas algo más, dispone del lugar como si fuera tuyo.

.. Si, claro, te agradezco

Camino hacia ella, tomo sus mejillas entre las dos manos, le dio otro beso…

. Hazlo…

Soledad camino hacia la bacha, abrió el grifo y cargo casi hasta el tope el enorme recipiente, luego colocó cuidadosamente la tapa, se dirigió hacia su cocina, encendió la hornalla de adelante y puso sobre la llama la pava, se inclinó un poco para ver que el fuego estuviera al mínimo sin llegar a apagarse regulando adecuadamente la llave.

Su corazón comenzó a acelerarse, lo único que atino a hacer fue quedarse parada mirando hacia la ventana con las dos manos sobre el asa. Todo esto era nuevo para ella, se sentía intrigada por lo que vendría, miedosa en algún punto y ansiosa en otro, ¿Sería una locura estar haciendo esto? ¿Cómo se había dejado llevar a este punto? ¿No sería que Ella también lo deseaba?

Mientras pensaba todo esto, sintió las manos de Fett en su cintura, lentamente fueron subiendo a hacia sus senos recorriendo su cuerpo, palpito la presión de ellas sobre sus pechos, la respiración tibia golpeó su cuello y seguidamente el primer mordisco muy suave, detrás de su oreja.

Él respiro profundamente, se hundió en su pelo, adsorbió su perfume intenso, floral, juvenil, reconoció cual era, su preferido. Desde atrás beso a Soledad haciendo girar la cabeza de ella levemente. Luego estiro sus brazos hacia adelante, y los puso sobre las manos de ella que aún estaban sobre el asa.

La escena rápidamente cambió sustancialmente para Soledad, se sintió trasportada a otro lugar, a otra manera de sentir, cautiva de sus deseos más profundos. Por ahí fue la penumbra del lugar, o el calor de la llama sobre sus manos, o el calor de las manos de él sobre la de ellas, se sintió dulcemente encadenada, poseída, ya no podía escapar a lo que iba a suceder, sólo podía dejarse llevar, sus tiernas manos estaban retenidas, pero ni siquiera estaban atadas, sólo retenidas, como recibiendo un mensaje secreto que sólo ella entendía, sin darse cuenta empezó a mojarse, ¿como podría estar pasando esto?  No podía intelectualizarlo, era descabellado y hasta ridículo, pero las emociones estaban ahí. Quizás el hecho de que ella tuvo que preparar todo esto, como a esos condenados que le hacen construir el cadalso para luego ser colgados por sus verdugos, seguramente era eso, algo que nunca le había pasado antes, ella misma había dado los primeros pasos para luego disfrutar de placeres nuevos o sufrimientos impensados. A todo esto comenzaba a sentir la erección de Fett, definidamente esto último le hizo palpitar su vulva, quería ya el final, aunque sabía muy bien que esto no iba a pasar por un largo rato.

. Fett, ¿A dónde me estás llevando? esto me está agradando.  ¿Qué me hiciste? ¿Me siento hipnotizada? Se siente tan dulce tu presencia…… Mmmm

.. Naciste para esto Soledad, déjate llevar, son tus fantasías hechas realidad, tan sólo eso, nada mas, nada menos…

Fett retiro sus manos, pero antes presionó la de ellas, como diciendo que se tenían que quedar donde estaban, luego recorrieron sus brazos haciendo unas pequeñas cosquillas y llegaron a los primeros botones del vestido. Lentamente desabrocharon cada uno de ellos, de arriba hacia abajo, lentamente. Ahora  sus manos de deslizaban por dentro, desde atrás besaba su cuello y le susurraba cada tanto palabras en su oído, frases precisas que levantaban olas intensas de placer en ella…

.. Vas retorcerte de placer y de dolor Soledad…
.. No tienes idea de lo que te espera…
.. Te voy a comer Soledad…

Ahora el obligó a ella a sacar las manos que estaban sobre el asa y la puso a costado de su cuerpo, el vestido se deslizó por los finos hombres de Soledad hacia el piso, quedó inmóvil haciendo una forma extraña circundando sus piernas. Fett tomó de vueltas sus manos y las orientó hacia el asa nuevamente, ahora Soledad noto la diferencia de temperatura, ya el mango empezaba a aumentar su temperatura, las cosas seguían avanzando y la idea de sentir como se iba calentando el agua que se usaría para su cuerpo empezaba a excitarla aún más.

Fett se arrodilló detrás de ella tomó uno de sus tobillos, lo levanto hacia atrás, desprendió un poco el calzado de su pie, Soledad experimento como eran mordidos su pies, desde los dedos hasta el talón, intento sacar las manos de donde estaban, pero un “no” apagado se escucho, debía permanecer como estaba, contemplando y sintiendo como su instrumento de placer y dolor se iba poniendo a punto, suspiro profundo, emitió un quejido de placer por las caricias que estaba recibiendo y volvió a su posición original, giro un poco su cabeza, le gusto verlo a Fett a sus pies propiciándole caricias y besos.

Luego de un tiempo, le ajusto el calzado de vuelta, retiro el vestido hacia atrás y el otro pie de Soledad corrió el mismo destino, ella no pudo evitar girar la vista hacia el otro lado, le explotaba la cabeza de verlo a Fett hacer esto, y el calor del asa que crecía, y su ropa interior que empezaba a pegársele a su vulva por la humedad, y todo era una escena nueva y fascinante, jamás había vivido una cosa así.

Antes que se diera cuenta su vestido yacía inerte sobre la mesada. Fett se incorporó, le habló al oído.

.. Me gusta el color te tu ropa interior, azulado profundo, como el color de la llama que está calentando el recipiente de tu dulce tormento…

Estas palabras resonaron con fuerza en su interior, “dulce tormento”, que sentido más amplio a lo que sucedería después….

Ahora agarró sus manos y las desplazo a al costado de la pava, Soledad suspiró con un quejido, mitad cargado de placer, mitad cargado de miedo…

Fett separo levemente las piernas de ella, cayó arrodillado nuevamente, corrió parte de la ropa interior que cubría sus partes más íntimas y su lengua se hundió suavemente entre sus curvas haciendo pequeños círculos, hacia un lado y hacia el otro, y poco a poco se iba introduciendo en su ano, más y más profundo, y Soledad ya no pudo controlarse, comenzó a quejarse de placer, un placer inédito, extraño, diferente, sabía que no podía soltar las manos donde las tenía, era necesario que fuera conciente plenamente de la temperatura del agua y por otro lado la humedad de la lengua de Fett recorriendo su interior y bajando y subiendo y esa sensación de sus jugos que empezaban a brotar de su vulva similar a la lava de un volcán que estuvo en reposo durante años.

Y como esto fuera poco, Fett se incorporó lentamente, llevo un dedo a la boca de ella y los introdujo lentamente, simulando un pequeño pene que se abre camino para obtener los placeres más secretos.

 Luego se arrodillo nuevamente y pasando la mano por delante de ella hizo presión en su vulva lentamente, hasta que el dedo entró en ese receptáculo hermoso, cálido, húmedo por excelencia, ahora la lengua de Fett y su dedo se movían al mismo ritmo, los quejidos de placer de ella aumentaban irremediablemente, su primer orgasmo sería inevitable.

 Ahora Soledad le presto atención a los ruidos, su jadeo de placer, la respiración cortada de Fett, el roce de la lengua en su ano, el fuego de la hornalla, el silencio del resto de la casa y apenas imperceptible el sonido de las hojas en el jardín meciéndose afuera por el viento, nunca hubiera pensado que esa combinación de sonidos estuviera cargada de tanta sensualidad y placer, mientras todo esto sucedía, llego su primer orgasmo, intenso, largo, profundo, toda su vulva explotó, su caderas se hundieron hacia la lengua de Fett en un acto reflejo, el dedo quedó detenido en su clítoris haciendo la presión justa, empujado hacia el mismo lado, si todo hubiera terminado ahí hubiera estado más que perfecto, pero sabía que recién era el comienzo, se abandonó al éxtasis, sus manos inconscientemente se aferraron al calor del acero de la pava, no lo podía creer que todas esas sensaciones le estuvieran pasando al mismo tiempo y el orgasmo aún continuaba, parecía no tener fin, cerró los ojos…


Lentamente salió del mundo de sus percepciones, Fett se incorporó, tomo las manos de ella las retiró del recipiente y las dirigió hacia su miembro que ya asomaba por su pantalón, las manos tan caliente de Soledad le sacaron un suspiro a Fett, naturalmente ella se arrodillo, desabrochó otro botón y bajó parcialmente su boxer, y recorrió con su labios toda la extensión de su sexo, dejo una se sus manos en sus testículos y con la otra tomo el pene por la base, haciendo un anillo y apretando suavemente para que el glande se hinchara lo más posible, suavemente lo introdujo en su boca. La cercanía del fuego en su mejilla y el calor del miembro casi llegando al fondo de su paladar le producían sensaciones deliciosas, le encantaba sentirlo a Fett quejarse de placer, el pene había desaparecido, los labios de ella rozaban los testículos de él, Soledad había pasado sus manos por detrás y acompañaba su moviendo presionando ambos glúteos de su compañero, deseaba que eyaculara, regodearse con su néctar, quería gratificarlo por el hermoso orgasmo que le propició minutos antes. Experimento como temblaba de placer, como se hinchaban sus testículos, y lo retiraba de su boca y le pasaba la lengua, circundando todo el glande, y no dejaba de saborearlo y acariciarlo con sus manos que iban desde los glúteos de Fett a la base del pene. Realmente Soledad estaba haciendo esto con todas las ganas del mundo, realmente estaba pendiente de cada quejido, mirada o suspiro de su compañero de juego, cuando se dio cuenta que ya vendría la dulce descarga, las manos de Fett la separaron, llegó a ver un par de gotas saliendo de la punta del glande, y ayudada por esas mismas manos la incorporaron.

.. Aún no es el momento… a partir de ahora yo me encargaré del agua…

 
Segunda Parte – Aromas culinarios

Fett extendió el vestido sobre la mesada, de lado donde estaba la hornalla encendida y cerca de la bacha, levanto a soledad, y la sentó sobre el vestido, luego le hizo extender sus manos hacia adelante, tomo un trozo de la soga de plástico y ató sus muñecas, no las apretó para no lastimarla, ni marcarla, pero estaban lo suficientemente fuerte para que no se pudiera soltarse, luego hizo lo mismo con sus tobillos, seguidamente estiró todo su cuerpo sobre la superficie haciendo coincidir las caderas con la bacha, completo la tareas atando unos cabos desde las muñecas y desde los tobillos a puntos fijos, de manera que ella quedará estirada permanentemente.

Soledad se estremeció al verse así, inmovilizada, a la merced de su Amo, Qué haría con ella Fett?, ¿dónde vertería los primeros hilos del líquido? Mientras pensaba que tan caliente podría estar el agua de la pava sintió la presión del primer broche sobre el pezón izquierdo, luego el derecho.

.. Ahora debes entregarte totalmente, no tienes más remedio que aceptar que estás a mi disposición…

Con una seguridad absoluta contemplo como sacaba la pava de fuego, con una mano rodeo el pecho de Soledad y con la otra descargó parte el agua en el medio de uno de lo pezones arrancándole un gemido profundo de placer.

 . Ahhhh, está muy caliente… Ahhhhh

.. Por supuesto Soledad, que esperabas, y lo va estar más aún, por ahora te da placer… pero no va a ser todo el tiempo así…

Ella no sabía porque, pero el contacto brusco del líquido caliente sobre su piel y la presión del broche hizo que su vulva se estremeciera de vuelta, no podía decir que no le dolió; pero tampoco podía decir que no le había gustado, otra sensación nueva que nunca antes había experimentado.

Fett volvió la pava sobre la  cocina, pero no la puso directamente sobre la hornalla, sino cerca de ella, sabía muy bien lo que hacía, y estaba totalmente decidido a llevar la temperatura al límite de lo que ella podría soportar, este gesto disipo algún temor de Soledad, ella se relajó para recibir su castigo.


 Luego se acerco a la cara de ella, mientras acariciaba su pelo y sus mejillas hablo dulcemente contándole lo que le sucedería, para que se excitara aún más con el relato.

.. Estás como una chica Dolcett, que la están preparando para cocinarla y luego comerla…

. Ayyy, ayyy, ¿Que me harás?

.. Lo que se hace con un pedazo de carne exquisito, se la limpia y se la adoba delicadamente…

El tomó la pava nuevamente, el objetivo ahora fue su otro pezón, era increíble para ella, el agua estaba muy caliente ya, lo suficiente para que el cuerpo se arquera de placer rozando el límite del dolor.

. AAAAAHhhhhhhhhhhhh, hazme lo que quieras…

.. Por supuesto, eres mía, me perteneces…

Soledad llego a notar como salía vapor del pico, ¿Cómo fue llevada a este punto? No podía creer lo que le estaba pasando…

Ahora Fett puso su mano en su frete, le hizo arquear la cabeza un poco hacia atrás, acerco la pava a su cuello y comenzó a descargar abundante agua, fue desplazando la pava por el cuello, centro del pecho, cintura, ombligo  hasta llegar a su vulva, al final de recorrido el pico de la pava se quedó quieto en ese lugar, fueron quizás cinco o seis segundos o un poco más, pero a Soledad le parecieron horas, una vida. El cuerpo se contorsionó en toda su extensión arqueándose hacia arriba obligándola a exhalar e inhalar profundo…


Soledad tuvo su segundo orgasmo, mientras el agua caía lentamente desde el pico a su vulva… luego de varios segundos su cuerpo cayó sobre la mesada volviendo a la posición original, quedó rendida e indefensa nuevamente.

Fett tomo un repasador sobre sus pechos y parte del vientre, puso el recipiente al fuego nuevamente, abrió la heladera y buscó la miel, tomo un dispensador de madera del cajón de la mesada, mientras miraba fijamente a Soledad con una sonrisa insípida como diciéndole “Mira lo que te voy hacer ahora…” lleno el utensilio de miel y mientras ponía su mano sobre el asa de la pava con la otra mano hundía el dispensador en la vagina de soledad, la frialdad de la miel se derritió casi en el acto contrastando con la calidez de la piel, otras nuevas sensaciones que le arrancaron quejas amorosas a Soledad.


Fett empezó a masturbar lentamente, muy lentamente a Soledad, haciendo rotar hacia un lado y hacia el otro, presionando sobre el clítoris al mismo tiempo, una y otra vez, sin prisa, sin pausa. En pequeños círculos, con la yema de los dedos, no dejaba de mirarla a los ojos, desafiándola, sintiéndose el dueño absoluto de todas sus sensaciones.

Como un titiritero, Fett movía esos hilos invisibles con una precisión absoluta, Soledad sólo podía estar ahí, era su única opción, aceptar que ya era suya, su cuerpo y sus percepciones pertenecían a él.

Los murmullos de placer se distorsionaron en pequeños jadeos, los jadeos se ahogaron en palabras irreconocibles, estos últimos se mezclaban con suspiros y pequeños gritos de placer.

Lo último que escucho Soledad fue el silbido que anunciaba que el agua estaba lista, y la ansiedad incontrolada de ser tocada en ese punto la invadió por completo, ahora su cuerpo se fundió con los dedos de Fett que seguían haciendo su trabajo, sin ninguna compasión le seguían proporcionando a su compañera lo que necesitaba.

El cuerpo de Soledad explotó, arrancándole un grito de sus entrañas, su cuerpo se volvió a arquear hacia arriba pero ahora más pronunciadamente.

Como si fuera poco, Fett  tomó la pava, apoyo la misma sobre el grueso repasador que estaba cubriendo parte del cuerpo de Soledad. Ella pudo percibir como burbujeaba el agua, el calor pasó rápidamente a su piel, si quemarla, pero un calor intenso, le precipito otro orgasmo, luego de varios segundos quedó rendida inerte sobre la mesada, observó como la pava volvía a la hornalla de su cocina y cerró los ojos, nunca había tenido tanta satisfacción en su vida.

Ahora presto atención a los ruidos que Fett iba produciendo, percibió como giraba la llave para apagar el fuego, la pava que movía a la hornalla de atrás, el chirrido de la puerta de su horno que nunca había podido sacar, la perilla del horno que se hundía y el encendido del mismo. Pensaba que vendría, que hará Fett, era todo tan extraño, duro y dulce al mismo tiempo.

Abrió los ojos cuando Fett desató sus muñecas y sus tobillos, la alzó nuevamente, la hizo parar delante de la cocina e hizo que se arrodillará luego, sus pechos apoyaron sobre la tapa del horno, que estaba encendido, muy suave, pero encendido al fin, las manos de Fett buscaron las suyas, ahora él las puso en su espalda, las ató firmemente, abrió sus nalgas, se dirigió de vuelta hacia la heladera, trajo una hermosa manzana roja, pequeña, fue directamente a la boca de Soledad, ató su pelo atrás para que funcionara como una especie de rienda, Soledad ya no tenía duda de lo que vendría.

Fett se arrodillo y la tomó de la cintura con una mano y con la otra tiró suavemente de su pelo, obligó a Soledad a levantar la cabeza, ella vio el reflejo azul en toda su extensión del quemador del horno, ese calor suave, agradable, pegándole en parte de sus pechos y la cara, mientras disfrutaba esta nueva sensación, mientras la manzana ahogaba parte de sus quejidos, sintió como el pene de Fett se abría paso en su vulva, como parte de la miel se chorreaba por sus nalgas. Cada centímetro que el pene se introducía en su vagina crecían las ganas de sentirse así, totalmente entregada, la idea de ser el menú final por excelencia, y ese calor que no paraba de salir de las profundidades del horno, quería sentirse “a punto” para su compañero, la estaba poniendo “a punto”, tantas veces ella misma había cocinado a fuego lento tantas cosas ricas en ese horno, y ahora era ella la que estaba siendo “cocinada”, cocinada a fuego muy lento, en su propia cocina, y lo más raro era que se sentía bien con esta idea, y el pene que empezaba a su ritmo a entrar y salir, el orgasmo se avecinaba, el orgasmo de ambos, ya no aguataba más, se dejo llevar hacia el final, deseaba estar en un horno gigante que la contuviera toda, untada con las salsas más exquisitas del mundo, deseaba ser adobada por dentro con el semen de Fett, quería ser su comida, su manjar, no le importaba nada de nada, mientras todo esto se mezclaba, el calor de horno envolvente, el metal caliente de la tapa del horno sobre sus pechos, la mano de Fett tirando de su pelo, la manzana en la boca que le recordaba a cada instante que su cuerpo ya no le pertenecía y que sólo era un pedazo de carne, todo esto sucedía al mismo tiempo, se olvidó del mundo, “quería ser comida”, “quería ser asada delicadamente por su compañero”, “ya no le importaba el mundo, sólo ella y él”, que su cuerpo sirviera para alimentar a su amante y darle el último placer, pertenecer a él completamente para siempre, “ser parte de él”. Y entonces sintió el semen caliente en su interior, ella estalló, se abandonó al universo, sintió que sería de Fett para siempre, “había sido preparada y cocinada”, se había convertido en la cena principal, hasta se imagino servida en la mesa, humeante, imaginando el rico aroma de su carne cocida,  valía la pena terminar así,  quedó desvanecida de placer. 


 
Epilogo – Deseos Conectados

El libro se desprendió de las manos de Soledad, cayó sobre el vaso que estaba en el piso, el ruido la trajo de vuelta a la realidad, Sin saber si habían pasado minutos u horas, la tarde estaba más fresca y ya no había vestigios del sol en las paredes circundantes.

Lentamente se levanto de la reposera, respiro profundo para tratar de despertarse un poco, se estiró, miro la hora en su celular, notó un par de mensajes sin importancia.

Mientras caminaba hacia la casa, no podía creer el sueño extraño que había tenido, su vulva estaba mojada, no le pasaba esto desde hacía años, quizás desde que era adolescente.

Entro a la cocina, inconscientemente, buscó la pava enorme que no usaba hace años, la puso al fuego bien llena de agua, sin saber porque lo hacía, simplemente la puso. Mientras miraba la pava en la hornalla hipnotizada, se sentó a la mesa, activo su computadora personal, se conecto inmediatamente a su página de Chat preferida, le escribió a Fett: “Hola, como estás, estaba pensando… ¿Qué te parece? ….”  

La pava permaneció en el fuego todo el tiempo que Soledad escribió….

(continuará)

NdE: Lo que leyeron es un relato escrito -formidablemente, agrego- por un amigo de Mazmorra.net, Fett. Fantasía que me incluye como co-protagonista según su siempre fértil imaginación. Obvio que no tenemos -ni él ni yo- ilustraciones acordes al texto, salvo la B&N que publicamos. De modo que tomé algunas fotos de un hilo del Foro de Mazmorra.net. Espero que lo hayan disfrutado al leerlo como yo al editarlo. La sergunda parte se pone mucho más intensa...
Soledad FAB

jueves, 6 de abril de 2017

Relato de Gotitas de Pasión

De lo efímero a lo mágico
Estoy ansiosa, pero trato de contenerla escuchando música sentada en la cervecería que me dijo de conocer, una que ve al pasar cada día cuando se dirige al trabajo. El lugar es acogedor, las paredes revestidas de madera, al igual que la barra, las luces amarillas le dan un toque íntimo, la música que se escucha a un volumen agradable es muy buena, me encuentro absorta en mis pensamientos esperando que él llegue, hace mucho tiempo que no tenemos un encuentro, un tiempo solo para nosotros, para hablar, reír, tomar algo disfrutando la compañía del otro. Un momento cómplice en el que las miradas, las sonrisas, el sensual tono de voz o los roces casuales en la mano del otro, mientras nos buscamos con la mirada para agregar al efímero instante un condimento especial, convirtiéndolo en algo mágico.
Levanto la mirada y lo veo venir caminando despreocupado con los auriculares puestos y su infaltable mochila, mira por el ventanal del local y al verme sonríe. En ese preciso instante percibo como mi corazón se acelera, en mi estómago se forma un enorme vacío que me deja sin aliento, noto como mis labios, pintados de rojo, se van separando dejando mi boca entreabierta permitiendo de esa forma que inhale una gran bocanada de aire mientras me pongo de pie para saludarlo con un beso y un gran y fuerte abrazo, un abrazo que necesito tanto como al aire que respiro, al entrar en contacto con el calor de su cuerpo me estremezco y siento como mis pezones se ponen duros y mis senos se contraen cuando él, al deshacer el abrazo los roza deliberadamente de manera casi imperceptible con los pulgares...ufff... que ganas de besarlo, ganas que van encendiendo mi deseo.
Nos quedamos ahí, parados con las manos apoyadas en el otro, las mías, en la parte alta de su pecho, casi en sus hombros, las de él, debajo de mis axilas justo en el nacimiento de los pechos, mirándonos a los ojos intentando decirle al otro lo que cada uno siente.
_ ¡Hola! ¿Cómo estás? Preguntamos al mismo tiempo, nos reímos y los dos decimos _Bien!
Nos sentamos uno frente al otro, nos miramos absortos cuando el...
_ ¡Hola! ¿Cómo están? De la dulce y joven voz de la camarera nos vuelve a la realidad. Ambos la miramos y con una sonrisa respondemos.
_ ¡Hola!
_ Les dejo la carta y cualquier cosa me llaman ¡¿Sí!? Está por alejarse de la mesa cuando él dice…
_ Vi que hacen cerveza artesanal ¿Tienen tabla de degustación? -Pregunta
_ Sí, tenemos son siete vasitos. ¿Les traigo una? -Consulta cordialmente
_ Sí. -responde
_ ¿Desean algo para comer? -Inquiere
_ Por el momento no, quiero ver la carta. -contesto
_Muy bien, ya les traigo la degustación. -Comenta cordial antes de marcharse.
 
Respiro profundo lo miro, sonrío, necesito aire, mientras mi mirada busca sus ojos, esos ojos llenos de morbosa picardía, ambos sonreímos, mis dientes están mordiendo mi labio inferior no sé cuando pasó y al percatarme, me sonrojo.
Él, cierra los párpados, en su rostro la sonrisa se amplía al tiempo que mueve su cabeza en un gesto de negación, baja la cabeza hasta apoyarla en sus manos entrelazadas y me mira como espiando por encima de sus dedos. Es un momento de íntima complicidad, siento que me ahogo, otra vez tomo una gran bocanada de aire y otra más, puff... estoy hiperventilando.
Por suerte regresa la camarera con el pedido justo a tiempo para cortar la tensión que se estaba generando.
_ Su pedido. ¿Pudieron ver la carta, ya saben que van a pedir?
 
Ambos la miramos como diciendo de qué estás hablando ¿¡La carta, qué carta!? Uh, ¡Ni nos acordamos de la carta! Él la mira rápidamente y dice muy seguro:
_ Dos hamburguesas completas y papas con Cheddar y panceta por favor.
 
La camarera, siempre sonriente toma nota del pedido, agradece y se va.
Otra vez los dos solos, ahí sentados frente a frente buscando la mirada del otro, sus ojos color miel me penetran el alma, toma un vaso de cerveza la prueba la saborea sin emitir comentario o un gesto de aprobación o negación, me lo pasa y dice.
_ Dame tu opinión de experta. –sonrío ante semejante comentario, es verdad que me gusta la cerveza, pero lejos estoy de ser una experta en tan deliciosa bebida.
Estira la mano para pasarme el vasito y cuando lo tomo, sus dedos deliberadamente, rozan los míos.
Mi corazón se acelera como si fuese a perforar mi pecho para escapar, el vacío en mi estómago se agiganta y la falta de oxígeno queda en evidencia cuando abro la boca tan grande como puedo buscando tomar la mayor cantidad de aire posible.
Tomo el vaso que llevo lentamente a mi boca sin dejar de mirar sus ojos tan fijos en mí se me antojan inquisidores, respiro profundo pruebo la cerveza, la saboreo lentamente y digo, a mi gusto le falta cuerpo es demasiado ligera, no es algo que pediría. Sin decir una palabra toma el segundo vaso y hace lo mismo, prueba el contenido, me lo pasa rozando mi mano, esta vez con un poquito más de intensidad, me mira a la espera mi opinión, siempre con un aire de superioridad (?)
Intento disimular las sensaciones que me invaden, pero el roce me erizó la piel, sostengo la mirada mientras pienso ¡Por favor cómo me atrae! No sé si fue mi pensamiento o la reacción de mi cuerpo pero siento mi cara acalorada tan roja como si me hubiese incendiado, dejo el vaso sobre la mesa llevo las manos a mi rostro para confirmar la temperatura, sí, mis mejillas arden. Me mira y señalando el vaso con ambos índices pregunta:
_ ¿No vas a tomar? Su tono entre severo y sarcástico me tienta para responder de manera despectiva, apelo a mis buenos modales y dejo pasar su comentario, tomo el vaso y haciendo un gesto de brindis y con mirada desafiante lo llevo a mí boca bebo, saboreo lentamente la bebida y finalmente digo:
_ Ésta, me gusta más, tiene cuerpo y el sabor amargo del final es suave y tentador. - lo miro nuevamente a los ojos, esta vez, de manera provocativa, él, responde de la misma forma, ahora sí...el juego, comenzó.

La llegada de la camarera con las hamburguesas rompe la tensión que se generó entre nosotros, una tensión que es mezcla de deseo y poder, ese poder que ambos queremos ejercer sobre el otro dominando su pasión. Observo su rostro, su torso, su sonrisa sarcástica que va despertando mis morbos dormidos, lo imagino atado con los ojos vendados completamente entregado, listo para complacer hasta el más mínimo de mis bajos instintos y sonrío con perversión cuando percibo que él, también me está escaneando, su mirada ladina delata su pensamiento lujurioso. ¡Ay, daría lo que sea para saber lo que su mente está pergeñando! Qué excitante resulta toda esta voluptuosidad que nos invade, nos envuelve, llenando el ambiente de lujuria.
En silencio observo cómo sus largos y blancos dedos envuelven la hamburguesa presionando el pan para que los ingredientes internos no se caigan al morderla; en el preciso momento en que inca sus dientes noto que ya no estoy húmeda, sino empapada y deseosa que esos dedos y dientes hagan exactamente eso, en mis pechos; el simple hecho de imaginarlo me llevan a las puertas de un orgasmo, inspiro profundo y un largo y fuete suspiro sale entre mis labios, levanta la mirada lasciva, provocativa y dice:
_ ¿Te pasa algo? –el tono de su voz denota mucha sorna, sabe perfectamente el efecto que ha causado en mí.
_ Nada, está todo bien. –respondo intentando aparentar estar relajada, debo confesar que a él, le sale mejor que a mí, su increíble la capacidad controlar sus emociones incita tanto como exaspera. Tomo una papa con la mano le unto un poco de salsa de queso y sin sacarle la vista de encima la llevo lento a mi boca, la muerdo suave juego con mi lengua sobre la salsa de queso, lo provoco, me siento segura como si fuese toda seducción.
Se acomoda en la silla, señal que mis juegos no le son indiferentes que él también está excitado. Cada vaso de cerveza, cada gesto, cada mordida es pura provocación de ambas partes, ninguno cede, la tensión sexual va en aumento, los cuerpos anhelosos e incómodos se mueven en las sillas intentando controlar las ansias que crecen dentro nuestro como una avalancha que nos arrollará sin piedad. A medida que las horas iban pasando al igual que las rondas de cervezas que nos iban desinhibiendo dejando a nuestras perversiones a flor de piel, exudando erotismo.
Son las dos de la mañana y decidimos que es momento de retirarnos, pedimos la cuenta pagamos y salimos, el calor de calle nos golpea al atravesar la puerta del local, la humedad de la noche nos envuelve mientras vamos caminando por la calle hacia la parada del colectivo nos faltaban unos cincuenta metros para llegar cuando vimos que pasaba, no había forma de alcanzarlo. Al llegar me apoyo sobre el poste él se para frente a mí, seguimos conversando de música u otros temas generales fingiendo que nada nos pasa, algo que casi logramos hasta que apoya su mano en el costado de mi cintura, me incorporo acerco mi cuerpo al suyo, él pasando su brazo por mi espalda presiona con el fin de pegar nuestros cuerpos, ambos respiramos hondo, nos miramos fijo, lentamente acercamos nuestras bocas que se buscan sedientas; el beso es profundo, tan intenso que aumenta la tensión acumulada durante toda la noche; siento sus manos recorriendo mi contorno, subiendo despacio hasta mis pechos, lo miro, suspiro y digo,
_ No, los pechos no, por favor te lo pido, no los toques. –mi voz es suave y suplicante.
_ No, los pechos no, dice mientras los presiona con los antebrazos, tiene toda la perversión reflejada en su rostro, la maldad instalada en su mirada esperando mi reacción, consigue exactamente lo que buscaba, excitarme más de lo que pensé que haría.
_ No, por favor, no lo hagas. –imploro en vano, él, ya tiene sus manos rodeándolos, apretándolos, masajeándolos, pellizcando los pezones con tanta fuerza que el placer hace que pierda el sentido de la realidad, siento como el calor sube desde mi entrepierna hasta mi rostro, cómo mi humedad que parece un tsunami inunda toda mi zona íntima; mis manos se aferran a sus brazos tan fuerte como pueden, sé estoy perdida cuando un gemido de placer se escapa de mi boca. Necesito ser suya.
_ ¡Ay perdón, cierto que no querías! ¿Verdad? –su tono es demasiado mordaz.
Suspiro mientras contengo las ganas de acabar, no lo puedo creer me estoy auto-denegando el orgasmo.
_ Justamente por eso no quería. –respondo mientras intento discernir entre alejarme o volver a besarlo. No logro desenmarañar mis pensamientos que su boca esta nuevamente pegada a la mía y nuestras lenguas libran una batalla de posesivo placer. Suspiro, lo miro consciente que el deseo está reflejado en mi rostro, que mi cuerpo, lo expone completamente, solo espero que diga las palabras que más deseo oír en este momento ¿Vamos?
Cierro los ojos anhelando que el tiempo se detenga en este mismo instante, separa su cuerpo, toma mi mano de forma posesiva sin decir una palabra empieza a caminar; bueno él camina, se podría decir que yo corro a su lado en silencio; durante unas cuatro cuadras por una calle arbolada iluminada con los faroles que se esconden entre el espeso follaje dejando las veredas a media luz, un auto que pasa a nuestro lado con la música sonando a todo volumen me abstrae de mis pensamientos –qué música tan fea, odio el reggaeton- pienso mientras sigo flameando a su lado.
Entramos a un hotel solicita una habitación nos asignan una que queda en el quinto piso, al final del pasillo está en ascensor nos informa el señor de cara seria que nos atiende en la recepción, recorremos el pasillo de alfombra roja iluminado con faroles amarillos, ¿Será una coincidencia o una señal?
Hoy, todo está iluminado de amarillo, pienso mientras caminamos y apretó fuerte su mano. Nos metemos en el ascensor donde me abraza y me besa con pasión, cuando se detiene otra vez me toma la mano, apretando los dedos cada vez mas ímpetu, entramos cierra la puerta y nos besamos como si de ese beso dependiesen nuestras vidas, nuestras manos recorren los cuerpos, siento su erección en mi pierna e instantáneamente bajo la mano, acaricio su pija dura que chorrea sus fluidos, subo y bajo mi mano, acaricio su cabeza, quiero besarla, jugar con ella con mi lengua, sentir su sabor, su calor, nuestras manos recorren los cuerpos a su paso los van despojando de la ropa, suspiros y jadeos van llenando el lugar, lo deseo dentro mío siento deseo de atarlo de flagelarlo de jugar con él teniéndolo a mi disposición listo para satisfacer todas mis fantasías. Soy consciente que eso no sucederá él es demasiado vainilla para entrar en mis juegos perversos, con suerte conseguiré que mi lado masoquista se sienta un poco complacido.
Busco nuevamente su boca, la deseo muerdo su labio inferior entrelazando mis dedos en su cabello, lo sostengo fuerte, recorro su cuello con mi lengua muerdo suave la oreja, tiro de su pelo bajo mi mano recorriendo toda su espalda hasta su cola la presiono con fuerza y en seco le doy un chirlo que resonó en toda la habitación, suspiro al sentir sus dedos que se hunden firmes en mi pecho, que lo amasa con fuerza.
_ Más fuerte por favor presioná con más fuerza, lo necesito. –las palabras salen dulcemente de mi boca cerca de su oído. Toma el pezón entre dos dedos, lo presiona, gira vuelve a amasar mis pechos con fuerza le pido que no se detenga, nuevamente presiona mi pezón; mientras pienso como me gusta que haga eso, acabo, ahí parada dejando un charco en el piso.
Él, es el demonio que mejor arde en mi propio infierno.
Vamos caminando lentamente hacia la cama aumentando la presión que ejerce sobre mis pezones cada vez que da un paso, me aferro a sus brazos enérgicamente buscando un puerto seguro, entre besos, caricias y presiones, caemos sobre el colchón donde se desata todo un torbellino de pasión, cuando él introduce sus dedos en mi concha húmeda y caliente empujando sus dedos con tanta fuerza que cada embestida duele, pero es un dolor placentero liberador. Jamás había pensado que se podría sentir tanto placer como el que me dan sus manos al ejercer dolor sobre mí cuerpo, su lengua en cada beso, gimo jadeo esto es puro placer, un placer adictivo que me genera desear mas y mas. No sé cuántos orgasmos me proporcionó, perdí la cuenta.
Anhelo brindarle tanto placer como él me da, bajo de la cama, me arrodillo entre sus piernas coloco su pija entre mis tetas, la presiono y la cojo entre ellas al mismo tiempo con la lengua voy jugando con su cabeza mirándolo a los ojos, me agrada ver su expresión de placer. Él pone su mano en mi cabeza y al momento de acabar la empuja hacia abajo así todo su leche tibia y espesa explota en mi garganta; me quedo quieta hasta que libera todo su morbo en mí, apoya la mano en mi hombro acariciándolo, termino de limpiar su pija, saboreo su fluido percibo su olor me agrada en realidad me excita y mucho, él baja su mano a mi pecho cuando presiona nuevamente el pezón clavando el resto de los dedos libre en la blanca superficie tengo otro orgasmo.
Me incorporo, voy hasta un bolso de cuero rojo y negro que llevaba en la mano cuando llegamos, retiro un par de objetos, giro lentamente sobre mis talones lo observo con todo el morbo y la perversión en mis ojos me siento a su lado acariciando su suave piel con una chalina negra, muerdo mi labio y digo,
_ Esto es algo que me gustaría hacerte, pero sé que no será posible, por eso te voy a enseñar la manera correcta de hacerlo. Me levanto camino los pocos pasos que había hasta la pared, me paro de cara a ella con las manos y las piernas separadas.
_ Ahora, quiero que con la chalina, vendes mis ojos, agarrá el flogger y pasa tu mano por el cabo tomá el mango y usando solo la muñeca, me vas a spankear aumentando sutilmente la intensidad. Lo hace por un largo rato, y aunque no lo puedo ver, noto el placer que siente al hacerlo, sus demonios que estaban reprimidos son liberados generando una sensación nueva, diferente, algo que él jamás había experimentado, tanto que lo excita mucho más de lo que pensé que lo haría.

Deja el flogger de lado, se acerca a mí por detrás ordenando que saque cola, me penetra con fuerza, tomándome del pelo con una mano y apretando fuerte el pecho, me coge parada contra la pared, todo está tan lleno de una adrenalina rebalsante de morbo y perversión que los sentidos se exacerban proporcionando una experiencia extremadamente placentera que me lleva a acabar varias veces. Se detiene me toma de la cintura y me lleva a la cama, me pide que me ponga en cuatro y arremete nuevamente esta vez en mi culo, ufff... cuánto placer como me gusta que haga eso, me toco para aumentar el placer que él me da, acaba dentro mío, me da un chirlo, me saca la venda, se tumba a mi lado.
_ Esto que acabas de hacer conmigo es lo que me agrada hacerle a los sumis. –digo risueña.
_ Con ellos podés, conmigo…NO, eso jamás pasará. – afirma. Pero sé muy bien que tarde o temprano, querrá probar.
Nos quedamos acostados uno al lado del otro tomados de la mano, mirándonos a los ojos, sonriendo, obsequiándonos suaves besos sobre los labios, recuperando energía para la próxima sobredosis de lujuriosa perversión.
Gotitas de Pasión
Integrante de Mazmorra